Jerónimo David Álvarez García
Ya se van
los Carnavales/cosa buena poco dura/ ya llega la Semana Santa/ la fiesta de los
curas
Al reanudar la segunda parte de nuestra entrega sobre la
Semana Santa en Realejo Alto en 1936, aportamos un apunte antropológico que
relaciona usos y costumbres de esa semana: no se escuchaba la radio, no se
barría, los hombres no se afeitaban el Viernes Santo, la hierba para el ganado
se segaba el miércoles acatando el Triduo, no sonaban las campanas desde el
jueves, sino la matraca y ese día se rezaban los cien credos. 1 El Triduo Pascual continuaba el Viernes
Santo y sus cultos se oficiaban en el altar de Nuestra Señora de los
Remedios; observándose todas las rúbricas dispuestas para este día. La
Adoración de la Santa Cruz 2 se
verifica en el centro de la Capilla Mayor a donde se traslada desde el lugar
antes dicho. Terminada la misa y previo un pequeño descanso, se organiza la
procesión del Nazareno para el Calvario en la forma siguiente: sale primero la
imagen de la Dolorosa acompañada del Evangelista, después de recorrer la parte
izquierda y superior de la plaza de Viera y Clavijo y Avenida de Fermín Galán
hasta la subida de la calle de Pérez Zamora, en cuya entrada espera al paso del
Nazareno; la imagen de la Magdalena sigue con la Verónica, que han salido al
mismo tiempo que las anteriores imágenes y la primera se coloca en la entrada
del camino viejo que se bifurca de la carretera y conduce a San Benito; aquí
espera el paso de la procesión para incorporarse a ella; la segunda continúa
por el nombrado camino hasta el punto de unión con la carretera para salir al
encuentro en el punto señalado. El Nazareno sale después de la parroquia por la
nave derecha o del Evangelio, rezándose en los sitios de costumbre el ejercicio
llamado Vía Sacra; toma la puerta mayor para entrar por los lados izquierdo y
superior de la Plaza de Viera y Clavijo, Avenida de Fermín Galán y Carretera
hasta rendir viaje en el Calvario.
El relato del Vía Crucis en el Viernes Santo hacia San
Benito, se reanuda en estos términos: al llegar a la entrada de la Calle de
Pérez Zamora, sale a su encuentro la imagen de San Juan que vuelve a su lugar anterior,
para volver enseguida acompañado de la imagen de la Dolorosa, que previa una
ceremonia que llaman “venia”, se incorpora a la procesión detrás de la imagen
del Nazareno, colocando la imagen del
Evangelista delante; el preste que hasta aquí venía presidiendo la procesión
detrás del trono del Nazareno, deja este puesto para colocarse inmediatamente
detrás del trono de la Dolorosa. Al llegar al punto donde parte el camino antes
citado que conduce a San Benito, sale la imagen de la Magdalena, que previa
igual ceremonia, se incorpora a la procesión colocándose seguido al trono del
Evangelista. Un poco más adelante aparece la Verónica, que después de hacer la
ceremonia de limpiar el rostro del Señor, sigue la procesión después de San
Juan y la Magdalena. Las escenas del encuentro de San Juan y la Virgen
María ante Cristo portando la cruz, así como la presencia de María Magdalena,
son extraídas de los Evangelios. No así la imagen de la Verónica
enjugando el rostro de Jesús, pues su nombre significa “verdadera imagen”
(vero-icono), esta escena pertenece a la tradición apócrifa cristiana. Continúa
nuestro relato: cuando la procesión llega al Calvario, todas las imágenes se
colocan en el interior de la Capilla del Calvario, 3 en mesas preparadas de
antemano, menos la del Nazareno que entra en la ermita de San Benito y allí
permanece hasta el Lunes de la semana de Pascua, según se dirá entonces.
