José Melchor Hernández Castilla
El investigador Francisco Mireles Betancor
(2011) afirma que la cal grasa se utilizaba en las construcciones habituales, también
para el blanqueo del azúcar de los ingenios azucareros, la potabilización del
agua, albeo de las viviendas, entre otros, así como para las obras hidráulicas:
acequias, acueductos, estanques, presas, aljibes…
La cal escasea en Tenerife. En la Reformación
del Repartimiento de 1506, se alude a que no se puede utilizar la cal para
acequias en La Orotava, por lo cual deben hacerse de canales de madera.
A partir del 28 de febrero de 1512, por autorización real, se permitió
la exportación de un tercio de la cosecha de grano en Tenerife, cuyo beneficio
contribuyó a la instauración de una diversidad mayor de artesanos: zapateros,
carpinteros, sastres, silleros, calderero, candeleros, tejedores, tejeros,
caleros, entre otros.
En 1504/1505, aparece una data a favor de Diego
de Godoy, donde se le concede “de cualquier venero de piedra de cal q. vos
halláredes en la comarca de esta laguna, dos legua enrredor”. En el
Repartimiento de Vecino de La Laguna, confeccionado por la archivera Francisca
Moreno Fuentes (1978), aparece el apellido Godoy, como calero, conviviendo con
dos personas más en la calle de Rafael Font.
En los protocolos del escribano Hernán Guerra
(1510-1511), aparece el calero o fabricante de cal, Diego López de Godoy en
1510, firmando sólo como Diego de Godoy.
La piedra de cal se usaba habitualmente para
revestir la piedra exterior de las casas, así como para el interior. En 1512,
en los Acuerdos del Cabildo de Tenerife (1508-1513) se comenta que la cal venía
del Realejo para una obra del Hospital del Señor de San Sebastián de San
Cristóbal de La Laguna: “Dijeron que Pero fernández, portugués,
había dado un aviso al Cabildo que dice que en esta isla hay mengua de cal y
que él había puesto diligencia en buscar piedra
de cal en un sitio que en la parte de Ganana, donde la había hallado y que
por el provecho que ello es para la isla, porque se puede ir, estar y venir en
un día, lo que no puede ser en las caleras
del Realejo...” –Cabildo, viernes 16 de diciembre de 1512. En 1513, Diego
López de Godoy vende la cal a un precio caro y el Cabildo se la tasa a 200
maravedís a boca de horno, costando en San Cristóbal de La Laguna a entre 450 y
500, por los costos del transporte: “Se platicó sobre la cal que ha
vendido y hace Diego Lopes de Godoy, que dicen es muy damnificada la isla, así en la
medida como en el precio, que es muy caro, dándola a dobla por cahiz y ahora diz
que pide 600 mrs. por cahiz y la da a la boca del horno y aun la da mezclada, la muerta con la viva y él regándola o siendo
llovida. Acordóse
se llamase al dicho Godoy, el cual llamado entró, con el cual platicaron y
altercaron y se obligó a dar en la boca del horno el cahiz de cal bien medido la viva
o regada a 200 mrs., que se entiende viva seis fanegas y muerta doce fanegas
colmadas y la que traiga a esta villa en sus bestias la dé a 450 el cahiz y que si él la
regare y midiere se le den 500 mrs., siendo a elección del comprador”. Las
caleras del Realejo eran explotadas por Diego López de Godoy.
Según
las datas de Tenerife, aparece Diego López de Godoy como vecino en 1515 del
Realejo de Taoro y se le reparten tierras “en las cabezadas de Alonso Gonzales
de la Tienda y de la de Corvalán y de
Juan Mendes hasta el primer pino q. está hasta la montaña. Vos do 3 c.
8-XII-1515”.
Un
data de Juan de Vergara, del 11 de marzo de 1518, menciona a un barranco como “barranco
de los hornos de cal”, y otra del 1 de febrero de 1522, dada a Juan Sabcedo,
menciona a “una senda que va a dar a casa de los caleros”, sitúa a
la casa de los caleros en el Realejo de Arriba: “encima
de un título que tiene Antón de Godoy, desde el dicho título de A. de G. para
arriba, que va a dar a una senda que va a dar a la casa de los caleros e por ay
arriba hacia el pino gordo e ay para arriba hacia las montañas; linderos de la una
parte el camino Real e tas. de Diego López de Godoy e por la otra parte el
camino del pino gordo que va a la montaña de arriba e por parte de arriba las
dichas montañas”. Sabemos por los extractos de los protocolos de los Realejos
(1521-1561), confeccionados por Manuel Marrero Rodríguez (1992) que Antón de
Godoy era hijo de Diego López de Godoy.
Las caleras
de El Realejo
se encontrarían cerca del afluente de La
Lora, así como las casas de los
caleros.
En
los Acuerdos del Cabildo de Tenerife (1518-1525), se nombran de nuevo: 19 de
marzo de 1520, “que todas las personas que quisieran hagan cal, especial las
caleras que hace Diego López de Godoy… que lo haga también y a otras
cualesquier personas”. 5 de enero de 1523,
“por la necesidad que hay de la cal para las obras del Concejo y
que Diego Lopes de Godoy se ha enpoderado en las caleras y la
vende en demasiados precios, acordaron que se debía de tomar maestro y
gente para que se haga cal a costa del Concejo, en los horno y calera del
Realejo”.
En los extractos de protocolos de Los Realejos,
a 14 de febrero de 1523, se menciona que “Diego López de Godoy, v.o, se obliga a
pagar a Jorge Grimón, v.o,
5.460
mrs. de la moneda usual y corriente en la Isla por trigo. Hará efectivos los mrs.
cuando quisiere Grimón, en cal por regar para la obra de Sr.
Santiago, puesta al pie de la obra, a razón de 1 dobla cada cahíz.-Sin ts. ni
firma”. La obra de Sr. Santiago es la obra primigenia de la Iglesia de Santiago
Apóstol del Realejo Alto.
La última referencia de la que tenemos
constancia de La Calera de El Realejo pertenece a Los Acuerdos del Cabildo de
Tenerife (1525-1533). El
18 de diciembre de mayo de 1532, Francisco de Lugo pide dinero al cabildo para
la obra de los calabozos y para la atarjea por donde viene el agua a la ciudad
de San Cristóbal: “comprar veynte e cinco
cahízes de cal, que le venden en el
Realejo e para el acarreto a esta ciudad, que constará cinquenta doblas
poco más o menos”.
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