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sábado, 14 de marzo de 2020

TEATRO DE CARNAVAL


Salvador García Llanos

El acto fue sencillo hasta el atractivo. Fue de los que escapó antes de que las autoridades tuvieran que cancelar o aplazar las actividades al aire libre o en recintos como el Castillo San Felipe. Solo le faltó público. El atrezzo y los atuendos de los actores, elementales, pero en aquel espacio lucieron también. Un alcalde al que apasiona el teatro, Marco González Mesa, que procede del género y en el que hizo pinitos interesantes, era lógico que estuviera sentado en primera fila. El profesor José Antonio Ramos Arteaga se movió a sus anchas y se lució lo que quiso en su disertación hasta disfrutar con las representaciones de las máscaras. Y los actores tuvieron ocasión de despedirse con esa inclinación reverencial expresiva de su misión cumplida. Y los asistentes, como rúbrica, accedieron gratuitamente a un ejemplar de la publicación.

Se trataba de presentar Teatro de Carnaval Máscaras de los siglos XVIII y XIX en el Puerto de la Cruz (LeCanarien ediciones), la tercera entrega de la serie 'Cuadernos de montaje', cuya autoría y propuesta dramatúrgica es del propio Ramos Arteaga, Adán Rocío Palmero y Fermín Domínguez Santana. La colección surge de la colaboración concertada entre el Seminario de Estadios Teatrales del Departamento de Filología Española, la Agrupación de Teatro de Filología y el grupo de investigación Palingestos, Fiesta y espectáculos en la cultura popular en su contexto atlántico: Literatura, Arte, Cine y Teatro”. Según explicó José Antonio Ramos, su finalidad obedece a la doble necesidad de en el ámbito teatral de Canarias; por un lado, editar textos teatrales canarios, preferentemente inéditos o de difícil localización, que sean útiles para las personas que se dediquen al género, tanto desde un punto de vista profesional como pedagógico, especialmente para contribuir a completar la producción de la literatura dramática. Y por otro, que sea soporte de una propuesta de montaje ya escenificado por la Agrupación de Teatro de Filología que sirva de orientación a futuras dramaturgias, por lo que cada cuaderno aparecerá con el guión teatral completo.

Ramos Arteaga explicó que esta selección de máscaras teatrales de Carnaval fue representada entre finales del siglo XVIII y la primera mitad del XIX en el que entonces se llamaba Puerto de La Orotava. Se hacía entre los círculos sociales acomodados durante el que fue período brillante para la vida económica y cultural del municipio. Recordó que el XVIII fue una centuria decisiva para el teatro europeo. “La escena -dijo- fue un campo de batalla entre el continuismo de los géneros y prácticas dramáticas del Antiguo Régimen y las necesidades reformistas ilustradas”. Enfatizó: “El teatro entonces era considerado punta de lanza de las políticas pedagógicas dirigidas a una amplia población consumidora de espectáculos”.

En la selección de textos, distinguió dos tipos de obras: un primer grupo de obras encontradas en el Fondo Zárate-Cólogan y que fueron representadas en las exquisitas veladas carnavalescas de la Familia Cólogan Fallón; y uno segundo que es un conjunto de máscaras escritas por el polígrafo y alcalde portuense José Agustín Álvarez Rixo, “que dota de cierta pátina didáctica y reformista a la sátira carnavalera”.

Se pudo contrastar en las dos breves piezas que siguieron, muy bien interpretadas por los jóvenes actores, Examen de borrachos y Una de tantas juntas, de claro sabor histórico-satírico. La segunda, por cierto, un adelanto del pleito insular y de las dificultades del entendimiento entre los habitantes de las siete islas.

El profesor Ramos, antes de recordar que el grupo portuense de aficionados, La Pandilla, había representado una de las máscaras anteriores en una edición de Mueca, quiso destacar la aportación de la ciudad en los antecedentes carnavaleros y en el fomento de la participación en distintos momentos históricos. “En eso, los portuenses pueden presumir”, concluyó.

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