Jerónimo David Álvarez García
Ya se van
los Carnavales/cosa buena poco dura/ ya llega la Semana Santa/ la fiesta de los
curas.
La Semana Santa
conmemora la Pasión y Muerte de Jesucristo. La Pascua de Resurrección implica
un paso o renacimiento: de la Naturaleza, del espíritu, del nuevo hombre o de
nueva vida. A esa semana religiosa anteceden la Cuaresma, que a su esencia
preparatoria: ayuno, disciplinas e interiorización, aúna la visión
antropológica, que la califica como periodo de racionalización de los recursos
alimenticios al final del invierno. A ese tiempo precede el Carnaval, previo al
Miércoles de Ceniza, fiesta pagana que se remonta a las Saturnales Romanas, al
coincidir en fecha e identidad del desenfreno popular. Estos festejos han existido a lo largo de la
Historia, alternando épocas de prohibición y permisividad, como resultó en las Fiestas
de Invierno del Franquismo en Canarias. La Semana Mayor florecerá en
Canarias tras la Conquista y configuró su idiosincrasia durante los siguientes
siglos, con aportes socio-culturales europeos. Esto no impidió que incluso a
principios del siglo XIX, la burguesía local instaurase nuevas procesiones o
florecieran más centros de producción artística religiosa en las Islas. En los
últimos años múltiples estudios han analizado este tema.
El devenir
histórico de Realejo Alto durante 1936, queda enmarcado en las alcaldías de
Manuel Espinosa Chaves, Francisco Morales Molina y Manuel Hernández Pérez. En
el municipio, condicionado por la convulsa coyuntura político-social nacional,
no acontecieron actos anticlericales dignos de reseñar durante la Semana
Santa,1 ni en otros momentos de esa etapa política. Mientras, la Parroquia de
Santiago estaba regentada por un célebre personaje, Don Carlos Delgado y
Delgado,2 quien legó un interesante texto sobre esa celebración y los restantes
cultos anuales de la parroquia; he aquí nuestra fuente de estudio.3
La transcripción parcial y adaptada del documento en cuestión, 4 se inicia con la Semana de Pasión: el jueves previo
al Viernes de Dolores, al toque de las 12 a las oraciones de este día, se
darán sendos repiques con todas las campanas anunciando la fiesta del día
siguiente. El Viernes de Dolores al toque del alba de este día,
se repiten los repiques en la misma forma del día anterior. A las horas
ordinarias de los días feriados se canta la misa en la Capilla del Sr. Difunto,
5 donde se encontrarán previamente, los tronos de la Virgen Dolorosa y el
Evangelista, colocados respectivamente a derecha e izquierda del altar. Por la
noche, los oficios se cambian por el “Nombre de la Virgen” en lugar del “Nombre
del Señor”, que se canta los Viernes de Cuaresma, guardando el mismo orden de
ceremonias que allí se estableció. En lugar del “Miserere” que se canta en
último lugar, se canta alguna
estrofa del “Stabat Mater”,
terminando con el “ora pro nobis Virgo Dolorosissima” y después la oración
“Deus in cuius Passione”. Así, puntualiza la fuente, terminaban los cultos.
Domingo de Ramos. La primera
misa se celebraba a la misma hora que
los otros domingos del año y a las 10 de la mañana comenzaba al canto de Tercia y
Asperges, (la mayoría de las preces citadas en el texto se mantienen
actualmente, pero el lector debe considerar que se han eliminado el latín y las
formas litúrgicas, tras la aplicación del Concilio Vaticano II). Después de
estos cantos se procedía a la bendición de palmas y olivos y se cubría con el
velo corrido, el altar mayor donde se celebra el culto, (descubriéndose al
terminar la bendición y antes de repartir las palmas). El preste distribuía los
ramos comenzando por los ministros. Luego entonaba el “Procedamus in pace”
y organizaba la procesión, que partía del altar mayor por el lado izquierdo,
nave de la epístola, para salir por la puerta de ese lado. Al llegar a la
puerta mayor se detenía para realizar las ceremonias que marcaba el Ritual,
(entre las que destacaba el acto de tocar la puerta mayor con la fusta de la
manga tres veces, al abrirse ésta entraban los fieles en el templo). Una vez
dentro se celebraba la misa propia del día. Nos advierte el texto,
que por la noche, a la hora señalada, se canta en el templo parroquial el
Nombre de la Virgen, encontrándose ya colocadas a los lados del presbiterio,
las imágenes de la Dolorosa 6 a la derecha y San Juan Evangelista 7 a la
izquierda. Tradicionalmente, los más jóvenes portaban este último paso
como estreno, o en prueba, para tronos de mayor porte que eran llevados por la
Hermandad del Santísimo y devotos en general.
