Jerónimo
David Álvarez García
A NUESTRA SEÑORA DE LOS REMEDIOS EN REALEJO
ALTO (1529-1860)
Los
Trinitarios, adalides en el rescate de cautivos (se citará a Miguel de
Cervantes), se encomendaron a la advocación de Nuestra
Señora del Remedio, siendo sus insignes figuras San Félix de Valois y San Juan
de Mata. La devoción arribó a Canarias con la Conquista, vinculándose a La
Laguna en 1512 [Lorenzo Lima, 2015] y posteriormente a Tegueste, Buenavista,
Orotava, Llanos de Aridane y Realejo Alto [Hernández / Hernández, 2013]. Los
mismos españoles la introducirían en México con Hernán Cortés y sus tropas.
Los
antiguos cultos marianos en el Realejo de Arriba fueron diversos, a saber: Inmaculada,
Afligidos, Soledad, Socorro, Candelaria o Rosario. Mas, entre la cosecha de
verano y la vendimia [Hernández González, 2007] se enmarcará la fiesta de
septiembre que hoy se analiza, la advocación a Nuestra Señora de los Remedios.
Sea por devoción privada o parroquial, será una constante que se enmarca
geográficamente en este antiguo municipio y se data desde la tercera década del
siglo XVI.
Se
argumenta esta reflexión, según se desprende de la Escribanía de Juan
Gutiérrez (Archivo Histórico Provincial. P.N. 3359-B, fols. 36r y 36v), pues en
testamento de Martín Rodríguez de 16 de marzo de
1529, hace constar que desea ser enterrado en la iglesia del Señor Santiago de
Realejo de Arriba, disponiendo: “ítem manda a N[uest]ra Señora de
Candelaria media dobla y otra media a N[ues]tra S[e]ñ[or]a
de los Remedios”, siendo está la primera mención documentada de un feligrés
de Santiago a la advocación en estudio. Juan de Icod, en 27 de octubre de 1529
ante el escribano Juan Gutiérrez, deja a
“Nuestra Señora de El Realejo” y a Santiago, medio
real viejo a cada uno, (surge la duda si Nuestra Señora de El Realejo es
la Virgen de los Remedios). Conviene apuntar, que actualmente se conoce un
inventario parcial de la Parroquia que data de 1561, este relaciona pequeños
objetos y enseres de culto que custodiaba el sacristán, pero ninguna imagen. Es
decir, cabe la posibilidad que existiera una efigie de esta advocación. Más
aun, no sería erróneo suponer que una imagen “de los Remedios” que
estuviese entronizada en la iglesia para pública devoción, propiedad por
ejemplo, de la poderosa Familia Grimón, no constase en inventario alguno. De hecho, esa familia
perdió un Crucificado por el incendio de “sus casas principales”, sito
frente a la puerta mayor del templo [Camacho Pérez-Galdós, 1943]. En el volumen de “Tributos,
memorias y protocolos (1562-1666) de la Parroquia de Santiago, anotación 12º,
fol. 56”, custodiado en el Archivo Histórico Diocesano, por manda de Brígida de los Ángeles,
vecina de Realejo Alto y mujer que fue de Simón, de 7 de noviembre de 1569 se
dicta: “mando y es mi voluntad que todos los años se le diga una misa
cantada a Ntra. Sra. de los Remedios en su octava”, señalando como gravamen
las casas que habitaba y una dobla de oro como limosna. Testa ante Sáenz de
Gordejuela, prolongándose esta manda hasta 1826.
Respecto
a la iconografía, sólo se puede afirmar que en 1591 según acta pertinente, “había
en el Altar Mayor una imagen de bulto de Nuestra Señora de los Remedios, otra
del Señor Santiago y un retablo grande de pincel con la vida del Apóstol” [Camacho
Pérez-Galdós, 1983].
