Lorenzo Soriano
Cuando las primeras medidas de
urgencia y estrella de un Gobierno son aumentar la presión fiscal en todos los
sectores y yacimientos de ingresos, estamos ante un descenso inmediato y
peligroso de la actividad económica, comercial, de creación de empleo y
riqueza. Es una máxima de consecuencias absolutas, e incontestables.
Cuando a
su vez ese gobierno en su toma de posesión habla y presume de “que tiemblen los
ricos”, la tragedia ya va a sustituir al drama.
Y lo que es peor, la recaudación bajara indubitablemente, las
inversiones y los inversores se alejaran, y los emprendedores, ralentizaran sus
movimientos hasta ver que “ocurrencias” excretan los nuevos arribados a los
experimentos sociales. Experimentos que destruyen empresas, profesiones,
trabajo, ahorro, incluso a familias enteras, proyectos de vida, ilusiones, y
estabilidades emocionales.
Pero no aprenden. Normalmente los “lumbreras” que arriban al
poder nunca han trabajado en nada productivo, pero no crean, esto no se da solo
en la penosa izquierda inútil e ignorante que campa por la piel de toro.
Montoro, por ejemplo, por otras
razones, entre su complejo físico y estupidez malvada, decidió que “pasaría a
la izquierda por la izquierda” en materia fiscal. Chascarrillo del que presumió
durante años hasta llevarnos a la ruina y cabrear a todos los votantes de su
partido, con las consecuencias vistas y cantadas. Y de paso puso los cimientos
de esta peste que nos asola.
Pues bien, lejos de haber
aprendido con tantos y tantos ejemplos y sugerencias, y escritos acerca de
estas leyes económicas que se niegan a aceptar y pretenden inútilmente
pervertir, insisten e insisten una y otra vez, y claro, con el mismo nefasto
resultado.
Sin embargo, si de absurdos resultados
y penosas consecuencias es la “confiscación fiscal”, lo peor, y deben creerme,
es el destino de lo recaudado. Sin escrúpulo ni rigor, este tipo de gobiernos,
todos, entre sobrecostes, mafias de amigotes, y compra de votos obscena,
descarada, brutal, con toda la piara mediática gruñendo de satisfacción ante el
banquete de fregaduras que les ofrece, organizan el final del crecimiento y
desarrollo.
Se trata de origen y el destino
o aplicación de los fondos, un cash-flow, como dirían en la City. Aquí cambia el objetivo, dependiendo de quién
gobierne.
En la Izquierda demente, el
origen, echa el ancla y pone troncos en las dentadas ruedas económicas. La
aplicación, destruye en origen tejido productivo, meritocracia, competencia, y
crea falsa historia, división, enfrentamiento, aristocracia y parentocracia,
además de fomentar falsas organizaciones succionadoras de enormes cantidades de
presupuesto.
Querer convertir esto en Cuba o
en Venezuela, como sueño onírico de lo peor que ha dado esta sociedad, puede
ser interesante para muchos de ellos, siempre que no se consiga. Los ciudadanos que les apoyan deben ser cautos,
ya que si se acaban las fuentes de ingresos de donde salen los impuestos,
decididamente trabajaran más, y cobraran menos, por lo que vivirán peor, o
mucho peor, o trabajaran en nada. Ahora
se exprime al empresario, pero cuando no haya tantos o ninguno, JA, a quien le
van a sacar los cuartos es una entelequia. Aunque se cogieran a los productivos
por “sorpresa”, y se les rebañaran los caudales, ahorros y alhajas, como
hicieron ya una vez, eso tampoco iba a durar nada. Unos meses.
Aquí hay que cambiar del todo y
mimar al que produce crea empleo y riqueza, para que puedan seguir
cantamañaneando y viendo Sálvame o a Mario con sus boutades, extrayéndolo
cantidades razonables que no los desincentiven.
Que Hacienda sea su “amiga” y
el contribuyente sea “feliz” por colaborar. Como asegura el Vice.
Si no, ya los veremos trabajando esclavizados
en el “carbón” a todos esos niñatos pijoteros y enchufados, parásitos
impenitentes, o deportados a nuestra Siberia patria en los Monegros Aragoneses.
A Reflexionar.
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