Recordando el ayer, al abrir el baúl de los recuerdos, me encontré, está nota, la que quiero compartir con todos ustedes, de esta manera, seguimos recordando el pasado.
Corría el día jueves 24 de septiembre de 1976. Al ver el recorte, supe que era, por su fecha, pasado unos cuarenta años. Parece que fu ayer, donde es importante saber que pudo suceder, en esa rueda del tiempo, ya que es una nota muy importante, por lo qué, hago publica, y tal vez, le llague a la memoria de algunas personas, y recuerden el momento. Dicho esto, adjunto literalmente lo siguiente:
Recientemente, escribí un libro dedicado a la familia Los Peraza, como a todas las personas que llevarán esté apellido, como a los lectores que le guste la Genealogía como la Heráldica. Fue publicado en la página de Bubok.con. Cómo dije antes, la rueda del tiempo, no sé para. Donde me lleve una gran sorpresa, la que fue publicada en la mencionada fecha.
En mis raíces, no costa, porque está rama viene de la familia de los Peraza de Tacoronte. Sé, y conozco a muchos genealogistas, donde sus raíces son de este municipio. También, los hay, de fuera de está isla de Tenerife, como en muchos lugares, y pongo como ejemplo; Cuba, Venezuela, México, Puerto Rico y así un largo etc. Cosa que quiero compartirlo con todos en general.
Está es Juana Victoria Peraza de León,
quien nació 1865. La abuela mayor de Tenerife. Natural de Tacoronte, en el lugar
conocido como el Cantillo. Quien falleció a los 111 año de edad. Fue reconocida
en esté mismo medio, con un amplio artículo.
A LOS 111 AÑOS FALLACIÓ JUANA
VICTORÍA PERAZA DE LEÓN.
LA ABUELA DE TENERIFE.
José Peraza Hernández
EN TACORONTE
El pasado sábado, cuando comenzaba a clarear el día, falleció en su modesta pero limpísima casita, del Carril, en Tacoronte, a los (111), ciento once años de edad, María Victoria Peraza de León, hasta ese instante de su tránsito, a mejor vida, fue la abuela de Tenerife, denominada así, por su dilatada existencia, nunca desmentida, puesto que nadie le discutió el título de ser la anciana más vieja de nuestra provincia.
En el mes de
julio de 1973, nos fuimos a verla, de la mano de Álvaro Ramos López, quien ha
sido en estos últimos años de la vida de la viejecita la más decidida y valedor
de ella y de su desamparada familia. Allí nos esperaba Juan Hernández, que
iba
previsto de su
máquina de retratar y yo que iba con un fajo de cuartillas, para recoger en ellas
las cosas que me iría diciendo Juana Victoria, a la que encontramos sentada
sobre una piedra en el mismo borde del Carril acicalada con sus mejores galas
tocada con el típico sombrerete de las mujeres de campo de nuestra tierra.
Hasta nos pareció que alguien la había pintorreado, los resecos los labios y
las tersas y curtidas mejillas surcadas por las duras arrugas que se le
contraían sobre las comisuras de su desdentada boca. Se reía naturalmente cuando la visitaba
gente joven y aunque nosotros no lo éramos, nada de su edad, la nuestras era
una verdadera infancia.
¿Cómo esta su
merced?
Me dijo de
entrada, y rápida y con rápida agilidad pasmosa inició el camino hacia la
puerta de su casita, por lo que previniéndole de algún percance me contesto enseguida:
¿Pero si yo no estoy vieja, solo tengo un siglo y unos cuantos años más? No se
preocupen caballeros, que yo bajo solita, como siempre, y allá, se fue la buena
de Juana Victoria Peraza, se fue delante de
nosotros, enseñándonos a caminar.
Nos atendió espléndidamente y allí, charlamos y nos contó muchas cosas de su vida todo un poema. Fue a visitar la Virgen de Candelaria, por última vez, el 15 de agosto, de ese mismo año de 1973.
Cuando llegamos con ella, Álvaro Ramos y el que suscribe habíamos organizado el viaje, la conducimos entre apretujones de la gente donde habían comenzado la Eucaristía, presbiterio se hallaba esperando por fuera del templo, hasta en interior del mismo, donde había empezado los oficios religiosos, compartido por varios sacerdotes y el Obispo de la Disóciese en el presbiterio
Se hallaba la
corporación municipal en pleno, presidida por su alcalde Rodolfo Afonso, quien
al verla aflorar en el límite que separa a los fieles del sepulcro donde
reposan los restos de don Domingo Pérez Cáceres, se levantó del sillón que
ocupaba, y fue al encuentro de Juana Victoria Peraza, y la condijo hasta el
mismo sitial que él ocupaba, poniéndola en la presidencia de la corporación,
municipal de la Villa de Candelaria. Poco después, terminada la misa sería el
Obispo de la diócesis Nivariense, el que acudía a saludad a la centenaria,
prodigándole sus mejores atenciones.
Cuando se llevó hasta las páginas de los periódicos la imagen de la abuela de Tenerife, muchas entidades le varias entidades le hicieron donaciones y fue objeto de homenajes. El DIA le dedicó, en sus páginas, un extenso reportaje que fue motivo de otros en revista nacionales y extranjeras. Hoy lo hace para comunicarlo a los tinerfeños que han perdido el símbolo de la longevidad de sus antepasados, ostentado con todo el mérito por doña Juana Victoria Peraza de León, cuya silueta de dulce. León, cuya silueta de dulce viejecita, de la auténtica abuela de todos los que por tal la teníamos.
Murió con pleno conocimiento y a sabiendas de que ya se iba, sus facultades físicas estaban intactas y aunque que por ya no enhebraba a aguja para coser sus ropas y las de su hijo Ventura que ha venido acompañando, hasta el pasado sábado en que ya lo dejo solo, con su impedimento y con la profunda amargura de ver morir a su madre de ciento once años de edad.
Los tinerfeños también sentirán como suya esta pena. Sólo dirán ¿Se murió la viejita de Tacoronte? No importa. Es también un homenaje a su recuerdo. Viernes, 24 de septiembre de 1976.
Hoy, quiero
despedirme con mi mayor de mí sentimiento pésame de todo corazón, como a toda
su familia. Besos al cielo
Lunes, 26 de abril de 2021
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