LA LAGUNA
María Teresita Laborda
María Teresita Laborda lleva 20 años encabezando la lucha
de un grupo de mujeres para poder ser miembros de la Esclavitud del Cristo de
La Laguna, emblemática hermandad del municipio y de toda la Isla, de la que
solo podían ser integrantes los hombres. Hasta ahora. Viendo que tras 20 años
de escritos y peticiones no lograban nada, este grupo de mujeres decidió llevar
el asunto a juicio, que se celebró finalmente el pasado enero y cuya sentencia
se conoció esta misma semana, fallando a favor de las féminas.
YAZMINA ROZAS, ACTUALIZADO
María Teresita Laborda (64 años) lleva 20 años encabezando
la lucha de un grupo de mujeres para poder ser miembros de la Esclavitud del Cristo
de La Laguna, emblemática hermandad del municipio y de toda la Isla, de la que solo
podían ser integrantes los hombres.
Hasta ahora. Viendo que tras 20 años de escritos y peticiones
no lograban nada, este grupo de mujeres decidió llevar el asunto a juicio, que
se celebró finalmente el pasado enero y cuya sentencia se conoció esta misma semana,
fallando a favor de las féminas.
Así, la sentencia estima íntegramente su demanda, por
vulneración de derechos fundamentales, como de igualdad, de no discriminación
por razón de sexo, así como el de asociación, aunque aún existe posibilidad de
recurso. “Estamos muy contentas por el fallo. Después de 20 años es bastante
emotivo”, afirma María Teresita Laborda, quien lamenta que haya hecho falta
llegar a este punto para que se les reconozca el derecho de su petición. “Llegamos a un punto en el que no
había otra solución”, señala, ya que desde el Obispado y la Esclavitud “nos
ignoraron durante 20 años”.
-¿Cómo se sienten tras conocer que la Justicia falla a su
favor?
“Estamos muy contentas. Esta sentencia nos estima
íntegramente la demanda por vulneración de los derechos fundamentales, que era
por lo que nosotras la presentábamos; aunque el momento no es bueno, por el
problema de la pandemia, estamos muy contentas, no sabíamos cuando iba a salir,
porque ya nos habían dicho que la Justicia estaba con las cosas más urgentes y
graves. Después de 20 años es bastante emotivo, porque han sido 20 años de
intentar que se nos admitiera como miembros de pleno derecho dentro de esa
hermandad y que no se nos discriminara por razones de sexo”.
-¿Y ahora qué pasará?, ¿cuáles son los siguientes pasos?
“Ahora hay que dejar que la Justicia siga actuando. Creo
que cabe un recurso ante la Audiencia Provincial, ellos tienen un plazo para
presentarlo, pero supongo que con una sentencia tan contundente como la que nos
han emitido valorarán si hacerlo, aunque nosotras pensamos, incluida nuestra
abogada, que si lo hacen sería para dilatar un poco más el asunto en el tiempo,
como no hemos tenido suficiente dilatación durante 20 años… pero hay que seguir los pasos que de la
Justicia”.
-Y si presentan recurso, ¿cuánto podría dilatarse todo más?
“En principio decían que podría durar seis-ocho meses para
la respuesta del recurso, pero ahora no lo sabemos seguro porque no es un momento
normal y la Justicia, por la situación en la que estamos, está ahora en un
punto muy crítico”.
-¿Y por qué creen que tanta reticencia a que puedan ser
integrantes de la Esclavitud?
“Yo no lo entiendo, no sé qué puede haber detrás, porque
nosotras solo queremos entrar para colaborar, participar en el culto del
santísimo Cristo de La Laguna con un servicio desinteresado a favor de los
ancianos, los enfermos y más desfavorecidos…, no queremos nada más que eso”.
-¿Creen que dentro de la Esclavitud la opinión mayoritaria
es el no a la entrada de mujeres?, ¿temen un ambiente tenso cuando les llegue el
momento de ser integrantes? “No pensamos que eso vaya a ser así, porque muchas
de nosotras pues nuestros maridos, hermanos, sobrinos… son esclavos. Y siempre
ha habido una cosa importantísima, que quien no ha querido que entráramos no
era la mayoría, era una minoría muy reacia a esto. En el acta de la Junta del
pasado diciembre, en la que se votó que no a la entrada de mujeres, se ve que
quienes fueron a la Junta fue una minoría, solo 48 esclavos, cuando posesionan
muchísimos más, así que fue muy poco representativa”.
-Desde que se conociese la sentencia, ¿se han puesto en
contacto con ustedes desde la Diócesis o la Esclavitud?
“No”.
-Esta lucha comenzó hace 20 años, ¿por qué y cómo fue?
“Hace 20 años fue la primera vez que, en las fiestas del
Cristo de La Laguna, una mujer, Ana Oramas, que en aquel entonces era
alcaldesa, representaba al Rey en las fiestas.