Prosiguen
las intenciones con Inés Hernández viuda de González, que lega “a la
advocación de Ntra. Sra. de los Remedios” por clausula dictada en Realejo
de Arriba a 13 de enero de 1594 [Mesa Martín, 2008]. Ana Núñez, instituye en la
Parroquia en 9 de mayo de 1604 una intención a esta devoción, para la que
señala tres reales de limosna. Baltasar Pérez Casado hace otro tanto en
testamento de 28 de diciembre de 1605: “una misa cada un año cantada a la
advocación de Ntra. Sra. de los Remedios, se diga la misa sobre mi sepultura
perpetuamente en [su día]”. Los volúmenes de Fundación de
Capellanías parroquiales nos remiten a Raquela Fernández de Lugo en 28 de
febrero de 1651, donde hace constar: “por las dichas cuatro fanegas de trigo
y cuatro de centeno de dicho tributo las misas rezadas cada un año, las tres a
la advocación de Santísima Trinidad y las otras tres a Ntra. Sra. de los
Remedios”. Ana Francisca, mujer legítima de Juan Rodríguez de la Guardia
vecino de Realejo de Arriba, en 9 de diciembre de 1681, decreta:“una fiesta
a la advocación de Ntra. Sra de los Remedios mi devota, en cada un año en el
domingo infraoctavo de Corpus que ha de ser y se entiende de Vísperas, Misa
Cantada, Sermón y Procesión y para esta limosna señalo tres ducados”. Luciana
de Mesa en 1 de diciembre de 1684 da “limosna de una misa cantada que quiero
se diga por mi anima y de mis difuntos en la dicha iglesia perpetuamente por
siempre jamás a la advocación de Nuestra Señora de Candelaria en el dicho altar
mayor de Nuestra Señora de los Remedios”. Ese año así también lo estipula,
Juan Díaz de Chaves y en 1685 lo decretan Andrés Pérez Barceló y Juan Yanes por
su alma y la de su mujer a la memoria de “los Remedios”. En 6 de septiembre
de 1689 María Miranda de Chaves ordena: “Ítem quiero y es mi voluntad dejar
como desde luego dejo, una memoria de una misa cantada con responso cantado
sobre mi sepultura la cual sea (de sitio primero) en algún domingo de
septiembre de cada año perpetuamente a la advocación de Ntra. Sra. de los
Remedios en la iglesia parroquial del Sr. Santiago”. En 19 de julio de 1695
Salvador Fernández Vasconcelos señala: “otra a la advocación de Ntra. Sra.
de los Remedios en su día y octava, por limosna dos reales y medio”.
En el
siglo XVIII, Francisca Ana de la Guardia viuda de Cristóbal Lorenzo Oramas
testa en estos términos: “es su voluntad dejar, como de hecho deja impuesta
una misa rezada de perpetuidad a la advocación de Ntra. Sra. de los Remedios en
la parroquia de este dicho lugar y señala de limosna dos reales y medio (…)
dicha manda se ha de decir en la dicha parroquia en el día de dicha advocación
y en su octava”. En testamento de 2 de octubre de 1721 Lucrecia Fernández,
viuda de Juan García, vecina de Realejo de Arriba en el pago de la Cruz Santa,
impone a cargo de la casa donde al “presente vivía la que deja por vía de
mejora”, a su hija María Fernández, con cargo de su tributo y una misa
rezada perpetuamente a esta advocación. Vicente Martín de Acosta en 23 de
diciembre de 1748 señala “misa rezada de perpetuo a Ntra. Sra. Madre
Santísima de los Remedios que se venera en dicha parroquia” por el ánima de
sus familiares, con limosna de tres reales de vellón que se dará al párroco que
corresponda. Se aplicará en su Natividad o en otro día de su octava siendo su
carga inalienable en manera alguna porque es su voluntad.
El Libro 3º de
Difuntos de la Parroquia nos trasladan hasta 1732, entre ese año y 1767
cuatro solventes devotos, a saber: Ana Francisca Llanos, Águeda Fernández de
Chaves, Juan Rodríguez de la Guardia y María de Guevara junto a su hija
Catalina instituyen en los meses de junio y septiembre memoriales con víspera,
misa cantada, sermón y procesión a Ntra Sra. de los Remedios. De la Fiesta del
8 de septiembre queda constancia en el libro parroquial de Imposiciones y
Fiestas (1768-1861). Así pues, en "ocho
de Sep[tiembr]e de mil set[esientos] sesenta y ocho a[años]
se hizo en esta Parroq[ui]a fiesta a Nuestra Señora de los Remedios con
lim[osn]a de alg[uno]s devotos, con misa, sermón y procesión p[or]
las calles, hizo gracia el Benef[iciado]. Al siguiente año “hizo
fiesta de Remedios el Alférez don Francisco Fernández Casanova, vecino de Realejo de Abajo por promesa, cantó
trece misas don Pablo García por el Sr. Beneficiado de Chaves, con diácono.
Hubo sermón y procesión por las calles. Hizo gracia el Venerable Beneficiado de
sus derechos. En la década de 1770 los cultos se asocian a los nombres del
alférez antes citado y José Antonio Rodríguez de León, vecino y escribano
publico del lugar, amén de la limosna de algunos devotos. Será en 1781 cuando
se institucionaliza la devoción que goza Nuestra Señora en la Parroquia, pues
el obispo canariense Joaquín Herrera de la Bárcena autoriza los estatutos de “la milagrosísima imagen de Nuestra Señora de
los Remedios (co-patrona de esta parroquia del Apóstol Santiago)” [Álvarez
García, 2012].