Enseguida tiene lugar el sermón al aire libre, colocándose el púlpito en la
entrada, al lado derecho, de la Capilla del Calvario. Terminado el sermón, se
organiza la procesión de regreso a la parroquia, guardando el mismo orden de
colocación en los tronos 4 y por los mismos puntos de ida en sentido
inverso. En lugar de la imagen del Nazareno, que ha quedado en la ermita, viene
la urna con el Señor Difunto. Durante el regreso se viene rezando el Tercio del
Santo Rosario y preces de costumbre hasta la llegada a la parroquia. En lugar
de “Gloria Patri” en el rezo de los misterios, se dirá “Christus factus est pro
nobis usque ad mortem” y se contestará “Mortem autem crucis”. En años
posteriores a este diario, la procesión de regreso se deslucía, al contrario
que la de ida, pues los fieles la abandonaban para reservar asiento en el
templo durante los oficios del Viernes Santo, que seguían a esta. Se reanuda el
relato: al llegar al templo ubicaban los tronos en sus respectivos lugares, se
rezaba un credo arrodillados ante la urna del Cristo Yacente y finalizaban los
oficios.
Por la tarde, a la hora señalada, tenía lugar la procesión
del Señor Difunto con otras imágenes, haciendo el recorrido en igual forma a
los desfiles de días anteriores, es decir, la conocida “vuelta a la calle”. A
su regreso se oficiaba la ceremonia del Santo Entierro, para la cual el párroco
era ayudado por otro sacerdote, en su defecto por un ministro de la parroquia,
según se describe en la fuente: el párroco se coloca en el lado derecho y el
ayudante en el izquierdo; pone incienso, previa la bendición, inciensa primero
el sepulcro vacío; después coloca ayudado, la imagen del Difunto dentro del
sepulcro; lo levanta a la vista del pueblo por tres veces, elevándolo cada vez
más y por último vuelve a incensar y cubrir el sepulcro dando, para ello, un
golpe algo fuerte. Después sigue el sermón a cuya terminación se retiran todos
dando por finalizados los actos. Por la noche, el canto de Tinieblas en igual
forma que se hizo la noche anterior. Terminado este canto, se procede a la
procesión del Retiro 5 por el interior
del templo; después de dar una vuelta completa al mismo, siguen todas las
imágenes para la Capilla del Señor Difunto, donde se colocan todas las imágenes
y quedan depositadas para proceder más tarde a reintegrarlas a sus nichos u
hornacinas. Para la procesión se reviste el párroco con roquete, estola y
pluvial negros y frente al altar mayor entona “Procedamus in pace”. Durante la
procesión se van cantando estrofas del “Stabat Mater”; la última estrofa se
canta al llegar a la Capilla del Señor Difunto y colocan las imágenes a la
terminación de la procesión; allí se entona el “Ora pro nobis Virgo
Dolorosissima, etc” y enseguida la oración “Deus in cuius Passione”. Así
concluían los cultos de esa jornada.
En el Sábado Santo se oficiaban los cultos
propios de ese día, señalados por la liturgia. Aunque al toque de gloria se han
vuelto a usar las campanas, estas cesan terminado el canto del Gloria,
nuevamente, hasta la madrugada del día siguiente. En este día no hay culto de
ninguna clase por la noche. Para la fiesta de la Resurrección, es
pertinente aclarar que el Concilio de Nicea (325) ordenó su celebración el
domingo siguiente a la primera luna llena de la primavera. Su fecha varía cada
año al regirse por la luna, de ahí que en las procesiones nocturnas de Semana
Santa, siempre haya plenilunio. Corresponde al mes de Nisán del calendario
judío, en recuerdo de su salida de Egipto y coincide con ese calendario lunar.
El relato para el Domingo de Pascua o de Resurrección señala que
en la mañana se realizaba la exposición del Santísimo, conforme se señala en
el ritual y enseguida se cantan Maitines y Laudes. Durante el canto del Te Deum
se dará un repique general con todas las campanas. Mientras en el coro se canta
el Benedictus, se inciensa el altar conforme disponen las rúbricas. Terminado
(...) se organiza la procesión con el Santísimo Sacramento que recorrerá
idéntico trayecto que los restantes. 6
Al regreso se guarda la custodia y se da comienzo a la misa solemne sin
exposición, y al terminar esta, se da la bendición solemne con el Santísimo,
con las rúbricas debidas. Pasado un poco de tiempo, se reza una segunda misa
cuya terminación pone fin a esos actos. En la noche se oficia la novena
como de ordinario y se explicaba el catecismo de adultos.
