Isidoro Sánchez
García, Presidente de la Fundación para el Desarrollo de la Universidad de La
Laguna y miembro de diversas organizaciones, como el Centro Atlántico de
Pensamiento Estratégico o el Foro Canario de Desarrollo Sostenible.
El 9 de mayo de cada año ha venido celebrando la Unión Europea la
unidad del continente y la paz, después de haber finalizado la II Gran Guerra
Mundial. En 2020 hay que sumarle el espíritu de solidaridad para superar la
crisis socio sanitaria y económica que ha generado el ataque de un enemigo como
el corona virus.
Está claro que la Declaración de Robert Schuman, ministro de Asuntos
Exteriores del gobierno francés, en 1950, marcó un hito importante en la historia
mundial. Planteó una nueva forma de cooperación política entre los pueblos de
Europa para evitar enfrentamientos bélicos. Así de sencillo.
Tuve la oportunidad de
participar puntualmente en algunos actos organizados por la Universidad de La
Laguna (ULL), en la isla de Tenerife, para recordar la importancia política de
ese día. Lo celebrábamos en la sala Tomás y Valiente adonde acudíamos algunos
eurodiputados canarios que habíamos tenido alguna experiencia en la Cámara
Europea. En el Parlamento Europeo, una de los cinco instituciones que en mi
opinión más se había preocupado por los Derechos Humanos de los pueblos
colonizados del planeta. Como fue en el caso del pueblo saharaui a partir de
2001.
El 9 de mayo de cada año ha
venido celebrando la Unión Europea la unidad del continente y la paz
Entonces formé parte de una
delegación especial que se acordó en el Parlamento Europeo, presidida por la
francesa Cathérine Lalumiére, para emitir un informe sobre la situación del
Sahara occidental a propuesta de la comisión de asuntos Exteriores, Derechos
Humanos, Seguridad Común y política de Defensa, Elmar Brok.
La idea era hacérselo llegar al
Secretario General de Naciones Unidas, responsable último de la solución
política planteada en Madrid desde noviembre de 1975, cuando España cede a
Marruecos, de manera extraña, su obligación política internacional de ser
potencia administradora del territorio del Sahara occidental. Llamó mucho la
atención la manera y las formas de esta cesión ilegal por parte de España al
reino de Marruecos. Después de haberse comprometido las partes a un referéndum
para determinar el futuro del Sahara por parte de su pueblo.
Cuántas cosas no habrán sucedido desde entonces, desde 1975 hasta la
actualidad, para no conseguir aún la descolonización de este Sahara. El único
territorio africano pendiente de ello. Un empeño en el que estamos
comprometidos los europeos y de manera particular los españoles.
Entiendo que la mejor manera de
celebrar este 9 de mayo europeo de este año tan singular como el de 2020 sería
que el ex ministro español de Asuntos Exteriores, Josep Borrell, actualmente
responsable y alto representante de la UE para asuntos exteriores y política de
seguridad, inicie los contactos necesarios con las Naciones Unidas, y en
particular con su secretario general, el portugués, Antonio Guterrez, para
conseguir que la MINURSO, la misión especial de naciones unidas para el
referéndum en el Sahara occidental, haga posible el acuerdo adoptado hace 45
años para que el pueblo saharui determine su futuro en el marco de un proceso
de descolonización.
Vivamos la fiesta en paz y no
sigamos escuchando disparates y barbaridades
No olvidemos que España, sus
jefes de estado y sus presidentes de gobierno son responsables últimos de esta
situación anómala desde la perspectiva del derecho internacional. Vivamos la
fiesta en paz y no sigamos escuchando disparates y barbaridades. El pueblo
saharaui es quien tiene derecho a su futuro y no otros países interesados. Ya
sea en los fostatos, en la pesca, en los hidrocarburos o en las aguas territoriales.
De eso sabemos mucho en Canarias.
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