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sábado, 2 de enero de 2021

RECUERDOS JUVENILES DEL FÚTBOL EN SAN AGUSTÍN

Javier Lima Estévez

A finales del año 2020, acudimos a la zona de la Plaza del Carmen para reunirnos e intercambiar diversas impresiones con el vecino José Esteban. Al encuentro se sumó también Juan Guillama, nacido en la calle Puerto Franco. Durante el transcurso de los minutos fueron fluyendo diversas cuestiones asociadas al papel del fútbol en el lugar y los recuerdos que, de una u otra forma, marcaron la realidad de tal espacio realejero durante los años cincuenta e inicios de los sesenta. El equipo de jóvenes que entonces se formó en tal espacio tenía como lugar de entrenamiento el viejo campo de tierra de San Agustín. La pelota de fútbol era realizada con badana y su materialización significaba todo un arte con personas especializadas al respecto, apuntado Juan que se debía incluir en su interior un peso (normalmente una piedra pequeña) con el fin de otorgarle cierta estabilidad y que no quedara muy ligera.

 El equipo estaba compuesto por varios chicos de edades similares. Así, en esa relación se suceden los nombres de Gerardo, José Luis, Pedro (especialista durante esos años en la preparación de balones elaborados con badana), Domingo, los hermanos Felipe y Carmelo, Antonio, Juan, José Esteban (jugaba con el número 9), Vicente, etc. Preparar la equipación no era una labor sencilla ni comprada expresamente en una tienda deportiva como puede suceder en la actualidad.

Por ello, tenían que acudir hasta la venta de Dña. Juana, situada junto a su recordada pensión e ir, tal y como apunta José Esteban, con camisas de color blanco para proceder a otorgarle un tinte. Las camisas se colocaban en cuencos en los que la coloración natural iba desapareciendo mezclándose con las tintas colocadas para ello. También se podía añadir el número del jugador al terminar el proceso. Como pantalones se usaban unos que se destinaban también al baño y el calzado era sencillo y básico con el fin de permitir un desplazamiento por el espacio. En el campo de tierra se sucedían los goles, los fallos e innumerables lecciones de aprendizaje y amistad para unos jóvenes que, con la ilusión propia de la edad, delimitaban incluso el perímetro de sus respectivas porterías con palos u otros objetos. El partido se extendía o limitaba, en muchas ocasiones, a la propia duración del balón.

Vivencias asociadas al lugar que forman parte del cúmulo de anécdotas de sus vecinos  y que, como en tantas otras ocasiones, recogemos con el fin de mantener viva su memoria.

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