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sábado, 23 de mayo de 2020

INGRESO MÍNIMO VITAL


Salvador García Llanos

La última entrega del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) aporta un dato significativo que se corresponde, seguro, con las circunstancias derivadas de la pandemia: el 84 % de la población está a favor de que el Gobierno conceda el denominado Ingreso Mínimo Vital (IMV) a las personas y a los sectores más vulnerables y más necesitados. El IMV figuraba en el acuerdo de Gobierno entre el PSOE y Unidas Podemos "como una de sus principales medidas para reducir la tasa de pobreza de España” pero la crisis provocada por la pandemia de la COVID-19 ha agilizado la voluntad política y acelerado su puesta en marcha. El Ejecutivo espera que las cien mil familias más vulnerables puedan empezar a cobrarlo “casi desde el primer día”, una vez que entre en vigor.

Se trata de revisar o corregir los altos niveles de pobreza contrastados en el país. Hace apenas dos semanas, el Fondo Monetario Internacional hizo público un informe en el que consignaba que las políticas redistributivas del Estado son de las peores de Europa y apenas logran reducir la desigualdad.

Dos ministerios coordinan la creación y aplicación de esta figura. Por un lado, el de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, cuyo titular es José Luis Escrivá; y el de Igualdad, a cargo de Irene Montero. Parten de una premisa: la nueva prestación ha de responder a las necesidades más apremiantes en el trabajo de cuidados, tanto para las familias vulnerables que lo precisen como para los colectivos laborales vinculados a esas tareas. En este último grupo se encuentran las trabajadoras de hogar y las que atienden a personas dependientes.

El ejecutivo estima que alrededor de un millón de hogares pudiera acceder a esta renta, alrededor los cuales la mitad tienen menores a su cargo, en tanto que al menos setenta mil cuentan con un único progenitor. Los estudios –con una experiencia avanzada en Finlandia- convergen en que para salir de la pobreza no será suficiente un ingreso mínimo, sino que será necesario que estas personas, con muy escasos recursos, dispongan de un empleo. Para ello, es imprescindible que la renta mínima no genere trampas de pobreza, esto es, que no desincentive la búsqueda de empleo. Si los beneficiarios de una renta mínima se conforman con un pequeño subsidio, será muy difícil mejorar su situación económica. Así de sencillo.

En España, hay algunos antecedentes. En Euzkadi, por ejemplo, funciona la Renta de Garantía de Ingresos (RGI). Se trata de una ayuda pública, financiada en este caso por la comunidad autónoma, que va desde 693 euros a 985 euros por unidad familiar en función del número de hijos. La diferencia es que en este caso no se trata de una renta básica, sino una renta mínima, esto es, beneficia únicamente a los hogares con menos recursos. En total, hay en torno a cincuenta y dos mil beneficiarias. La información del Gobierno vasco señala que la RGI reduce la pobreza entre los perceptores en un 85 %, lo que supone un gasto mensual de unos treinta y cinco millones de euros.

Por lo que respecta al Ingreso Mínimo Vital que nos ocupa, en los cálculos que manejan ambos ministerios la cuantía de la prestación oscila entre los cuatrocientos sesenta y dos euros para las situaciones unipersonales hasta los mil quince euros en el caso de aquellas familias que estén formadas por dos adultos con dos menores a su cargo. Uno de los requisitos indispensables para poder acceder a esta ayuda consiste en "tener residencia legal y efectiva en España, y haberla tenido de forma continuada e ininterrumpida durante al menos el año anterior a la fecha de presentación de la solicitud". Esta circunstancia se deberá acreditar con el registro central de extranjeros o el respectivo documento que demuestre la condición de residente legal, tal y como se deduce del documento.

El ministro Escrivá ha insistido en que se trata de una prestación destinada al hogar. Adelantó que llegará a un millón de domicilios familiares, la mitad de ellos con niños. En torno a un 10 % irá a parar a familias monoparentales. La medida será permanente y se mantendrá una vez se levante el estado de alarma en el territorio nacional.

Día 69 de la alarma

Tiene razón quien haya puesto en circulación un pensamiento: “El virus más grande de la tierra sigue siendo el comportamiento humano”, acompañado de una sucesión de fotos en las que se ve guantes, mascarillas, plásticos, profilácticos abandonados o tirados en vías públicas y paseos. La estampa es desoladora. La sensación de que no hemos aprendido nada y no escarmentamos, por muchas apelaciones que se hagan al civismo o lo que es igual, al respeto elemental de ciertas normas de convivencia, se apodera sin justificación posible. Un comportamiento inaceptable a cargo de quien lo protagoniza. Y a lo peor se queja.

El director de Loro Parque Fundación, Javier Almunia, doctor en Ciencias del Mar por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y Máster en Gestión Ambiental por el Instituto de Investigación Ecológica, ha sido reelegido presidente de la Asociación Ibérica de Zoos y Acuarios (AIZA). Además de su permanente ejercicio científico, reflejado en investigaciones, presentaciones y numerosos artículos en publicaciones especializados, Almunia hace gala de una humanidad fuera de lo común. Así lo hemos constatado personalmente. Ahora mismo, sigue empeñado, en un trabajo coordinado entre los ministerios de Sanidad y Turismo y el Instituto para la Calidad Turística Española (ICTE), en la elaboración de la guía sectorial que permita volver a visitantes a los parques, zoológicos y acuarios de toda España de forma segura. Su reelección debe enorgullecer al propietario de Loro Parque, Wolfgang Kiessling. En su día, año 1999, hizo un fichaje sensacional.

El coronel de Infantería y periodista, ya jubilado, Carlos Ramos Aspiroz, ya sale de casa. Le vemos, pasado el mediodía, acudir al quiosco, comprar el periódico y sentarse en un banco próximo a la pila de la plaza del Charco, fumando uno o más cigarrillos. Ramos estudió en la antigua Escuela Oficial del Periodismo y se acuerda de los nombres de los integrantes de su promoción. A sus ochenta y tantos, sigue bregando.

Falleció Astrid Kirchherr, la fotógrafa de The Beatles, que estuvo junto a Paul McCartney, Ringo Starr y George Harrison en las célebres vacaciones en Tenerife en 1963, después de haber grabado el álbum Please, please me. El escritor e historiador orotavense, Nicolás González Lemus, recoge su presencia en los estudios y las publicaciones de aquella estancia. Estaba muy apegada, por su profesión, a Klaus Woormann, músico, compositor y fotógrafo que compartió aquellas vocaciones y estuvo presente en los actos conmemorativos de los cincuenta aniversarios de aquel acontecimiento. Paul McCartney publicó en facebook un sentido mensaje de despedida. En dicha red, por cierto, han vuelto a circular las fotos de aquel encuentro en las piscinas del Lido San Telmo, donde Astrid y Paul aparecen juntos, él, por cierto, con un atuendo nada apropiado: camisa de manga larga y abotonado hasta el cuello.

Ha sido imposible hablar con Santiago Díaz Baeza, ex secretario del Ayuntamiento portuense. Se quedaba sin cobertura.

La jornada termina con la buena noticia de los avances en la obtención de la vacuna para prevenir la COVID-19. Más importante que la fecha es que no haya pugnas por la paternidad. Pero eso, tal como han ido evolucionando las cosas, será poco menos que imposible. La situación de la pandemia en América, por cierto, es escalofriante. Pero como a Trump y Bolsonaro les da igual, se cumplirá el dicho, muy repetido por Díaz Baeza: “Si algo malo puede pasar, pasará”. O lo que es igual: toda mala situación tiende a empeorar.

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