Jerónimo David Álvarez García
La
primera parte del estudio ha aproximado al lector a la realidad socio política
de Realejo Alto durante el siglo XIX.1 También presentó la documentación
existente para la ejecución de la obra del Calvario 2 del pueblo y posterior
adquisición del reloj público. Las siguientes líneas proporcionan nuevas
fuentes, aportando nuestra valoración al controvertido litigio.
Retomamos
la correspondencia entre las partes que prosigue durante el mes de agosto. El
alcalde, ahora conocedor de nuevas informaciones que pudieran clarificar el
contencioso, recuerda al gobernador eclesiástico que varios vecinos, “motu
proprio”, le han manifestado que la cantidad requerida y recaudada por el
sacerdote ascendía "a ciento y un pico de duros". Esta suma
estaría reflejada en un listado elaborado por el presbítero Mora, actualmente
en su poder y que no habría sido mostrado a las partes, por lo que sus
convecinos discreparían con el cargo entregado por el sacerdote. Finalmente,
se deduce por los documentos, que en septiembre el reverendo Mora habría
satisfecho la cantidad solicitada. 3
Una
vez resuelto el primer término de este pleito, la secretaría del obispado
expide el siguiente decreto: "vistos el oficio e informe que preceden,
el primero del Sr. Alcalde Constitucional del Realejo Alto y el segundo del
Venerable Cura Párroco del mismo; y teniendo en consideración cuanto en ellos
se nos expone, autorizamos a dicho Ve. párroco para que pueda invertir los
doscientos ochenta y cinco escudos, setecientas cincuenta milésimas, destinadas
a la fábrica del Calvario en aquel pueblo y que existen en su poder, en la
adquisición de un reloj al objeto de colocarlo en la torre de la iglesia de su
cargo, pero con las condiciones de que el expresado reloj sea propiedad de la
Parroquia y del Ayuntamiento y que queda a cargo de éste los gastos que se
irrogaren, en cualquier tiempo y cuando fuese necesario, en las composiciones
que necesita dicho reloj; cuidando al mismo tiempo el párroco mencionado que se
verifiquen las reformas necesarias en el consabido Calvario a expensas de los
vecinos comprometidos, según lo promete el mismo Alcalde
en su citado oficio”. Este documento habría sido elaborado por el
licenciado Domingo Cortes y José María Arguibay, presbítero secretario, quienes
transcriben y participan a alcalde y párroco realejeros, cumpliendo la orden de
su superior en el anterior decreto.
Obtenido
el permiso de la autoridad eclesiástica y con el montante disponible, se
procede a comprar el reloj, encargando un ejemplar a la fábrica John Smith
& Sons de Londres. 4 De la
factura original fechada a primero de noviembre del año en cuestión, se deduce
la siguiente información: el reloj es adquirido a la citada John Smith &
Sons, empresa fabricante de relojes y cajas de reloj. El recibo lo
describe, literalmente, como un reloj de torreta con poder de mantenimiento y
repetidor de sistema para completar. Éste posee una esfera de cobre de cuatro
pies y manos de cobre, esfera, mecanismo y poleas de peso completo, ascendiendo
el precio de lo expuesto a 35 libras inglesas. La campana del mejor metal,
5 según reza la factura, tiene chapaleta de hierro forjado e importó 45
libras inglesas, además
de dos biseles forrados con estaño y
tres biseles más por 5 libras. Por lo que el total de la factura
ascendió, según documenta el extracto, a 85 libras. 6
Los
recibos que a continuación se aportan, ordenados cronológicamente, conforman la
segunda parte del expediente en estudio. De estos se desprende los siguientes
datos: nota número 7 de fecha 15 de enero de 1870, firmada por Smith donde se
lee: “recibí en Londres por letra de cambio sobre Don Jorge Bruce” 7 la
cantidad de 98,13 libras. El costo del reloj ascendió a 35 libras, por
el empaque 4 libras, por el flete, seguros y desembarco 3,10 libras, que suman
un total de 42,10 libras. El precio de la campana importó las 45 libras, por el
empaque 1 libra, por el flete, seguros y desembarque son 3 libras que en total
suman 49 libras. El montante de la operación ascendió a 91,10 libras restando
7,03 libras, lo que a razón de 95 reales de vellón por libra, resultan 680
reales de vellón.8 En el recibí número 5 de fecha 23 de marzo de
1870 se documenta como “recibí del Señor Alcalde Don Eliseo González
Espínola la cantidad de cuatro pesos seiscientos y un céntimos, importe de
cuatro tablas de pinsapo con 87 pies que llevo para la caja del reloj”, Este
documento está firmado en el Puerto de la Orotava por Domingo de la Cruz García.
