Teresa González
Despeñar escuché
su tormenta de pétalos heridos
en mi balsa donde suelo escapar de mí
No me llevé su torrente salado
que fuente fue en mi espalda
cuando náufrago del mío
fue su corazón
Bálsamo y esponja
fueron mis palabras
ensanchándose
el madero que suelo llevar
Dormida su espiga
se quedó en mis tierras
que junto a los pulcros cristales
se nutrió en su esencia la mía
tan necesitada
tan indefensa
en el recóndito alarido
de mi afonía.
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