El Lunes de Pascua por la mañana se oficiaba
misa cantada y por la tarde, a la hora estipulada, se encaminaban a la ermita
de San Benito para trasladar la imagen del Nazareno hasta la iglesia, pues
hemos visto que había quedado allí en la mañana del Viernes Santo. Era una
procesión privada o traslado, y para ella, el párroco vestía traje talar y se
ordenaba en la misma ermita de esta forma: se pone de rodillas ante la
imagen y empieza el rezo del Tercio, enseguida se levanta para seguir la
procesión de regreso a la parroquia por los mismos lugares y puntos de ida.
Durante el trayecto se reza el Tercio y preces de costumbre. Al llegar la
procesión a la parroquia, se coloca en sitio preparado la imagen y puestos de
rodillas ante ella se reza con lo que se dan por terminados los cultos. Por
la noche, según costumbre, se rezaba la novena como en los días ordinarios. Hasta aquí, la relación de cultos de la
Semana Santa en Realejo Alto durante la primera mitad del siglo XX. Esta fuente
histórica y su comentario, junto a otros estudios citados, aportarán al lector
fundada noticia sobre esos antiguos cultos. Debemos apostillar, que hasta la
década de los noventa transcendieron paulatinos cambios en estas ceremonias y
procesiones. En esa fecha acaeció un renacimiento, cuya inercia perdura, de
cofradías, desfiles, ajuares y adquisición de tallas neobarrocas, que
condicionó la identidad de nuestra Semana Santa tradicional, siempre más sobria
en las formas.
NOTAS
1.
Para ampliar este
tema remitimos a Álvaro Hernández Díaz en, AA.VV, Semana Santa: Los
Realejos. pp. 199-201.
2. En 1883, Olivia Stone constata en El Planeta Tenerife, las
quejas que un sacerdote vierte sobre el estado de la cruz procesional de plata,
por la falta de donaciones para rematar su trono argénteo, como había ocurrido
históricamente.
3. Una lámina datada en la primera mitad del siglo XIX, obra
del británico Alfred Diston (1793-1861), plasma la panorámica de Realejo Alto
desde el primitivo Calvario de San Benito. A la derecha del dibujo se aprecia
la esquina de la ermita de San Benito y a la izquierda la vivienda que luego
sería venta de doña Juana Fuentes (1895-1994).
4. Carlos Delgado adquirió varias tallas que aquí se
relacionan, se constata en; Hoy, 01.04.1934, p.3, Jable, Universidad de Las
Palmas de Gran Canaria: “Realejo Alto. Últimamente han sido adquiridas para la
parroquia de Santiago tres nuevas
imágenes de María Magdalena, la Verónica y San Juan. La bendición de esta
efigies tuvo lugar el domingo último en la expresada parroquia por el párroco
de la misma don Carlos Delgado, actuando de
madrinas las distinguidas señoritas Rita Bethencourt Francés, Adela
González del Carmen y María Ana y Josefina Acevedo Bisshopp y como padrinos los
jóvenes don José María González de
Chaves Aguilar y don José González del
Carmen. LA SEMANA SANTA. Con la solemnidad acostumbrada se celebraron los
cultos de la Semana Santa, acudiendo gran cantidad de fieles a todos los pasos
de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo que se verificaron en los templos de esta población.” Aunque la
nota relaciona la talla de la Verónica, no consta su adquisición contemporánea.
Agradecemos a Pablo Hernández Abreu esta referencia.
5. Esta procesión es el precedente de la actual procesión del
Silencio, que discurre por la Avenida Tres de Mayo.
6. Esa salida tiene su origen en la mañana del Domingo de
Resurrección que se efectuaba desde el Convento de Santa Lucía y se dirigía a
la Parroquia de Santiago. MESA MARTÍN, J.
Mª en El Nazareno Franciscano de … p.74.
Foto.
Entrada del Nazareno en la plaza el Viernes Santo. ARCHIVO JUAN GARCÍA DUMAS.
Publicado
en La Prensa El Día el 31 de marzo de 2018
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