En la nota número 4 fechada el 24 de marzo de 1870 en la misma localidad,
se deduce como Don Eliseo González Espínola ha comprado al Señor Goodall
tablas de varias medidas de pinsapo,9 sumando un total de 11,1 pesetas.
Afirmando el vendedor que las ha recibido del Señor Alcalde del Realejo Alto.
En este punto existe un ínterin en el expediente, pues no existen nuevas
referencias hasta el 27 de febrero de 1873, en un resguardo sin número, donde
se puede observar que ”recibí del Sr. Alcalde de este pueblo D. Eliseo
González Espínola la cantidad de tres mil doscientos reales vellón, importe de
mi acción en la colocación del reloj público. Y para que la haga constar le doy
el presente que firmo en el Realejo Alto a veinte y siete de Febrero de mil
ochocientos setenta y tres. Francisco Kreitz”.10
Prosiguen los extractos: en el recibo número 3
se lee:”recibí de D. Eliseo González Espínola, alcalde de este pueblo, la
cantidad de setenta y seis pesetas, veinticinco céntimos importe de mi trabajo
de mampostero, jornales del peón y materiales invertidos en la colocación del
reloj público, según se demuestra a continuación: Jornales 32,50 pesetas. Ídem
del peón 8,75 pesetas. Un barril de cimiento romano 31,25 pesetas. Quince
almudes de cal amasada 3,75 pesetas. Total 76,25 pesetas. Y para que conste doy
el presente que firmo en el pueblo de Realejo Alto a veintisiete de febrero de
mil ochocientos setenta y tres. Miguel Hernández Albelo”. Y por
último, en el vale sin número de fecha 27 de febrero de 1873 se aclara que se
recibió del Sr. Alcalde del pueblo don Eliseo González Espínola “la
cantidad de nueve pesetas y cincuenta céntimos, como importe de la conducción
del reloj del público y demás efectos necesarios para ello de lo que fui
encargado, conforme se ve del siguiente pormenor”: La gratificación a los
conductores costó 6 pesetas, las seis argollas de tornillo importaron 1,50
pesetas y dos tiraderas por 2,00 pesetas, que hacen un total de 9,50 pesetas.
“Y para que conste doy el presente en el Realejo Alto a veinte y siete de
febrero de mil ochocientos setenta y tres”. Esta nota está firmada por José
Esteves Esteves (sic).
Complementa lo expuesto
hasta el momento, el acta de 28 de febrero
de 1873 del Ayuntamiento de Realejo Alto, donde se transcribe la
contabilidad documentada sobre la adquisición del reloj. Este detallado balance
es aportado por el alcalde González Espínola, el texto en cuestión queda
redactado en estos términos: ”pueblo de Realejo Alto en el año de 1873.
