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martes, 3 de marzo de 2020

LA JUSTICIA Y LA SIN RAZÓN

Antonio-Pedro Tejera Reyes

Son muchas las veces que hemos escrito sobre estas dos profundas vertientes de la vida humana, en la que desgraciadamente hemos tenido que soportar, los más esperpénticos episodios.

En cuanto a la primera, la justicia, nos queda el consuelo a los creyentes de pensar que la justicia divina algún día será la que prevalezca, ante el continuo atropello que se publica constantemente, de la justicia terrenal.  Motivos más que suficientes tenemos para escribir esto.

En cuanto a la segunda, la sin razón nos martiriza constantemente en unos momentos difíciles, críticos y complicados donde parece que lo único que vale es el poder político y la fuerza, frente a la honestidad, la honradez, y los principios humanos de la compresión y el trato amable, frente a los de la soberbia y el ego personal, sin valorar para nada a quienes tenemos a nuestro entorno, como no sea para apoyarnos en ellos todo lo que podamos sin concederle un mínimo de valor, aunque sus cotas hayan alcanzado las mas altas cumbres que por su capacidad de trabajo, su conocimiento, su laboriosidad y su inteligencia les hayan colocado en auténticos pedestales, incluso a niveles internacionales.

Así se está escribiendo la historia de la humanidad actual unida, claro está, a la degeneración de la raza, la corrupción y esa soberbia que señalamos la cual llega hasta personajes que son capaces de arrogarse la verdad como algo propio, cuando lo único que les sostiene es precisamente su arrogancia.

Son múltiples los casos que vemos diariamente en la vida cotidiana, dentro de la política, la empresa, o lo social, los cuales podemos señalar cumplidamente, sin molestarnos mucho en buscarlos.

La humildad parece haber desaparecido de un plumazo en el género de vida actual. Culpar a los demás de nuestros defectos es lo normal. Los gobiernos actuales culpan de sus males, a los anteriores, y las personas a todo el que encuentran por su lado. Nunca ellos son los culpables. Así tenemos un país debatiéndose en la mayor miseria del mundo – donde se roban hasta las bolsas de la basura – mientras se pregona que la culpa es… “de aquel maldito tango”.

Con las personas pasa igual. Cuando se demuelen material o sicologi-camente, todas las más hermosas estructuras de una relación ya sean comerciales, sociales o amorosas, se les imprime la frase: tú lo decidiste, Y así se pretende ocultar las verdaderas razones de los fracasos y los índices reales de su razón. Es la marca de la cultura de la sin razón, apoyada con la soberbia del que se cree en poder de la verdad, porque lo digo yo. 
El mundo sigue evolucionando, y si hay algo que sabemos y hemos conseguido ver hecho realidad, es que no hay mal que cien años dure, ni cuerpo que lo resista.

“Venezuela Imán”, escribía José Antonio Rial, en los años 1950.

“Eres mi ilusión”, lo escribimos en los años 2000… ¿Ahora qué?

Servir es mi ocupación…  mi devoción. Principio rotario.

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