Reanudamos la
lectura del texto: se observan las mismas ceremonias que se mencionaron para
los cultos de los Domingos de Cuaresma, cambiando los salmos y las oraciones
que son las propias del día. Terminado el canto del “Nombre”, se procede al
sermón y terminado éste, se organiza la procesión. El sacerdote con estola
y pluvial blancos entona en el altar mayor el “Procedamus in pace” y sale la
procesión; por el lado del Evangelio la Dolorosa y el Evangelista por el de la
Epístola, para salir por la puerta mayor por la parte superior de la Plaza
Viera y Clavijo y entrar en la calle de este mismo nombre, 8 por
donde se sigue hasta el punto llamado “Alhóndiga”. El regreso acaecía por
la misma calle y zona baja de la plaza, entrando en el templo por la nave de la
Epístola, (la plaza se extendía a nivel de la calle, pues no se había
desnivelado, como sucedió en las actuaciones urbanísticas del siglo pasado,
citadas arriba). Prosigue el texto: al ser colocadas de nuevo las
imágenes en sus respectivos tronos, se cantaba una estrofa del “Stabat
Mater” con su correspondiente versículo, a continuación, frente al trono de la
Dolorosa se entona la oración “Deus in cuius Passione”. Concluyendo y
retirándose los oficiantes a la sacristía.
Observamos por esta fuente, como el Lunes Santo los ritos
matutinos emulaban a los días ordinarios, pero se suprimía la procesión de
ánimas 9hasta la octava de Pascua. De igual manera sucedía en la mañana
del Martes Santo, excepto la procesión de tarde que se organizaba a las
7.30 horas, para trasladar la imagen del Sr. Difunto 10
desde su capilla a la ermita de San Benito, 11 en la forma siguiente: puesto el párroco
sin estola ni roquete, de rodillas ante la urna ya preparada en la Capilla,
empieza el rezo del Santo Rosario o Tercio y enseguida sale la procesión
privada por la parte superior de la Plaza de Viera y Clavijo, a tomar la
llamada Avenida de Fermín Galán y Carretera, (actual Avenida los Remedios),
hasta llegar a San Benito. En el trayecto se rezaba el Tercio, Letanía
Lauretana y preces de costumbre y al llegar la procesión a la ermita, se
colocaba el trono en el lugar preparado al efecto y se rezaba el credo.
Pronunciado el sermón de feria, se cantaba de rodillas ante la urna el
“Miserere”. Al terminar ese salmo se cantaba el versículo “Adoramus te
Christe” y la oración “Respice Quaesumus”, finalizando los cultos.
El Señor Difunto permanecía en la ermita de San Benito hasta el Viernes Santo,
cuando regresaba a la Parroquia, conforme se
dirá.
Para los cultos del Miércoles Santo se aporta
este relato: a las 8 de la mañana se da comienzo a la misa cantada
estando el altar mayor, donde se dice esta misa, cubierto por el velo blanco.
Cuando se leen o cantan en la “Passio” las palabras ”Haec dicens expiravit” se
produce un estruendo, haciendo estallar en lugar seguro y apartado, un objeto
cargado de pólvora o cosa semejante o de alguna otra forma, entonces de abre el
velo blanco para dejar al descubierto el altar mayor, cerrándose todas las
cortinas del templo con objeto de oscurecerlo. Con ese acto se retiraba el
velo y continuaba la misa sin otro particular. En la tarde se realizaba la
procesión de la Columna, 12
saliendo la Dolorosa y el Evangelista por la nave donde se situaban sus tronos
hasta la puerta mayor; de allí a la Plaza de Viera y Clavijo, Avenida Fermín
Galán, Calle de Pérez Zamora, Puente de Arriba (las actuales El Sol y La
Pila, respectivamente), Calle del Medio o República, lado izquierdo
nuevamente de la Plaza de Viera y Clavijo y entrar en la parroquia por la nave
de la izquierda o la Epístola. Esa noche se suprimía el canto de Tinieblas
y confesaban los feligreses.