En años posteriores queda constancia de las
inclemencias del tiempo, pues las procesiones se circunscriben a la plaza, con
referencia obligada a las aportaciones de sus mayordomos como Antonio y Francisco [Pérez] Sanabria, aunque esporádicamente como sucede en 1785, la
fiesta la abona una devota. A ellos se suma el Beneficiado Agustín García de
Chaves. Desde 1788 a 1792 sufraga la misa, sermón y procesión el camarero Mateo Pérez Chaves, junto con el anterior prioste,
alcaldes que fueron de Realejo Alto. Para 1793 aportamos a Blas de la Cruz,
administrador del Pósito, quien pagó cultos y procesión con diáconos y comunidades.
Entre 1794 y 1797 asume la Fiesta, misa, sermón y procesión el alcalde y
mayordomo Domingo Fernández Vasconcelos y al año siguiente el también alcalde y
devoto, Juan [Rodríguez] Cruz Chaves, que la financia hasta 1813,
todos ellos incipientes propietarios y aguatenientes. Se citará por último, la visita de un franciscano en los cultos de 1806.
Se dará cuenta de las procesiones y
cultos extraordinarios, así "en doce de abril de mil ochocientos y
siete años, se hizo una procesión general, precedido ante novenario, en esta
iglesia parroquial Matriz del Apóstol Santiago del dicho Realejo, a
Nuestra Señora de los Remedios, al ante
dicho apóstol y otros más santos con la asistencia de la Comunidad de San
Francisco de estos lugares y su Orden Tercera y las Hermandades de esta
Parroquia, de todo lo que hizo gracia el Beneficio, cuya procesión se practicó
por la peste”. Nuevamente, en 18 de noviembre de 1810 se produce una
rogativa después del novenario por las calles por la cesación de la peste en la
Villa de Santiago de Santa Cruz de Tenerife con Nuestra Señora de los Remedios,
el patrón Santiago y San Sebastián. En "veinte de abril por la tarde,
año de mil ochocientos y doce a pedimi[en]to del pueblo hubo procesión
general por la seca a Nuestra Señora de los Remedios por las calles, con la
asistencia de la comunidad de San Fran[cis]co y Hermandades”.
Entre 1814 y 1816 los párrocos de Realejo de Abajo son
partícipes de los cultos, en tanto Pedro Próspero González Acevedo oficia la
solemnidad, pagada ocasionalmente por el arcipreste titular de Santiago a la
sazón, Antonio Santiago Barrios (autor del texto del Aluvión de 1826). La
lluvia obliga a suspender la procesión de 1816, mas, el hito histórico se
produce cuando“en ocho de Septiembre de este año mil ochocientos diecisiete,
se celebró en esta Parroquia del Apóstol Santiago de este lugar del Realejo de
Arriba, la colocación de la nueva imagen de Nuestra Señora de los Remedios, la
que el día antes por la tarde se había traído con todo aparato de la ermita de
San Benito a la dicha Parroquia con mucho concurso de personas, así de este
lugar como de los inmediatos, con asistencia del Venerable Beneficiado y
Capellanes del Realejo de Abajo y de esta Parroquia, la Comunidad Franciscana y
Hermandades. Hizo todo el oficio y la misa el Venerable Beneficiado don
Francisco García Yáñez” [Camacho y Pérez-Galdós, 1983]. La vinculación
parroquial con Realejo Bajo prosigue de 1818 a 1821, cuando ofician González
Acevedo y Yanes de las Casas abonando la misa Santiago Barrios y prosecionando
por las calles o la antigua plaza, en función de las inclemencias
meteorológicas. Queda patente la devoción de Antonio Santiago Barrios "de cuya imagen cuida el Sr. Bdo.
Barrios", pues oficia la solemnidad desde esta fecha hasta
1848, año previo a su óbito. En 1850 se
oficiará tercia, sermón y misa, con procesión por las calles a devoción del
Beneficiado Dr. Domingo González de Chávez, solemnizándose aún más con vísperas
y maitines hasta 1860. La última
anualidad reseñada es costeada por el emblemático Elías
González Espínola, hermano del poderoso terrateniente y alcalde realejero
Eliseo González Espínola, esposo a su vez, de Candelaria de Zárate Morales,
destacada devota de la advocación [Álvarez García, 2015].
Tras lo expuesto se evidencia
la connotación antropológica del culto analizado, confirmada en la
participación de la burguesía agraria realejera, clase política, estamento
religioso y devotos vecinos en general. La segunda parte del estudio,
compendiará el periodo decimonónico y contemporáneo, pues en nuestro empeño por
la divulgación histórica de este hito devocional, reafirmamos lo expuesto al
comienzo: el culto a Nuestra Señora de los Remedios en Realejo Alto es una
constante desde la primera mitad del siglo XVI hasta la actualidad.
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