Javier Lima Estévez. Historiador
Con motivo de la celebración de los 88 años del natalicio de
Antonio Pérez Bethencourt (La Orotava, 7 de marzo de 1932) reproducimos a
continuación el artículo que dedicamos a su persona y que publicamos originalmente
en el periódico Diario de Avisos en
dos partes (domingo 29 de diciembre de 2019 y domingo 5 de enero de 2020). Le
transmitimos nuestra más sincera felicitación.
Introducción
Hay perfiles biográficos que, por sus propias
circunstancias, nos aproximan al conocimiento del entorno desde diferentes
puntos de vista y cuyo análisis, si no se realiza, se deja de conocer una parte
de la realidad más próxima. Ello sucede cuando nos acercamos a la vida del
orotavense Antonio Pérez Bethencourt. Con una memoria privilegiada, voz pausada
pero firme en sus respuestas, cierto toque de ironía en algunos comentarios y,
un sentido del humor que expresa con leves sonrisas, Antonio, a sus 87 años,
nos traslada ante la evolución de su municipio natal desde sus vivencias. Un
testimonio que, fundamentalmente, permite conocer el trabajo desarrollado
durante décadas en La Venta Nueva, en el negocio creado por su padre y en el
que trabajó siempre en compañía de su recordado hermano, Camilo Pérez
Bethencourt. Ambos, como parte de una segunda generación, continuaron en la
senda de proyección y difusión de tal espacio a lo largo de nuestro territorio,
con iniciativas que lograron salir adelante con gran esfuerzo. Acudimos hasta
él en dos ocasiones en compañía del amigo y secretario de la ACH de Tenerife,
Hans Kamella. Tras algunas horas de conversación, intercambio de impresiones y
un agradable almuerzo le prometimos a Antonio, a su esposa Lala y a su hijo
Eduardo, ir hilando el contenido que el lector tiene ante sus ojos.
Primeros años de
vida y formación
Antonio nace el 7 de marzo de 1932, en el municipio de La
Orotava, siendo hijo del matrimonio formado por Pedro Pérez Perera (natural del
Puerto de la Cruz y hermano de la madre del memorialista portuense, Melecio
Hernández Pérez) y Matilde Bethencourt Miranda (hermana de José Bethencourt
Miranda, primer guía oficial de El Teide). Ocupa la última posición de cinco
varones. En su memoria, con inevitable nostalgia y algunas lágrimas en los
ojos, se agrupan las vivencias cuando se le pregunta por sus hermanos mayores;
todos ellos ya desaparecidos. En esa relación se incluyen los nombres de Pedro,
Juan José, Domingo (profesor de química con una calle dedicada en La Orotava y
vinculado al origen de la fábrica Andomi, junto a Miguel y Antonio Herreros) y Camilo
(impulsor también, como parte de la segunda generación, de la Venta Nueva).
Cada uno de ellos en el recuerdo por su participación en diferentes ámbitos e
iniciativas.
Antonio adquiere su primera formación en la academia
municipal de dibujo dirigida por Perdigón, así como en el Colegio Farrais, con
una serie de profesores que califica como excelentes. Su familia pagaba por
esta última institución una cuota de 45 pesetas mensuales. De aquellos años de
formación no olvida las lecciones en diferentes materias del maestro Inocencio
Sosa Hernández. Con posterioridad, según avanzó hacia otros niveles educativos,
llegó a acudir hasta su domicilio un profesor desde Icod de los Vinos llamado
Marcos, con el fin de dictarle clases particulares. Por diversos motivos no
pudo seguir estudiando, aunque señala que su ilusión hubiera sido cursar la
carrera de derecho. Sin embargo, en su etapa ya como adulto, realizó estudios
de peritaje mercantil.
Su padre emigró, como tantos otros canarios, a la isla de
Cuba. Tras el trabajo desarrollado allí regresó a Canarias con algo de dinero.
Decidió, a partir de tal circunstancia, crear en el año 1918 un negocio
diferente a lo que existía por entonces en La Orotava. Tal y como precisa
Antonio, lo que predominaba en el lugar eran pequeñas ventas que intentaban
cumplir con las exigencias propias de una vida diaria definida por numerosas
limitaciones.
Lo cierto es que su padre fallece cuando apenas contaba nuestro
biografiado con ocho años de edad, dejando como legado el negocio fundado con
tanto esfuerzo. A partir de entonces su mujer se hace cargo del establecimiento
y en ello colaboran de forma decidida, durante una primera etapa y hasta su
independencia, los hermanos mayores de Antonio. Desde su infancia, junto a los
estudios, nuestro biografiado también ayudó en todo lo posible en la empresa.
Su función incluía desde colocar los precios en los productos a distribuir la
mercancía en el local, limpiar las botellas, supervisar el reparto y otra serie
de funciones propias de un espacio de tales características.
Sobre la llegada de los productos a la Venta Nueva recuerda
a un señor apellidado Pacheco que se encargaba de ello cuando, en unos primeros
momentos, no disponían de un vehículo propio para tal fin. Con el paso del
tiempo lograron adquirir, para cumplir con tal función, un modelo Ford 4. Con
ese vehículo, Camilo acudía en ocasiones hasta dos veces al día desde La Orotava
con destino a la capital tinerfeña. Un viaje que se realizaba con el fin de
buscar la mercancía, debido a que, en numerosas ocasiones, recibían la noticia
de un precio favorable que no podían dejar escapar.
