Javier Lima Estévez. Historiador
En su paso por el Valle y, ante la necesidad de hacer tiempo
hasta la hora del almuerzo, Luis Roger acude a la venta conocida como “La
Habana”. La regentaba un cubano y en ella se distribuían bebidas de gran
calidad. Allí disfrutó de una animada charla. El dueño le preguntaría al periodista si había
observado muchos Afligidos en Los Realejos.
El forastero, con sorpresa y cierta duda, manifestaría no conocer tal
significado. Con una sonrisa en su semblante, el cubano le explicó que el
nombre de Cha Afligida y Cho Afligido
era una constante en el lugar, siendo el
nombre de pila más usado en esta tierra.
Sobre el Realejo Alto advierte la
presencia de la histórica iglesia parroquial y el encuentro con el sacerdote
para observar numerosos elementos de un notable valor histórico y religioso.
Por otra parte, no podía dejar de reseñar la localidad como escenario de nacimiento
de José de Viera y Clavijo (1731-1813).
El espíritu trabajador del pueblo se
llegaría a manifestar en la laboriosidad de sus habitantes, tal y como observa
en la producción de fuegos artificiales, la extracción de piedra pómez y, por
supuesto, en la industria de los calados a
la que se consagran todas las mujeres del pueblo.
La última parada en Los Realejos se
sitúa en torno al elevador de Aguas de Gordejuela, relatando un espectáculo donde la ciencia se hermana con la poesía y
donde la vida parece que siente el soplo de la tragedia. Desde allí
continuó hasta el Puerto de la Cruz. Un pueblo que caracteriza por unos
habitantes de espíritu liberal y rumboso.
En torno a las calles describe la presencia de espacios anchos y despejados
así como plazas y fuentes que ofrecían un marco de armonía sin comparación. La
vida comercial y hotelera discurría con dinamismo y la belleza del incólume
entorno de la playa de Martiánez también llega a ser objeto de su atención. En
la ciudad portuense encontraría el último lugar motivo de su viaje y el punto y
final a una crónica de la que se despide con gran melancolía por dejar atrás la
presencia de un espacio tan único como es el Valle de La Orotava.
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