Lorenzo de Ara
¿Han llegado las
ayudas a las empresas y pymes de este nuestro país? ¿Cacarea el desgobierno que
nos gobierna (manda) que en España las cosas se hacen de puta madre, y a ver
quién es el guapo que niega la mayor?
Me pregunto cuáles
serán esas prioridades del grupo de amigos de Sánchez en Moncloa.
¿El posible colapso
de las empresas? ¿Los miles de ancianos que han perdido la vida en geriátricos
y residencias después de hacer posible el gran milagro económico de España? ¿La
destrucción de la economía y el consiguiente subidón del paro con la hambruna
general?
El populismo es una
hecatombe. Y cuando el vulgo vota y las teles de Vasile y Antonio Ferreras se
convierten en la mejor casa común de los horrores para entretener a 47 millones
de hijitos de los Ceaușescu, se explica entonces por qué la cara de Illa es el
mapa real de España.
¿A lo mejor
bastaría con recordar cuando salimos a los balcones a aplaudir todas las tardes
como monos de feria, que España es el país con más contagios entre el personal
sanitario? ¿Que el 20% de los infectados de coronavirus pertenece al sector,
frente al 10% de Italia y el 3% de Estados Unidos?
Y claro que esos
profesionales merecen el aplauso. Pero lo que más necesitan es material,
protección, sentirse seguros en el desempeño de su labor.
El aplauso es una
chuchería que vomita un pueblo que olvida a los muertos y se deja manosear por
el populismo y la demagogia.
37 facultativos en
España han perdido la vida. ¡Que se han ido a la mierda, aplaudidor vespertino!
En Angola no sucede un desastre así. Toma nota.
En Vallecas,
capital Galapagar, con el mayordomo Pedro Sánchez luciendo corbata roja o
morada, estas cifras importan bien poco.
Ya se encargan
Vasile y Antonio Ferreras de obrar el milagro entre los esclavos del
socialcomunismo.
El periódico El
País se fija en el “éxito” de Portugal en la guerra contra el coronavirus.
“Presenta una tasa de mortalidad por millón de habitantes de 77 personas y las
medidas recomendadas de confinamiento y paralización de actividades no
esenciales se tomaron con eficacia y prontitud.” Así es.
Pero el editorial
no se para ahí. Va mucho más allá: “Desde que se detectaron los primeros
contagios, llegados del exterior a principios de marzo, el Gobierno socialista
portugués se sintió arropado y apoyado por los partidos de la oposición
conservadora…toda la oposición ha adoptado desde el primer momento —incluso
antes de que empezaran a producirse fallecidos— una actitud crítica, pero un
límite claro y explícito: la necesidad de unidad en torno al Gobierno para
superar una potencial situación dramática para el país. En este contexto,
destaca que el primer partido de la oposición, el Partido Social Demócrata
(PSD, centroderecha) haya ofrecido al Gobierno socialista su total colaboración
sin reservas.”
Y es que en
Portugal reina la paz social. No hay bulos en las redes sociales. Las calles no
se crispan con los charlatanes de una oposición facha. Tal como aquí, por
supuesto.
No enseña El País,
no se atreve, en realidad no sabe cómo hacerlo, la verdad de España.
Aquí no hay
socialdemocracia; aquí el pozoe está convencido de que todos somos Besteiro.
Al grano. Si en
Portugal la oposición está con el Gobierno, sin que ello implique vasallaje, es
porque Costa no telefonea a Ferraz, porque no quiere saber nada de Moncloa, y
mucho menos de Unidas Podemos. Por el contrario, en la cuarta economía de la
Unión Europea (Portugal es la número 12), la política está al servicio del
Largo Caballero del siglo XXI. Y el sujeto quiere guerra, dictadura, el ordeno
y mando, vivir del cuento gracias a la rica Europa, matar ruiseñores y
amamantar cigarras.
Si la oposición (la
que todavía queda con vida) se uniera al pozoe y Unidad Podemos, millones de
españoles descubrirían, esta vez sí lo que es el estrés social, el
agrandamiento del clima irrespirable contra el Gobierno, además de exigir la
recuperación de los 15 millones de euros entregados a las cadenas privadas de
televisión.
Es evidente que en
Portugal la democracia está a salvo. Más pobre que la nuestra, sí, pero
democracia plena.
En España la
evidencia enseña que la democracia está llena de incertidumbre y dolor. ¡De
traidores!
No hay comentarios:
Publicar un comentario