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viernes, 27 de marzo de 2020

SOBRE CURIOSAS SEMEJANZAS FÍSICAS EN EL VALLE DE LA OROTAVA


Javier Lima Estévez. Historiador

La obra de José Agustín Álvarez Rixo (1796-1883) representa una aportación esencial para el conocimiento de la realidad canaria del siglo XIX. Sus investigaciones abarcan diversos ámbitos del conocimiento, destacando sus análisis sobre la realidad local. Muestra de ello sería el manuscrito inédito Algunas tradiciones que como también varios datos curiosos sobre semejanzas tradicionales, objeto de nuestro análisis y publicado en la revista El Pajar durante el año 2017.
         
En uno de los capítulos ofrece un interesante análisis respecto a las semejanzas físicas y morales que observó en algunas personas de su tiempo, justificando su acción «al considerar que poco o nada sé para darles por mi mismo satisfactoria solución, por lo que gusto apuntarlas para cuando tope con quien sepa aclararme estos arcanos».
         
Inicia su estudio recordando una visita a la Hacienda de su amigo Nicolás, ocupada en aquellos momentos por Francisco de Urtusáustegui y Valcárcel. Álvarez Rixo accedió a la ermita situada en el interior de la Hacienda, relatando su impresión ante la presencia de los notables retratos de los ascendientes de la línea materna de Valcárcel. Francisco de Urtusáustegui y Valcárcel, al ver el interés del cronista portuense por los retratos allí ubicados, decide señalar cada uno de ellos preguntando a quien le recuerda su fisonomía. Álvarez Rixo, durante unos minutos, observa detenidamente el cuadro, apuntando lo siguiente: «El raro vestuario teatral del siglo XVII me embarazaba algo, pero observé varios lineamientos de rostro delgado y color trigueño y macilento iguales a los de dicho mi amigo». No andaba muy desencaminado en sus observaciones, pues el retrato, según le aseguró Francisco, era la imagen de su abuelo por línea materna. Sin embargo, Álvarez Rixo, con su particular y habitual meticulosidad, duda de tal afirmación, afirmando que Nicolasa Valcárcel, madre del mencionado Francisco, «es de color blanco, rosada, pelo rubio y cara redonda, no pareciéndome en nada al retrato de su ascendiente».
         
No titubea en añadir que el joven Francisco no se parecía en nada a su madre ni a su abuelo inmediato, al menos por la línea Valcárcel, planteando la posibilidad de que en su persona se pudiera «retroceder a modelar un rostro y colorido semejante a aquel de quien esta familia trae su origen».

En otro capítulo refleja algunos datos sobre Nicolás Bernardo Valois, natural del Puerto de la Cruz, recordando que el mismo se retrató en Inglaterra a la edad de 19 años. En ese sentido, Álvarez Rixo manifiesta su interés por copiar tal retrato, ante la descripción de una persona caracterizada por «su buen gusto, patriotismo y generosidad». Inicia su trabajo y observa detenidamente las líneas del rostro de Nicolás, con la creencia de estar ante una imagen conocida. De esa forma, acude a la imagen que había copiado con anterioridad del rostro de Bernardo Cólogan Fallon y descubre la presencia de una semejanza muy marcada «a constar desde el labio superior particularmente la configuración de la nariz», expresando de esa forma los vínculos familiares entre la familia Valois y Cólogan, asegurando ser asombroso las semejanzas físicas que se transmiten de una generación a otra ante «tantas mezclas con distintas familias».

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