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lunes, 18 de mayo de 2020

INVASIÓN DE LANGOSTA PEREGRINA EN CANARIAS (1954)


Isidoro Sánchez García 


Como consecuencia del coronavirus Covid-19 se publicaron muchos boletines oficiales del estado y algunas órdenes ministeriales en estos tiempos de primavera. Una de ellas fue la Orden SND/351/2020, de 16 de abril, por la que se autorizó a las Unidades NBQ de las Fuerzas Armadas y a la Unidad Militar de Emergencias a utilizar biocidas autorizados por el el Ministerio de Sanidad en las labores de de desinfección para hacer frente a la crisis sanitaria ocasionado por el COVID-19.

La lectura de la misma alteró a algunos ciudadanos sensibles que me llamaron preocupados por el posible efecto que ello podría suponer entre la ciudadanía, ya que “veían” aviones y helicópteros fumigando desde el aire los pueblos de Canarias y de toda España

Entre las resoluciones de la Orden Ministerial destacaba la autorización específica de procedimientos de desinfección aérea, a través de las técnicas de nebulización, termonebulización y micronebulización. La lectura de la misma alteró a algunos ciudadanos sensibles que me llamaron preocupados por el posible efecto que ello podría suponer entre la ciudadanía, ya que “veían” aviones y helicópteros fumigando desde el aire los pueblos de Canarias y de toda España, tanto los espacios públicos como privados, en las actuaciones generales de desinfección. La verdad es que también me sorprendió la medida y lo consulté con algunos compañeros profesionales a los que también les llamó la atención. Incluso le envié una nota a unos de los vicepresidentes del Gobierno de Canarias mostrando mi preocupación al respecto.


Langostas del desierto en sus distintas fases de desarrollo, en el estudio del ingeniero agrónomo José del Cañizo.

Lo cierto fue que me puse a recordar las plagas de langostas que cuando chico había vivido en Tenerife. Una en 1954 y la otra en 1958. De esta última me acordaba mucho más ya que tenía 16 años y la viví intensamente ya que estaba estudiando el Preu en los salesianos de La Orotava y nos pusieron a dar caceroladas para asustar a los cigarrones de las fincas. También porque mis padres nos llevaron a la familia, un domingo de octubre, a ver la Virgen de Candelaria, con regreso por la carretera de la Esperanza, cumbres de Izaña y el Portillo. Inolvidable la nube rosa que cubría los cielos de la isla y tremenda la alfombra roja que se desparramaba a lo largo y ancho de la carretera por la zona de Izaña. Hasta el sol cambió de color.

Lo cierto fue que me puse a recordar las plagas de langostas que cuando chico había vivido en Tenerife. Una en 1954 y la otra en 1958. De esta última me acordaba mucho más ya que tenía 16 años y la viví intensamente.

De la pandemia del covid-19 volví a la plaga de 1954 y acudí a mi biblioteca agroforestal para rebuscar información acerca de las plagas de langostas y encontré un trabajo realizado por el ingeniero agrónomo José del Cañizo y editado por la Estación de Fitopatología Agrícola de Madrid en 1954. Se titulaba Invasión de langosta peregrina en Canarias (octubre de 1954). El preámbulo dice literalmente: “A mediados de 1954, grandes bandos o enjambres de langostas procedentes del continente africano invadieron las islas Canarias. Algunos bandos llegaron en vuelo y otros contingentes arribaron en grandes masas flotantes a las playas meridionales y orientales de aquellas islas. En el presente trabajo hacemos un resumen de las características de la invasión y de la campaña realizada para su exterminio”.

Comenzó escribiendo los datos geográficos de Canarias y continuó por el origen de las plagas, la organización de la lucha, por las características de la invasión, la distribución de cebos, el espolvoreo de insecticidas con avionetas, otros medios de lucha, y el avivamiento en la isla de El Hierro. Cerró su trabajo con una cita a las invasiones anteriores de la Schistocerca gregariaen Canarias, conocida como la langosta colorada o el cigarrón africano. Citó la invasión de 1910 y de 1932, y le llamó la atención la cadencia con las que se produjeron, cada 22 años y además en octubre.


Al tratar el origen de las plagas el autor explica el movimiento de las langostas. Nacen cerca del ecuador africano entre agosto y octubre y suben en dirección norte cuando son adultas hasta Mauritania, Marruecos, Argelia y Túnez. La emigración de los enjambres mayormente tiene lugar por la región costera occidental y a veces se desvían a Canarias por vientos atlánticos. Sus descendientes, obligados por la sequía, regresan a zonas tropicales donde crían. De hecho en la primera quincena de octubre de 1954 fueron señalados y registrados en el Sahara español densos bandos de langosta peregrina, procedentes del SE. y volando a gran altura en dirección NO. Posiblemente se correspondían con lo observados en Nigeria a finales de septiembre y primeros de octubre del mismo año.