El Jueves Santo a las 10 de la mañana comenzaban los cultos
propios del día. A las 2:30 de la tarde se oficiaba la ceremonia del Mandato
que se explica así: (…) cantado el Evangelio en el lugar destinado, previa la incensación
y demás ceremonias que marca el ritual para ese día, (…) se oficiaba el
lavatorio de los pies a doce miembros, previamente elegidos entre la Hermandad
del Santísimo (fundada en 1629). Terminada esa ceremonia partía la
procesión del Crucificado, 13 junto a la
Dolorosa, San Juan Evangelista y la Magdalena guardando el mismo orden de
salida, recorrido y entrada que la procesión del día anterior. Al regresar
esta procesión, la imagen del Crucificado no entra en la Parroquia sino que se
coloca en la Capilla del Sr. Difunto, entrando solamente las restantes que se
colocan en sus respectivos tronos (…). Mientras esta procesión está haciendo su
recorrido, se traslada la imagen del Nazareno, 14 ya preparada, desde la
Capilla del Sr. Difunto a la Parroquia para colocarlo en el trono donde antes
se encontraba el Sr. Crucificado. Terminada
esta procesión y previo un corto descanso, se organiza la visita al Monumento
15 de la Parroquia de la Concepción del Realejo Bajo. Vemos su descripción en el siguiente punto.
La comitiva
compuesta de clero y feligreses bajaba por el callejón de Godínez hacia
el otro pueblo. Al llegar a su templo se dirigían donde estaba instalado
el Monumento y rezaban de rodillas, una estación al Santísimo. En ese momento
los pendones y banderas que portaban permanecían recostados en el suelo, (éste
y otros actos o gestos que el lector observará, se siguen produciendo en los
actuales cultos). Al finalizar el rezo de la estación, se
organizaba la salida por la nave que habían usado para entrar y así regresar a
Realejo Alto. La subida se hacía por San Agustín, cuyo lado derecho pertenecía
al municipio, para seguir por la carretera que unía ambos pueblos, hasta Las
Cañitas. Se establecía la ida por vías y lugares opuestos a la vuelta, pues a
esa hora salía la feligresía de la Concepción del Realejo Bajo a visitar el
Monumento de Santiago, con las mismas ceremonias y acompañamiento. Para evitar
la confusión que originaba el encuentro de comitivas, se convenía que unos
parroquianos subieran en sentido contrario a los otros y así concluían al mismo
tiempo, sin coincidir en el trayecto 16. Si por alguna circunstancia o motivo
de orden público, los párrocos, en común acuerdo, creían oportuno la suspensión
de la visita, celebrarían los actos en sus propias parroquias, bien en el
interior del templo o en calles adyacentes. La cancelación podía motivarse por
los altercados explicados antes, o por el anticlericalismo común en la España
de la época. 17 Prosigue el diario para ese día: a las 8 de la noche comenzaba
el canto de Tinieblas llamando así al canto de Maitines y Laudes, observando en
esto todas las ceremonias y rúbricas que marca la liturgia para estos oficios.
El canto es semitonado sin acompañamiento de órgano ni armonium. Al empezar el
canto del “Benedictus”, sale el sacristán desde el coro llevando con humeral y
precedido de todo el personal de acólitos, la única vela que quedaba en el
llamado Tenebrario, por la nave central hacia el altar mayor para esconderla
bajo un trono hasta la terminación de este canto, en que la hace ver al público
por tres veces, con lo que termina este oficio.
NOTAS
1.
Para ampliar en la Semana Santa
realejera: AA.VV, Semana Santa: Los Realejos. Ayto. Los Realejos,
se complementa con los trabajos editados, en los Programas de Semana Santa
de Los Realejos, y LÓPEZ PLASENCIA, J. Cesareo, “La Semana Mayor en el
Realejo de Arriba, ss. XVI-XX”. 07.04.2001, La Prensa- El Día.
2. Nació en Puerto Rico (1893-1972) fue párroco de Garachico,
Realejo Alto (1928-1948) arcediano y canónigo magistral
3. Otro texto relaciona estos cultos: La Gaceta de Tenerife,
23.03.1937, p.3. Biblioteca Universidad de La Laguna.
4. DELGADO DELGADO, Carlos, “Orden de los cultos
que se celebran es esta Iglesia Parroquial en los días ordinarios de la semana
y en las funciones que se celebran durante el año. Año 1936”, pp. 6-13.Archivo
Parroquia de Santiago de Los Realejos. Agradecemos a Gaspar Carballo su
conservación, la cesión de su partida de bautismo y la publicación de un
extracto titulado: “La Semana Santa del Realejo Alto en tiempos del recordado
sacerdote don Carlos Delgado”, en Programa de Semana Santa de la Parroquia
Matriz del Apóstol Santiago. Los
Realejos, 1999.