El trabajo en La
Venta Nueva
La senda de las vivencias correspondientes a Antonio Pérez
Bethencourt y La Venta Nueva nos aproxima ante un diagnóstico de las pésimas
condiciones que presentaban las vías de comunicación y el daño que causaban
sobre la rueda de los vehículos. En ocasiones llegó a conducir pero, por lo
general, era su hermano Camilo el responsable de llevar el automóvil para
adquirir la mercancía en la capital tinerfeña.
Antonio recuerda que se vendían muchos artículos, destacando
la venta de vino. Tal producto se llegaba a guardar en un local frente a su
domicilio. Depósitos de hasta 400 y 600 litros que tenían una gran demanda;
aunque también comerciaban con vino embotellado. Hasta La Venta Nueva llegó a
acudir en varias ocasiones Domingo Febles, representante encargado de la
distribución de la conocida empresa Cadbury.
El trabajo en la venta exigía levantarse desde muy temprano
y continuar con ello hasta la noche y, en muchas ocasiones, abrir los domingos.
Todo ello teniendo en cuenta que muchos comestibles venían a granel y había que
separarlos o empaquetarlos con diferentes medidas. No duda en advertir que, a la hora del
cierre, siempre se presentaba algún cliente en la puerta con el fin de adquirir
algún artículo.
La variedad y la novedad de productos constituye, sin lugar
a dudas, uno de los sellos distintivos de la empresa. En cierta ocasión,
coincidiendo con unas fiestas, decidieron comprar un queso con un peso
aproximado de 35/40 kilos. Cortarlo fue toda una odisea pues, como recuerda
Antonio, “con el corte de una lasca salía un kilo y medio”.
La gente con mayores posibilidades de La Orotava, que tenían
a muchas personas trabajando, poseían diversas cartillas de racionamiento que
podían ir a parar a cualquier establecimiento. Sin embargo, La Venta Nueva les
ofrecía la posibilidad de cumplir con muchas expectativas. Gracias a grandes
dosis de esfuerzo, la seriedad y el compromiso de numerosas personas, lograron
expandirse. La clave realmente de ese proceso y el momento que marca un punto
de inflexión en la empresa sería el turismo. Recuerda que, a partir de tal fenómeno,
comenzaron a llegar nuevos productos que, por entonces, no existían en la isla.
Numerosas personas trabajaron junto a los hermanos Pérez
Bethencourt, siendo un ejemplo de ello la labor desarrollada durante algunos
años en el apartado de la administración por mi abuelo, Domingo Lima Martín
(1927-2001).
En junio de 1961, contrae matrimonio con María Candelaria
Martín Hernández, que trabajó como secretaria de la oficina que tenía su padre,
el destacado constructor Manuel Martín Méndez, en el Paseo Domínguez Alfonso.
En los años setenta, inició su cargo como Juez Comarcal,
prolongándose tal función durante varios años. Un acto que recuerda con orgullo
y satisfacción y, también, con complicadas etapas debido al complejo proceso de
la Transición democrática española. Como vivencia que más le impresionó de esos
años no olvida una visita, tras el oportuno aviso, al Parque Nacional del
Teide. El motivo era que allí se encontraba un extranjero fallecido como
consecuencia de la impresión que le causó la presencia tan cercana de rayos en
el cielo.
De su labor por las islas como representante señala una
visita décadas atrás a la isla de Lanzarote –junto a Pepe Arencibia- en una
travesía a barco que, a su vez, representó toda una odisea. En ese momento
llevaba almidón como muestra. Le pidieron cuarenta kilos cuando tan solo
llevaba dos. Por ello, se vio obligado a realizar un trueque.
Tiempos nuevos ahora donde las máquinas, otras realidades y
formas en la distribución se imponen
frente a lo existente hasta pocas décadas atrás y que constituyen, en la
memoria de Antonio, fragmentos de una vida dedicada a tal espacio, incentivando
la imaginación y el trabajo ante complejas circunstancias.
En la actualidad, el negocio es un referente en numerosos
ámbitos y, tal y como establece la página web de La Venta Nueva, se trata de
una “empresa dedicada a la distribución exclusiva de productos de alimentación,
bebida, limpieza y otros, para los sectores de restaurantes, bares, hoteles,
colectivos, supermercados y bazares”, que desde el 2006 tiene a la tercera
generación en el Consejo de Dirección.
Conclusión
La Venta Nueva, la empresa creada por los padres de los
hermanos Pérez Bethencourt, es hoy un espacio reconocido en la trayectoria
histórica empresarial de La Orotava. De su sencillo origen en la distribución a
particulares evolucionaron, poco a poco, a la distribución a empresas,
manteniendo siempre la mirada puesta en el horizonte de la proyección hasta
conseguir ser mayoristas y generar, a través de esa actividad, un nombre
propio. Su historia es el reflejo de una empresa ya centenaria que presenta con
orgullo el título de Medalla de Oro por el Cabildo de Tenerife desde el año
2019. Aglutina tres generaciones y más de cien años de historia a los que, de
forma breve, nos hemos aproximado a partir del relato de uno de sus
protagonistas.
Gracias Antonio, Lala y Eduardo por las facilidades, el
compromiso y la ayuda para la materialización del presente artículo.
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