José Melchor Hernández Castilla
Según Alejandro Cioranescu (1959), en el libro de Leonardo Torriani
denominado “Descripción e Historia del Reino de Canarias”, comenta que las
obras de Leonardo Torriani (1592), ya mencionada, la de Fray Alonso de Espinosa
(1591-1594) con “Del origen y milagros de la santa imagen de Nuestra Señora de
Candelaria”, y la de Fray Juan Abreu Galindo (1632), con “Historia de la
conquista de las siete islas de Gran Canaria”, presentan una fuente común, las
crónicas de Gran Canaria. Según José Antonio Cebrián Latasa, el autor de la
obra de Fray Juan Abreu Galindo fue Gonzalo Argote de Molina en 1590, con su
Historia de Canarias inacabada (1590); y que este fraile franciscano no
existió, y que la reelaboración de la obra de Argote de Molina se debe a un “amanuense
anónimo en la década de 1630”.
Siguiendo al investigador Cebrián Latasa, nos indica que no hubo
cronistas de las conquistas de La Palma y Tenerife, pero que sí existieron
reseñas en la Historia Los Reyes Católicos de Andrés Bernáldez y en la Crónica
de Los Reyes Católicos de Alonso de la Santa Cruz (siendo esta segunda obra
copia de la primera).
Vayamos al texto de Fray Alonso de Espinosa, Del origen y milagros de la
santa imagen de Nuestra Señora de Candelaria (1594), capítulo noveno, De
algunas otras batallas y recuentros que tuvieron hasta que la isla se ganó: “Pestilencia grande entre los naturales.
En este tiempo, por el año de mil y cuatrocientos y noventa y cuatro, ahora
fuese por permisión divina, que en castigo de la matanza que los años atrás los
naturales en los españoles habían hecho, ahora fuese que los aires, por el
corrompimiento de los cuerpos muertos en las batallas y encuentros pasados, se
hubiesen corrompido e inficionado, vino una tan grande pestilencia, de que casi
todos se morían, y ésta era mayor en el reino de Tegueste, Tacoronte y Taoro, aunque también andaba encarnizada y
encendida en los demás reinos. Desto dio aviso una mujer de la isla, desde un
risco, haciendo señas, y llegando la lengua a hablar con ella, le dijo, que qué
hacían, que por qué no subían y se apoderaban de la tierra, pues no tenían con
quien pelear, ni a quien temer, porque todos se morían”.
La Crónica de Los Reyes Católicos (1462-1513), de Andrés Bernáldez, no menciona
ningún tipo de pestilencia o enfermedad en, CAPITULO CXXXIV. Cómo se ganó la isla de Tenerife: “E
visto por Sus Altezas la buena quenta que se dio en la toma de la Palma,
cometiéronle el cargo de la conquista de Tenerife. El qual fizo su armada con
gente de Sevilla e desta Andaluzía, e de las mismas islas de Canaria, en los
navíos que fueron menester; e arribaron en Tenerife, e tornaron tierra e començaron de hazer la
guerra a los guanches, que así se llamavan aquella nasción de gente... Así fue
aquel día la pelea malaventurada para los cristianos. E los que escaparon se
bolvieron con los navíos a la Grand Canaria; e dénde, cada uno a su tierra. Lo
qual fue por no estar al consejo e mando del capitán Alonso de Lugo. Esto así
fecho, cresció mucho la enemiga en el coraçón del capitán e en los coraçones de
sus amigos e valedores. E vino en
Castilla Alonso de Lugo luego, e demandó favor al duque de Medina don Juan de
Guzmán, e fizo su partido con él. E él le dio gente, con que luego, el
siguiente año de MCCCCXCV años bolvió con grand flota e gente sobre
Tenerife, e con nobles capitanes, e tomando tierra como la otra vez, con mejor
orden e concierto pelearon con los guanches e los vencieron, e tomaron cabtivo chicos e grandes, que
uno non quedó, con todos sus ganados e fazienda. E así ovieron la vitoria de la
isla de Tenerife e la metieron en el
señorío de Castilla. E aquí se acabó la conquista de las islas de Canaria; e ganóse en año de MCCCCXCV.
E el rey e la reina dieron título al dicho Alonso de Lugo de adelantado de
Canaria”.
En los Acuerdos del Cabildo de Tenerife II (1508-1513), Elías Serrá
Rafols y Leopoldo de La Rosa Olivera (1952) afirman: “De la supuesta modorra que se dice atacó a los nativos
en los últimos días de su independencia no hemos hallado alusión alguna”.
En los Acuerdos del Cabildo de Tenerife I (1497-1507), el 19 de febrero
de 1507, 711. Que se guarde el puerto de Santa Cruz, se dice: “Los señores del
Cabildo por virtud de un razonamiento que Lope Fernandes, regidor, fizo que
dixo que vino ayer día de la ysla de Grand Canaria, diciendo que mueren de pestilencia e de modorra en San
Lúcar e en la cibdad de Sevylla e en todos los puertos de Castilla”. El mismo
cronista castellano Andrés Bernáldez escribe sobre la peste de Landres de 1507:
“y murieron tantos
que en muchos lugares murieron más que quedaron, y en Sevilla fue fama que
murieron más de treinta mil personas”.
De lo dicho anteriormente, se puede constatar que el nombre de pestilencia, peste y modorra podrían
utilizarse como sinónimos.
¿Por qué el dominico Fray Alonso de Espinosa hablaba de la pestilencia grande entre los
naturales en su libro de 1594? Es posible que su experiencia con la peste de
Landres de 1582-1583 en San Cristóbal de la Laguna le influyera en su posterior
relato, ya que llevó a mejor vida al menos a 10 de sus compañeros dominicos.
Éste es su relato: “hubo en la ciudad de La Laguna de esta isla de Tenerife y
en su comarca, que casi quedó despoblada y desierta de gente, habiendo muerto
en este tiempo más de siete mil personas. Y aunque de aquesta calamidad pudiera
bien escribir, como testigo de vista y en quien toda descargó, por haber
quedado solo en ella a la administración de los sacramentos”.
En los acuerdos del Cabildo de Tenerife (1496-1507), de 7 de septiembre
de 1501, se nombra los pobladores de la isla de Tenerife: “todos los vecinos
e moradores estantes e abitantes, asy castellanos como portugueses, canarios,
gomeros e guanches”.
Los guanches no padecieron ninguna pestilencia, peste o modorra.
Simplemente, muchos de ellos fueron esclavizados y embarcados para pagar el
coste de la conquista de Tenerife. Afortunadamente, una parte de los guanches
se quedaron en Tenerife, ya sea como hombres libres, horros o esclavos.
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