5. Esta capilla y otra, sita entre el cementerio
y la plaza; son derruidas hacia 1960 para trazar la actual trama urbanística
6. Tras las varias hipótesis publicas o
propuestas, las más recientes de Pablo Hernández Abreu, sobre la procedencia de
esta talla, dejamos pendiente el análisis a los historiadores del arte.
7. Ese paso fue sustituido en los años
noventa por su antiguo homónimo;
preservado en la iglesia y restaurado.
8. Es la actual Avenida Tres de Mayo, rotulada
históricamente como la Alhóndiga, Viera y Clavijo o Calvo Sotelo.
9. La procesión de ánimas tenía lugar los lunes
del tiempo ordinario y queda redactada en la fuente en estudio, página 2 de su
preámbulo, de esta forma: “a las 8 de la mañana, misa rezada. Al final toma
pluvial y estola negros y procede a la procesión general de los difuntos
cantando los responsos en los lugares de costumbre hasta el cementerio viejo
(sin entrar en él) y a su regreso, queda frente al altar de las Ánimas donde se
da por terminado el acto”.
10. Este Cristo Yacente fue primitivamente un
crucificado, como se deduce de la morfología de sus brazos que fueron cortados
y unidos al cuerpo en decúbito supino. En esta época de mayor irreligiosidad,
la Nueva Cruzada utilizó imágenes articuladas para escenografiar el
descendimiento y entierro de Cristo, como catequesis a los fieles. Al igual que
sucedió con la población iletrada de la Edad Media y en contraposición a las
ideas religiosas de la Ilustración.
11. José Mª. Mesa Martín, en El Nazareno Franciscano
de Los Realejos. Historia y culto, pp.71-72, documenta
la existencia del antiguo Calvario desde 1667, y conjetura que puede ser más
antiguo aún, aportando la teoría por la que la ermita de San Benito fue fundada
por el regidor don Benito Viña de Vergara, propietario de las tierras
adyacentes.
12. Esta procesión está datada entre las más
antiguas y qué perdura actualmente. Se documenta en los libros de mandas de la
Parroquia que fue sufragada, junto a su función religiosa, por el terrateniente y alcalde de Realejo Alto del siglo XIX, Gregorio Pedro
Espínola, desde finales del S. XVIII
hasta 1812.
13. Esa imagen llegó a Realejo Alto en 1846 tras
la Desamortización del Convento Franciscano de Las Palmas. AA.VV, Semana
Santa: Los Realejos... p. 81.
14. Esta talla procedente del Convento Franciscano
de Santa Lucía procesionó desde ese cenobio a la parroquia hasta el primer
tercio del siglo XIX y desde 1852 al Calvario de San Benito. AA.VV, Semana
Santa: Los Realejos... p. 75.
15. Es el túmulo
que el Jueves Santo se forma en las iglesias, colocando en él, en un arca
pequeña a modo de sepulcro, la segunda hostia que consagrada en la misa del día
y reservada para los oficios del Viernes, en que se consume. RAE.
16. Los altercados en esas procesiones proceden de
antiguo, como cita: CAMACHO Y PÉREZ-GALDÓS, Guillermo, Iglesias de de la
Concepción y Santiago Apóstol, p. 42, donde
reza: las comitivas, como iban de un lagar para otro, llegaban muy
desconcertadas, sin luces por haberse muerto con el viento en tan largo camino,
las imágenes maltrechas por los barrancos que se pasan y lo peor dice, es que
si se encuentran en el camino las dos procesiones, tienen diferencias y se dan
matracos unos a otros y aun suele haber pesadumbres y palabras descompuestas y
aún cuando llegan a las visitas a los monumentos (…), a lo cual manda el obispo
que cada pueblo se quede en su casa.
17. Como ejemplo, el
alcalde santacrucero Emilio Calzadilla abonó de su peculio la tocata de la
Banda Municipal de Música, durante la procesión de Semana Santa de Nuestra Señora
de las Angustias de la ciudad, pues los concejales no desearon abonar los
honorarios de la agrupación. Esa talla y procesión serán recordadas como “la
republicana”.
FOTOGRAFÍAS
Foto 1. Procesión de
Viernes Santo al Calvario de San Benito. ARCHIVO JUAN GARCÍA DUMAS.
Publicado en La Prensa EL DÍA el 24 de marzo de 2018
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