Cuenta justificada que Don Eliseo González Espínola, alcalde de este pueblo del
Realejo Alto, doy al I. Ayuntamiento de la inversión de las cantidades
ingresadas y gastadas en la compra y colocación del reloj público. Cargo en
pesetas y céntimos. Primeramente son cargo quinientas pesetas entregadas de
orden del Señor Gobernador Eclesiástico por Don Domingo Mora y León (500). Ítem
setecientas catorce pesetas y treinta y siete céntimos que asimismo entregó el
V. Cura Párroco que fue de este pueblo Don Domingo Chávez y Pérez (714,37). Y
por ultimo setecientas veinte y siete pesetas recaudadas por suscripción
voluntaria de este vecindario 11 (727,00). Total cargo 1.941,37”. El haber
de esta cuenta expresado en pesetas y céntimos, especifica primeramente las
ochocientas pesetas satisfechas a Don Francisco Kreitz por la colocación del
reloj según recibo número 1. Además del pago a Don Tomás Brito, maestro
carpintero, de 131,81 pesetas según se detalla en su recibo número 2. A Don
Miguel Hernández y Albelo se han abonado 76,25 pesetas según reza el
comprobante número 3. El valor de la madera de pinsapo utilizada se justifica
en los comprobantes 4 y 5, ascendiendo a 59,69 pesetas. Se han abonado 9,50
pesetas por los gastos de conducción según se deduce del recibo número 6. Y por último
cuarenta y dos libras y diez chelines, que a noventa y cinco de cambio
importaban mil nueve pesetas y cincuenta céntimos, costo del reloj, según carta
cuenta señalada con número 7 (1009,50). Resumen. Cargo 1.941,37, Data 2.086,75,
Déficit 145,38 pesetas. De forma que importando el cargo mil novecientas
cuarenta y una pesetas y treinta y siete céntimos y la data la de dos mil
ochenta y seis pesetas y setenta y cinco céntimos, resulta un déficit a mi
favor de ciento cuarenta y cinco pesetas y treinta y ocho céntimos de que hago
gracia en obsequio del público. Realejo Alto a veinte y ocho de febrero de mil
ochocientos setenta y tres. Eliseo González Espínola.
En
la siguiente sesión del día 23 de marzo de 1873 del Ayuntamiento de Realejo
Alto, se certifican las cuentas de la compra y se agradece al alcalde el pago
del descubierto de su peculio, pues ha supuesto un detalle para con los
vecinos, como se verá a continuación: el señor alcalde puso de manifiesto
las cuentas en orden por él, relativas a la compra y colocación del reloj
público y acto seguido dejó la presidencia, ocupándola el señor primer teniente
de alcalde Don Antonio González Chávez. Leídas que fueron por orden del Sr
Secretario y visto que arroja un crédito de ciento cuarenta cinco y treinta y
ocho céntimos a favor del alcalde que tan generosamente hace gracia en obsequio
de los intereses contraídos la corporación los aprueba por unanimidad de votos
acordando dar en nombre del vecindario, las gracias al señor alcalde por su
desprendimiento en bien del público. El secretario Benito Vasconcelos
rubrica este documento con el visto bueno del mencionado alcalde.12
Llegados a este punto,
expuesta la fuente y en vista de la ausencia de otros documentos que faciliten
una resolución más determinante del asunto, deseamos formular al lector las
siguientes consideraciones: primero, es necesario preguntarnos por qué desde la
marcha de don Domingo Mora de Realejo Alto en 1860 hasta el año de apertura del
expediente, es decir 1869, no se había producido la reclamación del metálico;
ni por parte de los vecinos abanderados por los pertinentes alcaldes, ni por
los sucesores del sacerdote en la Parroquia de Santiago. Es cierto que en 1866
hubo una iniciativa por reedificar el calvario, como se adjunta en una nota
anterior, pero poco más. Se puede alegar como mínimo, un punto de desidia por
los vecinos y autoridades políticas y religiosas del Realejo de Arriba.
Segundo, las gestiones para recabar la recaudación comienzan en el mes de febrero
y finalizan en el verano de 1869. Se podría argumentar en favor del sacerdote
requerido, que éste se veía responsable de la custodia del dinero que
recolectó, y es lógico que sólo aceptara entregarlo a las personas pertinentes
bajo supervisión del obispado, como sucedió. Si bien la celeridad del sacerdote
en la devolución no fue mayúscula, es cierto que el tiempo es nimio si lo
equiparamos con la demora de los otros protagonistas, arriba citados. Otro
atenuante en favor del clérigo notificado, fue un primer requerimiento para
entregar otras cantidades en concepto de apertura de sepulturas en el
cementerio de Realejo Alto, como se especifica en otra nota redactada en este
estudio, y que como se señala cumplió escrupulosamente. También es pertinente
tener en cuenta que el plazo de las entregas, no es excesivo si se atiende a la
situación de las comunicaciones en el sur de la isla. Es sabido por el lector,
como en esa época, podía resultar más cómodo el uso de un barco que transitar
determinadas vías terrestres. Es más, en esa fecha, como se ha aclarado, en la
documentación consultada en el Boletín Oficial del Obispado de Tenerife,
el protagonista ejercía como párroco de San Antonio de Padua en Granadilla
(1864-1880), administrando temporalmente la parroquia de La Luz de Guía de
Isora, (1868-1869). También es pertinente recordar, que en el año en cuestión
la edad el sacerdote podía oscilar entre los 70 y 80 años. Por último se
nos sugiere una tercera pregunta; desconocemos el motivo por el cual el reloj
facturado en Londres en noviembre del año en cuestión y desembarcado en
Tenerife en enero de 1870, no es colocado en la torre hasta 1873, como
demuestran las facturas aportadas. Quizás, el motivo del retraso se pudiera
achacar a la insolvencia para edificar el cubículo de la torre, donde
definitivamente se ubica (no consta esa documentación). Bien pudo estar
retenido el reloj en el muelle del Puerto de la Orotava, actual Puerto de la
Cruz, por razones de aduana, impago de arbitrios, etc, (pues la factura de los
arrieros está fechada en febrero de 1873). Tampoco podemos precisar si el
relojero Franz (Francisco) Kreitz, residía en esos momentos en Tenerife o se
había trasladado temporalmente a Alemania, su país natal, esta ausencia hubiese
demorado la colocación.
