José Melchor Hernández Castilla
Doña María Yanes Barrios nace en La Matanza de
Acenjeto en 1904, hija de Antonio Yanes Regalado y Clemencia Yanes López. Tuvo
cinco hermanos, de los cuales dos emigraron a Cuba. Desde muy jovencita,
residió junto a su madre Clemencia y a su hermana Celedonia, en la calle del
Lomo del Puerto de la Cruz. Es posible que en ese tiempo conociera a su futuro
marido Don Antonio Castilla Padrón, nacido en Rancho Veloz, Santa Clara, Cuba,
en 1898, en pleno término de la guerra en ese país; su padre, Antonio Castilla
Afonso era originario de La Victoria de Acentejo, y su madre Catalina Padrón de
Vega era de procedencia desconocida. Antonio Castilla Padrón tuvo sólo un
hermano de padre, 18 años menor que él, Benito Castilla González, nacido en La
Victoria de La Victoria, el cual tuvo un molino en San Juan de La Rambla.
María Yanes Barrios y Antonio Castilla Padrón,
según nos cuenta su hermana Celedonia en el año 2001, se casaron en la ermita
de San Amaro, cuando María tenía apenas 14 años, aunque ella ya tenía cuerpo de
mujer, alrededor de 1918. Fueron a residir en la Calle Blanco del Puerto de la
Cruz, donde llaman Las Cabezas; en este tiempo, era la entrada natural al
Puerto de la Cruz. Dispusieron de una venta en el mismo lugar donde habitaban y
hacían también comidas o matanzas de cochinos en épocas señaladas, que luego
ofrecían a al público en general.
Tuvieron 10 hijos en el periodo de 10 años, desde
1922 a 1942: Regina, Enrique, África, América, Antonio, Carmen, Norberto, Juan,
Ramón, Francisco Lorenzo.
A Doña María se la conocía por el apodo de
Campolimpio, habiendo varias versiones sobre el origen del nombre; uno de ellos
es el de su hermana Clemencia; que nos comentaba que el apodo procede de su
padre Antonio Yanes Regalado, el cual tenía en una venta en la carretera
general en La Matanza de Acentejo, y teniendo una disputa en el interior de la
venta con un cliente, le dijo que saliera fuera, a “Campolimpio”.
Hay otras anécdotas, que pueden ser más o menos
graciosas, dependiendo del punto de vista de cómo se mire. Su marido, Antonio
Castilla Padrón, tenía, fuera de la venta de la calle blanco y a vistas de todo
el paseante, una pizarra de tiza, donde apuntaba los deudores morosos de la
venta; la cuestión, no tardaba en resolverse.
Sobre los años 40, Antonio Castilla se separa de su
mujer María Yanes, yéndose a otro lugar del Puerto de la Cruz, posteriormente
residiría en Santa Cruz de Tenerife, donde fallecería en los años 70. Mientras
tanto, Doña María, que no sabía leer, porque nunca quiso hacerlo (en cambio,
con las cuentas no había quién la engañara), y ya con sus hijos no tan pequeños
seguía adelante con el negocio familiar de la venta; sus hijos se fueron
casando y marchando de la casa. De ahí, que viviera con ella, durante mucho
tiempo, su nieta Carmen, hija de su hija Carmen.
Hasta los años 80 del siglo XX, doña María se
mantuvo en su tienda, vendiendo algunos productos básicos de alimentación,
gofio, chochos y vinos. Vivirá sus últimos días, en la casa de Punta Brava, con
su hija América, donde era visitada frecuentemente por sus hijos.
La Casa o Venta de Doña María, a partir del
principio del siglo XXI, quedó totalmente abandonada, y continuó con un proceso
de deterioro. Los herederos no se pusieron de acuerdo para venderla, y hoy, es
muy complicada su venta, por el sinfín de herederos. Afortunadamente, todavía
permanecen con nosotros dos de sus hijos, Tito y Pepín, en Tenerife. Sin
embargo, los herederos se han multiplicado como la arena en el desierto. Por
ello, como nieto de Doña María e hijo de América Castilla Yanes, y en homenaje
a ella y a sus hijos, propongo, aunque soy consciente de la dificultad de mi
propuesta, que su casa sea cedida al municipio del Puerto de la Cruz y se haga una plaza pública a nombre de “María Yanes
Barrios e Hijos”. La parte que me corresponde de la casa la cedo al
municipio del Puerto de la Cruz e invito a que sus descendientes hagan lo
mismo, ya que sólo un acto de generosidad de este tipo podría estar a la altura
del esfuerzo y trabajo de “Doña María Yanes Barrios e Hijos” en la época dura
de la posguerra civil española. Ante esta propuesta, ya estoy escuchando a mi
madre, América, que en paz descanse: “tú estás loco”. Y eso me hace sonreír, y
me hace pensar: “ya le salió a mi madre el Campolimpio”.
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