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martes, 26 de mayo de 2020

EL LITORAL DE MARTIÁNEZ


Javier Lima Estévez

El proyecto de expansión sobre el litoral de Martiánez marcó una prioridad entre finales de los años sesenta e inicios de los setenta del pasado siglo XX. Bajo la alcaldía de Felipe Machado González de Chaves, el Puerto de la Cruz tendría como una de las prioridades seguir en esa línea ya trazada para una ciudad que aspiraba a responder a la ampliar demanda y solicitud de un destino turístico en alza. Con el fin de aproximarnos a ese fenómeno localizamos algunas notas de interés publicadas en su momento por la revista Costa Canaria y disponible para su consulta en el archivo Jable de la ULPGC. A la inauguración de la esperada primera fase del litoral de Martiánez acudieron primeras autoridades. En el acto intervino Manuel Delgado Aranda, Delegado de Información y Turismo, felicitando a los presentes por la colaboración tan estrecha entre el Estado y la propia ciudad turística para lograr un mismo fin. No dudó, incluso, en afirmar la necesidad de seguir esperando la segunda fase y, entre sus palabras, la publicación reproduce las siguientes impresiones: 

“Quiera Dios que pronto podamos volver a reunirnos para asistir a la inauguración de la segunda parte de estas obras, donde el arte fabuloso de César Manrique; la ilusión y eficacia del Ayuntamiento y de su alcalde, Felipe Machado González de Chaves, la técnica humanizada y alegre de los ingenieros Amigó y Olcina, la obra bien hecha y generosa de Luis Díaz de Losada y el afán de todo el Puerto de la Cruz, nos están permitiendo contemplar la terminación de esta primera etapa, fundamentalísima para el desarrollo turístico de Tenerife”. El alcalde también llegaría a destacar el significado de ese día bajo el conjunto de acciones emprendidas para potenciar el interés turístico del lugar y, por otra parte, apuntar que en ese afán por expansión no podía obviarse la realización de zonas o espacios abiertos. Tras esa primera fase de 8.000m2, se pasaba a continuar a una segunda con el apoyo del Ministerio de Información y Turismo y el Banco de Crédito Local. 

La obra llegaría a presentar ahora una mayor complejidad. Sobre un espacio de 33.000m2 se tenía que ubicar un gran lago artificial bajo un presupuesto de 127.000.000 de pesetas. A ello se debía sumar la escollera semisumergida con el fin de garantizar la protección y mejora de la playa. Obra que también debía comenzar en una fecha próxima tras la adjudicación al Cabildo Insular de Tenerife.

Una serie de acciones que contribuían a marcar una nueva realidad en el conjunto de un litoral que, bajo tal contexto, pasaba a ser transformado con el imparable boom turístico de finales de los años sesenta e inicios de los setenta del pasado siglo XX.    

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