La emigración de los enjambres mayormente tiene lugar por la región costera occidental y a veces se desvían a Canarias por vientos atlánticos. Sus descendientes, obligados por la sequía, regresan a zonas tropicales donde crían.

Cuando habla de la organización de la lucha, el ingeniero Del Cañizo cuenta el proceso llevado a cabo por las autoridades responsables la hora de actuar en la batalla contra la invasión de las langostas. Al principio los agricultores no estaban muy satisfechos con los cebos de veneno y actuaron por su cuenta, quemando combustibles y haciendo caceroladas para espantar las langostas, hasta que se adoptó el plan oficial del tratamiento. Conllevaba la utilización de los insecticidas adecuados y las avionetas con equipo de espolvoreo enviados por el Ministerio de Agricultura.

Se procedió a actuar en  Gran Canaria y Tenerife, así como en La Palma, La Gomera y El Hierro. La llegada de las avionetas sirvió para extinguir la plaga y para levantar la moral de los agricultores. La campaña se dio por terminada a primeros de diciembre; primero en Gran Canaria y luego en Tenerife. Un mes o mes y medio en una y otra isla. La invasión se hubiera cortado ante si se hubiera dispuesto inmediatamente de los elementos precisos. La alarma generada en los agricultores fue intensa ante la amenaza de destrucción de sus cultivos, la principal riqueza de las islas entonces.


Portada del trabajo del ingeniero agrónomo, José del Cañizo

Los primeros envíos de insecticidas y materia de aplicación se hicieron por ocho aviones trimotores del Ejército y el resto en diversos buques. En la batalla aérea participaron seis avionetas tipo Piper Cub, monoplano, de la sociedad Aerotécnica S.A. y dos aviones biplanos de la compañía de Servicios Agrícolas Aéreos S.A. Colaboraron las autoridades civiles y militares así como las Cámaras oficiales Agrarias y los agricultores en general. Igualmente el personal agronómico y forestal de las dos provincias al igual que la Base Naval de Canarias controlando la llegada de posibles  bandos o bolas flotantes de langostas por las costas de las islas.

Las características de la invasión se retrata en informes facilitados por los ingenieros agrónomos jefes de las provincias de Tenerife y Las Palmas, Jorge Menéndez y Francisco Guerra, respectivamente. En sus informes señalan que la invasión se inició en el atardecer del día 14 de octubre cuando llegaron los primeros enjambres de langosta en vuelos a las costas meridionales de Tenerife y Gran Canaria, ocurriendo el grueso de la invasión en la mañana del día 15, en que grandes nubes de langostas rojas llegaron por las costas del Sur y del SE. de las islas y casi simultáneamente en todas las islas.

En sus informes señalan que la invasión se inició en el atardecer del día 14 de octubre cuando llegaron los primeros enjambres de langosta en vuelos a las costas meridionales de Tenerife y Gran Canaria.

Poco después llegaron a la playas grandes masas flotantes de bolas de langostas arrastradas por las corrientes marinas y al llegar a tierra se deshacían dispersándose los insectos, secaban sus alas al sol emprendiendo vuelo incorporándose a los bandos que les precedieron. En Gran Canaria se salvaron del ataque de las langostas los municipios de Arucas y Las Palmas mientras que en Tenerife todos los municipios fueron invadidos por la langosta o el cigarrón africano.

Además de la distribución de los cebos venenosos le siguió en importancia el espolvoreo de insecticidas con avionetas como otro medio de lucha. En la isla de Tenerife y después de la llegada el 21 de octubre de 1954 comenzaron a actuar las avionetas espolvoreando insecticidas sobre las grandes masas de langostas concentradas en los municipios del norte de la isla principalmente en Tacoronte y El Sauzal. Tenían su base aérea en el aeropuerto de Los Rodeos.

Las avionetas despegaban al amanecer e iban cargadas de insecticidas para esparcirlas en los sitios señalados la tarde anterior

La cantidad de insecticida comprobada como eficaz por los ingenieros agrónomos fue la de 25 Kgs/por hectárea, de un producto H.C.H. Las avionetas despegaban al amanecer e iban cargadas de insecticidas para esparcirlas en los sitios señalados la tarde anterior. El espacio a tratar se balizaba con banderas blancas, distanciadas entre 50 y 100 metros, aunque también se usaban como señales focos de humo producidos al quemar aceite pesado, lo que servía orientar a los pilotos sobre la dirección del viento.   

