Javier Lima Estévez
Como un ser sincero, tranquilo y humilde se muestra D. Secundino
Eufemiano Ortiz Santos, conocido por todos como D. Eufemiano, a las preguntas previas
a su jubilación expuestas por Juan Rivero para el periódico Diario de Avisos.
Era el año 1987. De su
interesante lectura extraemos algunos datos para recordar a un ser que, por
espacio de 37 años, recorrió y trabajó por la Villa de La Orotava desde su
posición como Policía Municipal. Al periodista responde con sencillez y, en
muchas ocasiones, restando mérito u obviando la trascendencia de su trayectoria.
Tal vez era su carácter. En múltiples ocasiones advierte a Juan Rivero sobre su
intención de responder sobre aquello que pudiera conocer sin querer con sus
palabras dañar u ofender a nadie.
Su labor en tal cuerpo, tras superar las oportunas pruebas,
se inició el 7 de marzo de 1950. En su opinión, en esa decisión pudo llegar a
influir también su altura. Con anterioridad trabajaba como peón de albañil. La
nueva ocupación le permitió obtener un sueldo de 5.000 pesetas anuales. ¿Era
mucho o poco dinero? D. Eufemiano responde que lo suficiente para vivir durante
esos años.
Lo peor por entonces, sin lugar a dudas, era la complejidad del
oficio ante diversos asuntos. Una característica que aclara en atención a las
largas caminatas que debía realizar a núcleos como Benijos, Bebedero Alto,
Barroso, etc. Todo ello con el único fin, en muchas ocasiones, de entregar una
simple notificación. Además, se sumaba que los sábados y domingos el servicio
casi siempre era en La Perdoma. Al periodista le señala que solían ir dos
agentes en guagua, aunque el regreso, por ser ya de noche o incluso de
madrugada, se realizaba a pie. Años complejos en los que el protagonista no
expone sucesos negativos con nadie durante el transcurso de su trabajo. La
situación ya sería diferente con la adquisición de un vehículo para el cuerpo.
A partir de entonces pasó a estar adscrito al servicio de vigilancia de obras clandestinas
y, por último, al trabajo interno en el ayuntamiento.
Permanece su nombre y sus acciones en la memoria de muchos
orotavenses a los que ayudó o con los que llegó a trabajar. Sirvan estas pocas
líneas como sencillo homenaje a su persona.
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