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lunes, 5 de abril de 2021

YA ESTOY EN LA REALIDAD

Lorenzo de Ara

Una oportuna cachetada a tiempo. El recibí hoy. Nada más ponerme en pie a las siete. Hago lo que usted y todo el mundo hace, ya sabe. Luego preparo mi café, la torrija (Semana Santa manda), y enciendo el ordenador para leer la prensa. Hasta hace pocos días pagaba la suscripción de 3 periódicos. Ya no. El paro ha entrado a formar parte de mi mundo. Pagaba por leer ABC, El Mundo y El Español. Hace dos meses dejé de pagar El Confidencial. No me salen las cuentas. Natural. Así que decidí darme de baja del ABC y de El Español. Seguiré pagando los 8 euros que me pide El Mundo. ¿Pero y la cachetada? Ah, sí. Es que tiene que ver con los periódicos. Bueno, mejor dicho, tiene que ver con el periodismo. En un rotativo nacional (la prensa local se deja para cuando voy al baño, que también es un buen sitio de lectura) leo que hay periodistas que nunca se cansan de estar informados. Adictos a la noticia, al análisis. Y eso tampoco es bueno. Nunca desconectan. ¿Y la realidad? ¿Qué sucede con la realidad que está más allá del multiverso mediático? Cachetón bien dado a quien cree que todo lo que aparece en los medios es la realidad y, lo que no está ahí, es solo producto de la ensoñación. Un espejismo. Vago recuerdo de un sueño o de una pesadilla. ¡Cuán equivocado está el profesional!

Confieso que, en vacaciones, cuando disfrutaba de ellas, primeramente, en septiembre y luego ya en agosto, la lectura de periódicos no dejó de ser rutina diaria. También recuerdo que, en otras tierras de España, la prensa local de Andalucía, Madrid, Castilla y León, Cataluña y Cantabria, lugares muy frecuentados por este servidor de ustedes, se colaba desde primera hora de la mañana en la casa para (ahora lo entiendo) apartarme de la realidad.

¿Puede un periodista estar ahogándose en la información (sobreabundancia de información) y jamás haberse sentido cerca de la realidad? Es más, que ni una sola vez obtuviera la satisfacción de palpar con la yema de los dedos la vida tal y como es. Sí, es más que factible.

En mi caso esa ha sido la dura realidad.

Por ejemplo, llevaba casi cinco años entrevistando y analizando el devenir de los acontecimientos de nuestro norte de Tenerife. De lunes a viernes. Y me gustaba. Una barbaridad. Entrevistas políticas, económicas, culturales; en definitiva, periodismo local que no renegaba del tic tac insular, regional, nacional e internacional. Aldea global lo llaman. Tiempo también para la opinión y, algo muy importante en el periodismo, aunque se practica poco y está muy devaluado, casi en desuso; tiempo para escuchar a los protagonistas. Escuchar haciendo radio es la condición sine qua non para ser un digno trabajador de la información.

Creo que lo mejor que he hecho es escuchar. Retengo en la memoria tantísimas respuestas. Tantos y tantos silencios. Me ha gustado siempre dejar botando la pelotita, o sea, la pregunta, y así aprender o desilusionarme ante la respuesta del invitado.

Y todo periodista lo que más tiene que hacer es leer. Leer de todo. Si no lee está cometiendo el mayor de los pecados. Traiciona a la profesión. Leer es la base de todo. La humildad, la aceptación de los errores diarios, la decisión firme por querer seguir mejorando, todo esto y mucho más pasa por la lectura.

La cachetada era necesaria. Llega a tiempo. En el mejor momento. Cuando ya no tengo obligación de levantarme para ir a trabajar, cuando no debo coger la guagua, cuando no tengo que decir ante un micrófono (el mejor micrófono): “Buenos días, es un placer saludarles.”

La realidad está ahí, esperándome.

Y yo sin saber hasta hoy nada de ella.

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