Cuando terminamos la procesión nos reunimos y estaba ella y
Don Felipe Hernández, que en aquel momento era el obispo, y se lo comentamos,
que qué le parecía que hubiesen posesionado los esclavos del Cristo y nosotras
no, y él dijo que le parecería muy bien que participáramos porque, además,
hombres y mujeres daban más riqueza a las hermandades y cofradías. A partir de
ahí empezamos a presentar varios escritos a la Esclavitud solicitando nuestra
entrada, pero necesitábamos un cambio de los estatutos, y por eso solicitábamos
que se cambiara ese artículo para poder hacer una solicitud formal de entrada. Nunca se nos contestaba, y, es
más, sabemos que muchos de nuestros escritos fueron al cubo de la basura. Y no
lo entendemos, porque la primera cofradía de la Esclavitud fue fundada antes de 1545 por hombres y mujeres,
antes del Concilio de Trento, con lo que había un precedente y no entendemos la
sinrazón que han tenido.
Durante estos 20 años hemos sufrido mucho, incluso he
llegado a recibir anónimos y amenazas en algún medio, pero hemos seguido
luchando. También se presentaron cartas al Obispado y en ningún momento nos
dieron ninguna solución para absolutamente nada, nos ignoraron durante 20 años.
Entonces, la última vez que hicimos el intento fue un escrito al obispo en
julio de 2018 que firmamos 35 mujeres y en la que solicitamos que interviniera
en este problema para resolverlo sin tener que llegar a lo judicial, y tampoco se
nos contestó”.
Imagen de 2004 de María Teresita Laborda durante el tradicional
besapiés a la imagen del Cristo, junto con un antiguo esclavo mayor de la
Esclavitud. / DA
-Y al final vieron que la única solución era llegar a los
juzgados…
“Es que yo creo que llegamos a un punto en el que no había
otra solución, habíamos sido muy pacientes, pusimos todos los medios a nuestro
alcance para resolverlo, porque da mucha pena que una hermandad como la
Esclavitud del Cristo se viera abocada a tener que ir a los juzgados, pero
viendo la actitud, al final vimos que no había otra opción.
Nosotras solo pedíamos que en el artículo 1 de los estatutos
se cambiara la palabra caballeros por fieles o personas, y lo podrían haber
hecho. Y el obispo siempre ratifica los estatutos de las hermandades y
cofradías; y durante estos años, sabiendo que ese artículo no se ajustaba a
derecho de ninguna clase, porque ni el canónico ni el civil reconocen la
discriminación por razón de sexo, él siguió ratificándolos sin poner ninguna solución,
cuando podría haberles hecho perfectamente una recomendación de cambio. Y tuvimos
que denunciarle a él también en la demanda, y él hizo un procedimiento jurídico
que se llama allanamiento, en el que respondía que estaba de acuerdo con la
entrada de las mujeres pero que dejaba
la decisión en manos de la Esclavitud, y se quitó todo tipo de
responsabilidades”.
-¿Consideran entonces que el obispo de Tenerife podría
haber evitado llegar a este punto?
“El obispo podría haber resuelto este problema antes y no
llegar a juicio, porque él tenía la autoridad moral y eclesiástica de haber resuelto este
problema, yo y todas lo pensamos así, porque a fin de cuentas él es el representantes de la
Diócesis y al final él es la cabeza visible de las hermandades y cofradías. Además, hay
una cosa importantísima: la Diócesis Nivariense y la de Canarias, las de las dos
provincias, son sufragáneas de la Archidiócesis de Sevilla, y eso en teoría supone que
dependen de ella para muchas cosas, y podrían haber seguido el ejemplo del arzobispo de
Sevilla Juan José Asenjo, que en marzo de 2011 hizo un decreto en el que se determinaba
la plena igualdad de derechos entre los miembros de hermandades y cofradías de
la Archidiócesis, sin que sea posible discriminación alguna por razón de sexo, incluida
la participación en la estación penitencial como acto de culto externo, que son los
costaleros que llevan los tronos. Y el de Zamora, por ejemplo, les llegó a amenazar con que no
procesionarían si no cambiaban los estatutos, porque había alguna que no admitía a las
mujeres, aunque falleció antes de conseguir lo que quería pero su sustituto lo consiguió, que
las cambiaran, aunque, ironías de la vida, este año que iban a poder procesionar hombres y
mujeres no han podido por las circunstancias”.
-¿Qué les ha dado la fuerza para mantener la lucha durante
20 años?
“Porque somos muy pacientes, y hemos intentando siempre
resolver sin llegar a una confrontación como esta, cuando era simplemente cambiar una
palabra… Y, por encima de todo, nuestra fe, porque nosotras hemos seguido yendo al
Cristo, nuestra devoción no nos la va a quitar nadie, somos devotas y seguiremos
siéndolo. Porque nosotras hemos posesionado siempre con el Cristo por las aceras, ellos posesionaban
con la imagen y las velas, y nosotras los hemos acompañado siempre por las
aceras, sin poder participar.
Y hemos seguido luchando porque considerábamos que no nos
tenían por qué discriminar”.
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