No
obstante lo enunciado hasta aquí, no podemos dejar de considerar a los
representantes políticos, sociales y religiosos del municipio responsables del
retraso en la iniciativa por recuperar el montante requerido al sacerdote. Las
formulaciones anteriores planteadas por el autor, para las que no se vislumbra
respuesta clara por el momento, cuestionan ciertas afirmaciones vertidas sobre
el tema.
Desde
estas líneas nos hacemos partícipes de la efemérides que acontece este año en
el municipio. El reloj público de Realejo Alto, que como aclara el expediente,
es de propiedad parroquial y municipal, reportó sin lugar a dudas, una mejora
en el nivel de vida de sus vecinos.
Fotografía.
1.
Vista
de Realejo Alto desde el Calvario. Alfred Diston. COLECCIÓN PARTICULAR.
NOTA
1.
ÁLVAREZ
GARCÍA, Jerónimo David, “Alcaldes y anecdotario diverso de Realejo Alto
desde 1926”. La Prensa- El Día,
25 de octubre de 2015. ARBELO GARCÍA, Adolfo: La burguesía agraria del Valle
de La Orotava (1750-1823), Idea, 2005. AA.VV, Los Realejos: una Síntesis
Histórica. Los Realejos Ayuntamiento, 1996 (Lit A. Romero)
2.
La
lámina que ilustra esta publicación, datada en la primera mitad del siglo XIX,
es obra del británico Alfred Diston (1793-1861) y plasma la panorámica de
Realejo Alto desde el Calvario de San Benito. A la derecha se aprecia la
esquina de
la ermita de San Benito y a la izquierda la vivienda y venta que fue de doña
Juana Fuentes (1894-1994).
3.
Los
sacerdotes adscritos a la parroquia habían entregado al consistorio realejero,
desde 1842, las cantidades por quebrantamiento de sepulturas, demostrándose “de
una manera indubitativa que el referido cementerio es puramente civil”. En
1872 se deseó recaudar la totalidad de tasas acordándose bajo la presidencia de
Eliseo G. Espínola remitir oficios a los alcaldes de los pueblos donde residían
los que habían sido colectores de la parroquia, a fin de que informasen de lo
ingresado por esas tasas e ingresaran el metálico en su poder, en las
depositarias municipales como era preceptivo, por ser el cementerio civil. El
párroco de Santiago, Jerónimo Mora, responde “que tan pronto se le presenten
los documentos por los cuales remite el derecho que se reclama, no tiene
inconveniente en reconocerlo.” Desde Arico se contesta que al haber sido
entregado el dinero al Dr. Domingo González de Chaves, se debía actuar contra
los herederos de ese párroco difunto. Aceptan la petición, nuestro protagonista
Domingo Mora y José Albelo. ÁLVAREZ GARCÍA, Jerónimo David, “Apuntes a la Historia de los tres cementerios del
Realejo Alto” La Prensa-El Día,
17 de diciembre de 2011. Vemos pues, como los litigios entre alcaldía y
parroquia de Santiago vienen de antiguo y comprobamos en defensa del sacerdote
requerido, que entregó las cantidades por apertura de las sepulturas.
