Javier
Lima Estévez. Historiador
La obra
de José Agustín Álvarez Rixo (1796-1883) representa una aportación esencial
para el conocimiento de la realidad canaria del siglo XIX. Sus investigaciones
abarcan diversos ámbitos del conocimiento, destacando sus análisis sobre la
realidad local. Muestra de ello sería el manuscrito inédito Algunas tradiciones que como también varios
datos curiosos sobre semejanzas tradicionales, objeto de nuestro análisis y
publicado en la revista El Pajar
durante el año 2017.
En uno de los capítulos ofrece un interesante
análisis respecto a las semejanzas físicas y morales que observó en algunas
personas de su tiempo, justificando su acción «al considerar que poco o nada sé
para darles por mi mismo satisfactoria solución, por lo que gusto apuntarlas
para cuando tope con quien sepa aclararme estos arcanos».
Inicia su estudio recordando una visita
a la Hacienda de su amigo Nicolás, ocupada en aquellos momentos por Francisco
de Urtusáustegui y Valcárcel. Álvarez Rixo accedió a la ermita situada en el
interior de la Hacienda, relatando su impresión ante la presencia de los
notables retratos de los ascendientes de la línea materna de Valcárcel.
Francisco de Urtusáustegui y Valcárcel, al ver el interés del cronista
portuense por los retratos allí ubicados, decide señalar cada uno de ellos
preguntando a quien le recuerda su fisonomía. Álvarez Rixo, durante unos
minutos, observa detenidamente el cuadro, apuntando lo siguiente: «El raro
vestuario teatral del siglo XVII me embarazaba algo, pero observé varios
lineamientos de rostro delgado y color trigueño y macilento iguales a los de
dicho mi amigo». No andaba muy desencaminado en sus observaciones, pues el
retrato, según le aseguró Francisco, era la imagen de su abuelo por línea
materna. Sin embargo, Álvarez Rixo, con su particular y habitual meticulosidad,
duda de tal afirmación, afirmando que Nicolasa Valcárcel, madre del mencionado
Francisco, «es de color blanco, rosada, pelo rubio y cara redonda, no
pareciéndome en nada al retrato de su ascendiente».
No titubea en añadir que el joven
Francisco no se parecía en nada a su madre ni a su abuelo inmediato, al menos
por la línea Valcárcel, planteando la posibilidad de que en su persona se
pudiera «retroceder a modelar un rostro y colorido semejante a aquel de quien
esta familia trae su origen».
En otro
capítulo refleja algunos datos sobre Nicolás Bernardo Valois, natural del
Puerto de la Cruz, recordando que el mismo se retrató en Inglaterra a la edad
de 19 años. En ese sentido, Álvarez Rixo manifiesta su interés por copiar tal retrato,
ante la descripción de una persona caracterizada por «su buen gusto,
patriotismo y generosidad». Inicia su trabajo y observa detenidamente las
líneas del rostro de Nicolás, con la creencia de estar ante una imagen
conocida. De esa forma, acude a la imagen que había copiado con anterioridad
del rostro de Bernardo Cólogan Fallon y descubre la presencia de una semejanza
muy marcada «a constar desde el labio superior particularmente la configuración
de la nariz», expresando de esa forma los vínculos familiares entre la familia
Valois y Cólogan, asegurando ser asombroso las semejanzas físicas que se
transmiten de una generación a otra ante «tantas mezclas con distintas
familias».
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