Lorenzo Soriano
Si, el trampantojo democrático que vive España, lo definía
a su modo un antiguo escritor francés. Dejá Vue. La democracia conseguida en la
transición, imperfecta pero bastante digna y rigurosa, se ha convertido en una
simulación de la misma, bordeándola pero por fuera de la raya roja donde ya se
confunde con otra cosa. Y esa otra cosa, como comprenderán, no es mejor cosa
sino todo lo contrario.
Si se fijan con detalle lo que está ocurriendo en el
panorama político español, es punto por punto una escenificación de lo ocurrido
en el 31 y que devino en lo del 36, como no pudo ser de otra manera. Y con el
resultado que tuvo en el 39 y que parecen que es lo que únicamente quieren
cambiar nuestros dirigentes actuales. Repetir todo, excepto el final y el
resultado. Están convencidos de que si hubiese habido otro resultado, estarían
ellos mucho mejor. Todos no, ellos quizás.
Lo primero es las elecciones de las que sale este engendro
llamado gobierno Franconstin, como lo humorizo Wilder, ya que el original era
más serio y esto es un auténtico circo. Salió con un voto de diferencia, 2
pucherazos y compra de voluntad denunciados. Seguidamente, y sin ejército rojo
y sin milicias y milicianos a mano aun, acaparan todos los puestos relevantes y
preparan el asalto al último bastión que se les resiste. La justicia. Un poco
solo, pero resiste. Antes tienen que allanar el camino, y como la prensa no
está completamente dominada, aunque si la inmensa mayoría, ya amenazan y
preparan las cárceles donde van a encerrar a quienes son críticos. Ellos le
llaman la caverna. Mientras, los comunistas van de zapadores bajo los pies de
los socialistas, sobre cuyos hombros llegaron al poder. Sin duda, ya tienen el
poder, ya achantan a los socialistas, que rojos y malos son pero no llegan aun
a la perversidad comunista y terroristas, aun. Calcado.
Y siguen. La suelta de presos comunes, golpistas,
sediciosos, y mafiosos ya se está produciendo y será un hecho en breve y de
aluvión. El voto comprado, la apertura de fronteras para conseguir votos, el
cambio de leyes por leyes absurdas, incomprensibles e inaplicables, ni siquiera
por la redacción que las hace confusa y aleatoria o ininterpretable.Desconocen
que el Progresismo del que presumen los destructores, es hacia el totalitarismo
y que cuando arriben, todos esos compañeros de viaje serán eliminados.
Separatistas, terroristas, okupas, ilegales, y demás pelajes y opciones que
ahora los apoyan, serán destruidos sin piedad.
Pues bien, para sacrificar generaciones y perpetuarse en el
poder, adoptan al Gramsci-Maquiavelo asimilado al comunismo colectivista,
anulando todo lo individual, asaltando la educación. ¿Para qué sirve la
educación pública? Pues para que los padres no tengan el control ni la
prevención de que aleccionadores, embaucadores y desnortados les llenen de
mensajes y consignas a los educandos. Los seleccionan ellos y les dan el
“programa obligatorio” a exigir.
En fin, esto es de verdad un contubernio, pero da la
impresión de que nadie lo quiere parar, y al que lo intenta, se le lamina sobre
todo con “fuego amigo”. Los resultados de esta dejación, de plante y falta de
energía en manifestarnos, lo pagaremos caro. Algunos más que otros sin duda, y
quizás sea eso lo que nos merecemos. Y sigue la moviola calcada.
La financiación ya no viene de la Madre Rusia ni del
padrecito Stalin. Viene de algo mucho peor, que si, que cabe algo peor. De otro
continente y conseguido de manera más abyecta pero más ilimitada. Hay toda la
pasta del mundo para engrasar esta “revolución”.
Para seguir con la moviola, la derecha, los liberales, los
moderados, se dejan machacar, aceptan, entregan, consienten, permiten, y a
veces, inexplicablemente y de manera suicida, apoyan alguna cosa para hacerse
los “modernos”. Y si alguno levanta la voz como Cayetana, su propio dizque
correligionario, son los mamporreros que primero se desmarcan y la tratan de
silenciar, ningunear y marcar la diferencia. Ellos no están en la “crispación”,
sino en consentirles a la izquierda todo. Acuérdense de la pesadilla de
Montoro. “que arruinen al país que nosotros ya lo levantaremos”. Y de Soraya y
su despachito Catalán. Y de la venganza de Rajoy contra los españoles, y contra
su propio partido, a los que, según el gallego, había de dar una lección,
disciplinarlo y rigorizarlo.
Desconocen que el Progresismo del que presumen los
destructores, es hacia el totalitarismo y que cuando arriben, todos esos
compañeros de viaje serán eliminados.
El futuro no existe, la predestinacion tampoco. Se puede
cambiar el final, si nos ponemos de verdad a ello.
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