Salvador García Llanos
Un empresario turístico y consultor internacional en
reputación, Pau Solanilla, es rotundo cuando afirma que “el impacto de la
paralización del sector turístico va a ser traumático”, comprobada la crudeza
sanitaria y económica que nadie estaba en condiciones de prever, por lo que
recomienda ir diseñando estrategias y programas para afrontar un nuevo
escenario caracterizado ahora mismo, como puede ser de otra manera, por la
incertidumbre.
Uno de los pensamientos de Solanilla, en cierto modo
sorprendente porque es rompedor, consiste en darle un nuevo enfoque a la
promoción y el marketing turísticos que, en su opinión, a partir de ahora,
deben basarse en lo que denomina “un propósito compartido”, esto es, en valores
comunes, y no estar centrados en la bondad de productos o servicios. Atención,
porque de aceptar este planteamiento estaríamos asistiendo a uno de los grandes
cambios en una materia que tanto ha preocupado a las administraciones públicas
y al sector privado que han llegado a tener algunas divergencias cuando han
tenido que decidir y seleccionar operaciones promocionales con tal de captar
mercados.
Valores comunes pueden ser empatía permanente y atención
personalizada, una predisposición para resolver demandas y problemas que
trasladen los clientes. En algunos destinos ya se había avanzado en esta
materia, sin una gran sistemática, pero con un cierto esmero para fidelizar a
los clientes. Las empresas, que habrán de decantarse si sobreviene una
tendencia a las fusiones, han de ser conscientes: tendrán que acometer una
estrategia de gestión de crisis efectiva. Y eso implica disponer de soportes de
gestión apropiados (ni un solo reparo a la innovación tecnológica) y de
personal cualificado y especializado que afronte cualquier situación
problemática en la que habrá de tener un papel activo para despejarla o
resolverla. Es una cuestión de afianzar la propia seguridad que el cliente
viene buscando.
Porque eso influye en la reputación del destino. El cambio
de filosofía salta a la vista: no se puede minimizar las pérdidas a costa de
los turistas. Pau Solanilla cita como ejemplo los conflictos que han surgido en
algunos sitios a cuenta de las reservas y las cancelaciones. La respuesta, en
su opinión, tendría que ser práctica y operativa pues los turistas, a su
regreso y en los círculos allegados, va a contar cómo le han tratado y cómo
buscaron solución a su problema. “Es en los momentos difíciles donde se
demuestra el propósito y los valores de una empresa. Si te cuentas de una forma,
pero actúas de otra, te pasará factura”, advierte el consultor.
Se deduce entonces que hay que aplicar los principios
elementales de solidaridad. Sí, esto debe sonar raro en el ámbito empresarial turístico,
pero habrá que acostumbrarse si convenimos en que se avecina un nuevo modelo de
gestión. La cuenta de resultados es relevante, sin duda, pero no lo único que
importa. Esos son los valores comunes de los que hablamos al principio. A
partir de ahora, se supone que habrá que pensar más en el interés general y
contribuir activamente a la búsqueda de alternativas para no descansar
responsabilidades en terceros o inhibirse con disculpas que difícilmente serán
aceptadas. Ante el cambio de modelo, Solanilla está convencido: “Aquellos que
hayan mostrado generosidad, estoy seguro de que la sociedad se lo va a devolver
con creces, tanto en capital reputacional como generación de futuro negocio”.
Y aunque siguen pesando las incertidumbres y nadie es capaz
de predecir lo que va a suceder a partir de la normalización, es bueno ir
preparándose y hablando de estas cosas. Todo da a entender que, en el negocio
turístico, el futuro no será lo que fue.z
Día 26 de la alarma
¿Será Jueves Santo? ¿Será festivo? Cómo saber el carácter
de los días en medio de la pandemia, si todo está igual ahí fuera: el silencio,
sus sonidos acostumbrados, el vacío, la oscuridad envolvente… hasta el cono que
nadie quiere sigue ahí. Cómo distinguir cuando se prolonga la alarma…
Hoy, precisamente, el Congreso debate la prórroga
solicitada por el Gobierno. La controversia previa se refleja luego, durante el
desarrollo de la sesión. Menos mal que las circunstancias (y las cámaras)
obligan a mantener las formas, que si no, sabe Dios hasta dónde alcanza la
bronca. Pero siendo justos, ha habido intervenciones razonables y consecuentes.
El presidente del Gobierno vuelve a estar firme y sólido. Ana Oramas (Coalición
Canaria), tras preguntar a Sánchez y Casado si ni siquiera ahora van a ponerse
de acuerdo, termina “resignada e incómoda”, al votar sí a la prórroga. El
debate dura hasta la hora de almorzar. Continuará por la tarde, ya con otros
temas.
De todos modos, la noticia parece estar en Bruselas, donde
el Eurogrupo aprueba un plan de rescate de quinientos cuarenta mil millones de
euros para hacer frente a los estragos del virus. Nunca antes se movilizó tanto
dinero con tal de superar un trance de esta envergadura. Y lo que te rondaré…
Ahora, el acuerdo alcanzado por los ministros de Economía y Finanzas supone
disponer de un fondo de recuperación una vez concluya la emergencia sanitaria.
Esto es lo que esperan y quieren los ciudadanos de la Unión Europea:
solidaridad, pragmatismo, operatividad, respuestas concretas a problemas
concretos. Las heridas no habrán cicatrizado, como se puso se manifiesto con
algunas intervenciones en el debate plenario del Congreso, pero esta inyección,
que parece de coramina, tiene efectos reparadores.
Se echa de menos un partido de fútbol, pero la propuesta de
la patronal turística consistente en disputar en Tenerife y Gran Canaria los
encuentros finales de las competiciones no va a prosperar, según la Liga de
Fútbol Profesional. Era un intento de estimular la afluencia turística, pero va
a resultar que no. Y no es por predecir pesimismo, pero habrá que hacerse a la
idea de las medidas que habrán de adoptar en los estadios para acceder y
acomodar a los espectadores. No hay partidos (salvo los de archivo, algunos ya
muy repetidos) pero la bronca entre los dirigentes del Barcelona no descansa.
Sixto Escobar, autónomo audiovisual, pide una impresión con
imágenes de la soledad y del silencio de la plaza del Charco. Ya saben que nos
manejamos muy mal con los dispositivos móviles, de modo que habrá que ensayar
para bajar y contar esas impresiones desde el escenario de los hechos (Pero qué
hechos). Sin noticias de La Vera, por cierto, o lo que es igual, buenas
noticias después del nerviosismo y la confusión del día anterior.
La tarde del Jueves Santo se llevó la vida de un maestro
artesano muy popular, Rafael Saigí, uno de los asiduos en las ferias de
Pinolere, en La Orotava. Hace cuatro años estuvimos presentes en la apertura de
una exposición que hizo en La Ranilla Espacio Cultural y le dedicamos un texto
en el que condensamos su virtud: “Una suerte de flechazo, un enamoramiento
súbito con el brezo, el palosanto, el jinjolero, el olivo y la sabina canaria,
o sea, con todo enmaderado extraído de especies arbóreas, que fue moldeando con
gusto y fruición hasta obtener resultados únicos y verosímiles”.
La feria registra, desde luego, un sensible vacío.
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