Las avionetas después de un vuelo de reconocimiento del terreno balizado, a unos 50 y 100 metros de altura, según la topografía del terreno, la vegetación y la velocidad del viento, descendían a 5, 10 o 20 metros para efectuar el espolvoreo en sucesivas pasadas, paralelas y contiguas, teniendo en cuenta la dirección del viento para volar perpendicularmente a ella y dejando a un lado la nube de polvo que permanecía suspensa en el aire. Las avionetas monoplanos resultaron más efectivas por cuanto eran más ligeras y de mayor capacidad de maniobra que los biplanos, pese a contar con  motor más potente y carga mayor.


En Gran Canaria se utilizó el aeropuerto de Gando más alguna que otra pista de aterrizaje improvisado en zonas aisladas. Las avionetas ligeras podían aterrizar en una pista de 90 metros y la capacidad de carga del depósito era de 350 kgs. de polvo pero por razones obvias solo cargaban 200 kgs de polvo.

Los reconocimientos para localizar los lugares donde se concentraban las langostas se hacían a la caída de la  tarde cuando bajaban las temperaturas. Buscaban matorrales y cardones para pernoctar revoloteando torbellinos. De hecho el tratamiento contra los enjambres se hacía mientras las langostas estaban posadas incluso en las primeras horas de la mañana cuando estaban entumecidas por las bajas temperaturas.

En Gran Canaria se utilizó el aeropuerto de Gando más alguna que otra pista de aterrizaje improvisado en zonas aisladas.

Estos reconocimientos previos del terreno eran indispensables para la efectividad de la lucha aérea, al localizar los enjambres y seguir sus movimientos. De ahí la importancia de contar con emisoras portátiles entre el personal técnico. Los datos aportados por los ingenieros agrónomos de ambas provincias indicaron que el consumo de insecticida H.C.H 25%, espovolreado en Gran Canaria, fue del orden de 46.788 Kg. mientras que en Tenerife fue de 67.380 Kg. lo que supuso un gasto total de 114.168 kg. En ambas islas se trataron 4.566 hectáreas, a razón de 25 kgs. por hectárea, durante 152,5 horas de vuelo.

Otros medios de lucha complementarios se utilizaron también en la batalla contra las langostas rojas. Me refiero a los tratamientos terrestres con espolvoreadores y pulverizadores pequeños, algunos de motor, así como la quema nocturna de matorrales y cardones que se rociaban con gasolina para exterminar las langostas acumuladas en ellos. Todo ello un poco fuerte, no había impacto ambiental, pero era lo que se daba entonces. 

Capitulo aparte lo ocupó el avivamiento de langostas rojas en la isla de El Hierro ya que se detectó en enero de 1955 la presencia de algún enjambre que llegó a la madurez sexual.

Capitulo aparte lo ocupó el avivamiento de langostas rojas en la isla de El Hierro ya que se detectó en enero de 1955 la presencia de algún enjambre que llegó a la madurez sexual y realizó la puesta en zonas del sur y del SE. del municipio de Valverde, como Tamaduste y las Playas. Los daños fueron mínimos, en opinión de los técnicos agrarios, teniendo en cuanta la intensidad de la plaga. Los agricultores de las islas afectados por la crisis de la plaga no coinciden con esta valoración. Y eso que ni los plátanos, las viñas, las papas y los tomates no fueron muy afectados por la fecha de la invasión.
El paralelismo entre la pandemia del Covid-19 y la invasión de langostas peregrinas en Canarias da mucho que pensar.

Para acabar el trabajo el ingeniero agrónomo José del Cañizo hizo especial referencia a las invasiones anteriores a 1954, en particular a las de 1910 y 1932, sin olvidar las referencias históricas de Juan Nuñez de la Peña a las invasiones de los siglos XVI y  XVII, con especial mención a la de 1586-87 y a la de 1607 en Tenerife donde hubo muchas rogativas y procesiones. Asimismo resaltó la gran invasión de octubre de 1659 que alcanzó a todas las islas de Canarias, y a las citadas por  José Viera y Clavijo.

El paralelismo entre la pandemia del Covid-19 y la invasión de langostas peregrinas en Canarias da mucho que pensar. Como bien me indicó un amigo psiquiatra ecuatoriano, el Dr. Guerrero, que es admirador de Alejandro de Humboldt: "Ahora tenemos que resetear nuestra mente y cuidar nuestra vida".

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