José Peraza Hernández
PROFESIÓN PERDIDA (EL AFILADOR
CALLEJERO
El otro día, oí el sonido del
afilador, y me hizo recordar, aquellos días de mi infancia, en los que un
hombre recorría las calles de mi barrio montado en bicicleta, quien iba tocando
especie de una flauta, quien afilaba cuchillos, tijeras y otros.
Pues pude hablar, con este buen
hombre, quien responde a don Antonio Fernández Pereira, persona que nación en
la provincia de Orense, en 1937. Casado con doña Concepción, en el barrio de La
Luz, en la parroquia de Nuestra Señora que lleva el mismo nombre (virgen de La
Luz), del municipio de La Villa de La Orotava, me dice que recuerda al día de
hoy el nombre del párroco que les dio el sacramento del matrimonio, esté fue
don José Ponte.
Comenta que su primer oficio
fue el de Afilador de cuchillos, tijeras, tijeras de podar, machetes y otra
serie de utensilios del oficio del campo y de las viviendas. Empezó en el año
1950. Quien ha recorrido cantidad de kilómetros, primero a pie, y luego en
bicicleta, donde siempre ha estado acompañado de su pianillo, el que desprende
su sonido singular y diferente, los habituales e inconfundible, el que se oye a
lo lejos. De esta manera, los vecinos, esperan en la puesta de la casa, a la
espera que llegue nuestro amigo don Antonio Fernández. (El Afilador).
Esta profesión viene desde el
siglo XIX. (1800) Me comenta don Antonio, que se han recorrido todo el valle
norte; caminos, laderas, calles, no le faltado recoveco que no haya visitado,
allá donde ha sido llamado.
Me comenta que su primera
bicicleta en el años 1950, era una rueda grande de madera, la que llevaba
dos mangos para conducirla, que llevaba
dos patas trabadas, y cuando tenía que afilar una pieza, las destrababa, para
que quedara sujeta, luego colocaba una polea, donde le daba al pedal, y de esta
manera podía girara la rueda y la piedra, donde consistía en darle al pedal,
para que este diere el recorrido, donde colocaba la pieza sobre la piedras, de
igual manera llevaba una lata con un poco de agua para ayudar a sacar el filo
al objeto.
Luego según iba pasando el
tiempo, se compró una bicicleta, la que él mismo adapto, y es la que ha llevado
hasta la fecha de su jubilación. Como pueden ver en esta imagen.
Son muchos años de ejercicios,
hoy día esta retirada, pero coger su vehículo y se da su vueltita, con el fin
de que sus piernas estén activas, gracias a estos ejercidos me encuentro en
forma. Donde me comenta que ya tiene 80 años.
Hoy, se está perdiendo esta
profesión, nuestra juventud, de esto pasa un kilómetro, para muchos puede ser
una bajeza, para mí, ha sido una profesión, donde me ayudado a sacar a la
familia adelante. Hoy no puedo de dejar de hacer algunos kilómetros, el
motivito es que los huesos están acostumbrado a una serie de ejercicios, el día
que no los hago, estoy seguro que se me oxidan.
Le preguntamos si habido, o hay
mucha competencia, dice que no, por lo menos en el norte, hoy cree él que,
queda él solo, y ya está retirado. Le han comentado que, hay un joven que viene
de Taco, pero este trae una motito. Ya quedamos muy pocos. Ahora como las cosas
van evolucionado, y hay más adelantos, pues lo hacer en moto, también hay
personas, que hacen sus cancamitos, donde tiene una piedra de molar, la que va
enganchada a un taladro. Hay muchos inventos, pero en aquel tiempo todo era a pedal.
Cada día es más difícil oír y
escuchar el sonido de una especie de flauta, el que va anunciando a los vecinos
de la llegada del afilador.
Hay que reconocer de la familia
Fernández Pereira, es una de las últimas que se ha dedicado a este trabajo.
Le preguntamos a nuestro amigo
Fernández.
¿Por qué ya no se ven a un
afilador hoy en día?
Ya quedamos muy pocos. Los
mayores se están retirando, aunque aquí en el norte no habido muchos, y los
jóvenes no quieren dedicarse a esta profesión.
¿Ha cambiado en algo el oficio
de afilador?
Es igual todo, según cambia el
mundo, cambia las profesiones, anteriormente los chatarreros, recogían y todo
el material en mulas, luego en moto, en coche y hoy ya aquí no existe. Pues
este trabajo es igual.
¿Qué tipo de cliente es el del
afilador hoy en día?
Sobre todo, particulares,
hoteles, restaurantes, colegios, peluquerías... Pero muchos no aprecian este
trabajo. La gente cree que es caro pagar cinco euros por afilar bien un
cuchillo grande.
En la península hoy si hay
muchos afiladores, unos en moto y coches, en bicicleta creo que queden muy
pocos. Hoy van recorriendo los pueblos, barrios incluso las ciudades. Pero en
coche. Colocan el aparato de afilar, que es un ventilador al que le colocan una
piedra, lo conectan a la batería, y recorremos todos todo el mundo.
¿Qué es lo más difícil que
afilan?
De todo, desde unos cuchillos,
navajas, tijeras, alicates, pinzas de depilar o discos de cortar fiambre.
¿Tienen horario?
Habido día que trabajo, en
aquellos tiempos, que trabaja desde la mañana a la noche. Como saber eran
tiempos muy duros. Siempre habido trabajo, siempre hay.
A esta historia, que sabemos
que dura, y bien dura, quiero añadir un cuento, que un día me lo contaron, y me
ha llegado a la memoria, y es muy simpático;
Era un día de verano, un calor
que rajaba el asfalto, y se encontraba un afilador en una de la calle junto a
la plaza del Charco, entonces el afilador le pregunta a una señora que pasaba
por ese lugar, si tenía algo para afilar. La Sra. Le dice si sígame, cuando
subió era un quinto piso, donde no había ascensor, todo a pie. La Sra. Abre la
puerta, él afilador espera fuera, cuando la Sra. Saca cuatro bolsas de basura,
las que le hace entrega al afilador. El afilador se quedó sorprendido, habla
con la mujer, y esta entendió sí que, si tenía algo para tirar, no para afilar.
(El afilador fue educado y le bajo las bolsas) colorín colorado este cuento se
acabado.
Bien por el afilador y la
señora de la basura tan lista y campante. Como para afilarla de verdad. Existía
la costumbre que cuando se oía al afilador la gente supersticiosa arrojaba sal
y agua a la calle porque decía que anunciaba una muerte segura por el lugar
donde pasaba. Cosas de la ignorancia, pero que eran así.
Por último, pienso y digo que,
le debería de hacer un monumento a esta persona, como es don Antonio Fernández
Pereira, quien se ha dedicado toda su vida, recorriendo nuestros lugares de
nuestro valle norte, de esta bendita isla de Tenerife.
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