4.
Si
el lector deseara profundizar en la historia de esta firma inglesa, remitimos
al siguiente enlace: https://www.theclerkenwellpost.com/design/726-the-big-time Consulta 01.02.2019.
5.
Actualmente,
el reloj está conectado a una campana que tiene inscrito: “J.W.1803”, lo cual
hace sospechar que no es el ejemplar citado. Las campanas de la torre, a
excepción de ésta, fueron refundidas en 1981 bajo la regencia del párroco
Nicasio Moreno. Sugerimos que la campana comprada con el reloj en 1869, se
encontrara en mal estado como el resto, siendo fundidas ese año.
Salvaguardándose únicamente la citada de 1803 que se reutilizó para el reloj,
pues en nuestra búsqueda por varias ermitas y capillas de la antigua
jurisdicción de la parroquia. no constatamos su existencia. El 31 de diciembre
de 2018 se efectuaron desde la torre, las Campanadas de Fin de Año,
retransmitidas por Televisión Española en Canarias, dentro de la celebración
organizada por el ayuntamiento realejero.
6.
Esta
transcripción y traducción de la factura original fue realizada por Eirlys
Chesterton por encargo de Abilio Martín, para incorporarla a la conferencia El
Paso del tiempo en Los Realejos, que éste último impartió, junto al experto
relojero Daniel Mato Jara, el 29 de junio de 2018 en el Círculo Viera y Clavijo
de Los Realejos. El documento está redactado en tipografía Cooperplate,
habitual en los escritos de los relojeros ingleses de la época.
7.
Nació
hacia 1813 en Puerto de la Cruz, pero a mediados de siglo residía en
Inglaterra. En 1867, donó un pescante para colocarlo en el extremo del muelle
nuevo, de esa ciudad. En diciembre del siguiente año se hizo efectivo el
donativo. ÁLVAREZ RIXO, José Agustín, Anales del Puerto de la Cruz de La
Orotava: 1701-1872; Edit. Tenerife: Cabildo Insular; Puerto de la Cruz:
Ayuntamiento, 1994. pp. 477 y 483.
8.
En
ocasiones, las sumas de las facturas extraídas de la fuente son erróneas, como
ejemplo advertimos que 7,03 libras por 95 reales de vellón la libra, como
valora la fuente son 667,85, en lugar de 680, como dice el original. Más
adelante vemos otro error, pues 42,10 libras al cambio de 95 pesetas son 3999,5
y no 1.009,5 como se especifica.
9.
La
disparidad de monedas citadas en el texto, se entenderá aclarando que la peseta
se crea en 1868. Se advertirá que cómo sucedió en el cambio de pesetas a euros,
el público utilizara ambos conceptos y metálicos durante la transición.
10. Natural de Hamburgo, geólogo y explotador de
acuíferos, poseía conocimientos de mecánica y relojería. En 1885 restauró
el anda procesional de Nuestra Señora de los Remedios. Soltero, vecino del Caserío de Méndez, en Realejo Alto,
según su acta de defunción, convivía con sus dos hijos naturales. Otorgó testamento ante Juan Bautista Padrón y
falleció en Realejo
Alto, el 11 de agosto de 1893, a los 76 años. Fue sepultado en el Cementerio
Protestante de Puerto de la Cruz a petición de su familia. ÁLVAREZ GARCÍA,
Jerónimo David y LIMA ESTÉVEZ, Javier en Las Fiestas Patronales de Realejo
Alto en honor a Nuestra Señora de los Remedios (1907-1959), Nefatlí Libros,
2017.
11.
En 1860 el Realejo de
Arriba contaba con 2.693 vecinos, AA.VV, Los
Realejos: una Síntesis Histórica. Los Realejos Ayuntamiento, 1996
(Litografía A. Romero, S.A.), p. 89.
12. Secretario del Juzgado Municipal y vecino de
la Calle del Medio. Si no se especifica los contrario, los datos biográficos
han sido extraídos de los padrones municipales contemporáneos, depositados en
el Archivo Municipal de Los Realejos y los registros del Juzgado Municipal de
Los Realejos.
Publicado
en La Prensa-EL DÍA el 23 de febrero de 2019
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