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martes, 12 de mayo de 2020

"RECORDANDO EL PASADO"


José Peraza Hernández

PROFESIÓN PERDIDA (EL AFILADOR CALLEJERO

El otro día, oí el sonido del afilador, y me hizo recordar, aquellos días de mi infancia, en los que un hombre recorría las calles de mi barrio montado en bicicleta, quien iba tocando especie de una flauta, quien afilaba cuchillos, tijeras y otros.

Pues pude hablar, con este buen hombre, quien responde a don Antonio Fernández Pereira, persona que nación en la provincia de Orense, en 1937. Casado con doña Concepción, en el barrio de La Luz, en la parroquia de Nuestra Señora que lleva el mismo nombre (virgen de La Luz), del municipio de La Villa de La Orotava, me dice que recuerda al día de hoy el nombre del párroco que les dio el sacramento del matrimonio, esté fue don José Ponte.

Comenta que su primer oficio fue el de Afilador de cuchillos, tijeras, tijeras de podar, machetes y otra serie de utensilios del oficio del campo y de las viviendas. Empezó en el año 1950. Quien ha recorrido cantidad de kilómetros, primero a pie, y luego en bicicleta, donde siempre ha estado acompañado de su pianillo, el que desprende su sonido singular y diferente, los habituales e inconfundible, el que se oye a lo lejos. De esta manera, los vecinos, esperan en la puesta de la casa, a la espera que llegue nuestro amigo don Antonio Fernández. (El Afilador).

Esta profesión viene desde el siglo XIX. (1800) Me comenta don Antonio, que se han recorrido todo el valle norte; caminos, laderas, calles, no le faltado recoveco que no haya visitado, allá donde ha sido llamado.
  
Me comenta que su primera bicicleta en el años 1950, era una rueda grande de madera, la que llevaba dos  mangos para conducirla, que llevaba dos patas trabadas, y cuando tenía que afilar una pieza, las destrababa, para que quedara sujeta, luego colocaba una polea, donde le daba al pedal, y de esta manera podía girara la rueda y la piedra, donde consistía en darle al pedal, para que este diere el recorrido, donde colocaba la pieza sobre la piedras, de igual manera llevaba una lata con un poco de agua para ayudar a sacar el filo al objeto.

Luego según iba pasando el tiempo, se compró una bicicleta, la que él mismo adapto, y es la que ha llevado hasta la fecha de su jubilación. Como pueden ver en esta imagen.

Son muchos años de ejercicios, hoy día esta retirada, pero coger su vehículo y se da su vueltita, con el fin de que sus piernas estén activas, gracias a estos ejercidos me encuentro en forma. Donde me comenta que ya tiene 80 años.


Hoy, se está perdiendo esta profesión, nuestra juventud, de esto pasa un kilómetro, para muchos puede ser una bajeza, para mí, ha sido una profesión, donde me ayudado a sacar a la familia adelante. Hoy no puedo de dejar de hacer algunos kilómetros, el motivito es que los huesos están acostumbrado a una serie de ejercicios, el día que no los hago, estoy seguro que se me oxidan.

Le preguntamos si habido, o hay mucha competencia, dice que no, por lo menos en el norte, hoy cree él que, queda él solo, y ya está retirado. Le han comentado que, hay un joven que viene de Taco, pero este trae una motito. Ya quedamos muy pocos. Ahora como las cosas van evolucionado, y hay más adelantos, pues lo hacer en moto, también hay personas, que hacen sus cancamitos, donde tiene una piedra de molar, la que va enganchada a un taladro. Hay muchos inventos, pero en aquel tiempo todo era a pedal.

Cada día es más difícil oír y escuchar el sonido de una especie de flauta, el que va anunciando a los vecinos de la llegada del afilador.

Hay que reconocer de la familia Fernández Pereira, es una de las últimas que se ha dedicado a este trabajo.

Le preguntamos a nuestro amigo Fernández.

¿Por qué ya no se ven a un afilador hoy en día?

Ya quedamos muy pocos. Los mayores se están retirando, aunque aquí en el norte no habido muchos, y los jóvenes no quieren dedicarse a esta profesión.

¿Ha cambiado en algo el oficio de afilador?

Es igual todo, según cambia el mundo, cambia las profesiones, anteriormente los chatarreros, recogían y todo el material en mulas, luego en moto, en coche y hoy ya aquí no existe. Pues este trabajo es igual.

¿Qué tipo de cliente es el del afilador hoy en día?

Sobre todo, particulares, hoteles, restaurantes, colegios, peluquerías... Pero muchos no aprecian este trabajo. La gente cree que es caro pagar cinco euros por afilar bien un cuchillo grande.

En la península hoy si hay muchos afiladores, unos en moto y coches, en bicicleta creo que queden muy pocos. Hoy van recorriendo los pueblos, barrios incluso las ciudades. Pero en coche. Colocan el aparato de afilar, que es un ventilador al que le colocan una piedra, lo conectan a la batería, y recorremos todos todo el mundo.

¿Qué es lo más difícil que afilan?

De todo, desde unos cuchillos, navajas, tijeras, alicates, pinzas de depilar o discos de cortar fiambre.
¿Tienen horario?

Habido día que trabajo, en aquellos tiempos, que trabaja desde la mañana a la noche. Como saber eran tiempos muy duros. Siempre habido trabajo, siempre hay.

A esta historia, que sabemos que dura, y bien dura, quiero añadir un cuento, que un día me lo contaron, y me ha llegado a la memoria, y es muy simpático;

Era un día de verano, un calor que rajaba el asfalto, y se encontraba un afilador en una de la calle junto a la plaza del Charco, entonces el afilador le pregunta a una señora que pasaba por ese lugar, si tenía algo para afilar. La Sra. Le dice si sígame, cuando subió era un quinto piso, donde no había ascensor, todo a pie. La Sra. Abre la puerta, él afilador espera fuera, cuando la Sra. Saca cuatro bolsas de basura, las que le hace entrega al afilador. El afilador se quedó sorprendido, habla con la mujer, y esta entendió sí que, si tenía algo para tirar, no para afilar. (El afilador fue educado y le bajo las bolsas) colorín colorado este cuento se acabado.

Bien por el afilador y la señora de la basura tan lista y campante. Como para afilarla de verdad. Existía la costumbre que cuando se oía al afilador la gente supersticiosa arrojaba sal y agua a la calle porque decía que anunciaba una muerte segura por el lugar donde pasaba. Cosas de la ignorancia, pero que eran así.

Por último, pienso y digo que, le debería de hacer un monumento a esta persona, como es don Antonio Fernández Pereira, quien se ha dedicado toda su vida, recorriendo nuestros lugares de nuestro valle norte, de esta bendita isla de Tenerife.

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