Primero fue China. El origen de todo. De todo lo malo. La pandemia del conronavirus. El mundo miraba hacia una provincia perdida de la gran nación roja. Y pasó lo que tenía que pasar. Que en pocas horas el mundo se vio engullido por la realidad. La muerte se movía libre y las fronteras no protegían. La pandemia se hizo realidad. Y el mundo comenzó a contar muertos, personas contagiadas, pérdidas económicas inmensas. El mundo entró en la más profunda, severa y dramática crisis de la historia moderna.
¿Qué podíamos hacer?
A esta pregunta sólo había una respuesta. Ponernos en manos de la ciencia.
Y los científicos no defraudaron. Trabajaron a conciencia. A veces, como pasa siempre en países de patanes (hablo de España), ignorados, ninguneados y despreciados por las elites.
Pero el mundo sabía hace un año y lo sabe hoy también, que la salvación pasa por el éxito de la ciencia. Y nos encomendamos a ella y al logro inaudito pero cierto de conseguir poner a disposición de los países las vacunas capaces de hacer frente al bicho.
¡Viva Israel!
Por fin la comunidad internacional comenzó a moverse en la dirección correcta. Había que movilizarse y poner a disposición de los científicos unos recursos económicos hasta entonces inimaginables. Lo que para muchos era ciencia ficción pasó a ser realidad. Se habló de tener la vacuna en tiempo récord. Y lo cierto es que no hay solo una, sino que contamos con varias.
Pero no todos los países han gestionado la pandemia con inteligencia, coraje, liderazgo político, ni siquiera en esos malditos países ha existido una prioridad rotunda.
Hace aproximadamente tres meses, tal vez algo más, se inició la inmunización global.
¡Viva Israel!
Si en la Unión Europea el liderazgo político ha hecho mutis por la escena, en otros puntos del planeta la respuesta al coronavirus ha sido la contraria. Por ejemplo, Israel.
Oh, sí, ese pequeño país tan odiado por la izquierda española y por buena parte de la derecha, ha gestionado con una eficacia envidiable la labor de vacunación de su población.
Hoy los ciudadanos de la única democracia de Oriente Próximo, el verdadero muro de contención que siempre ha parado la barbarie y ha sido la primera defensa de la democracia en Occidente, puede con orgullo dar ejemplo al mundo.
Los hombres y mujeres de Israel ya pueden están al aire libre sin mascarillas. Hay luz después de la tragedia. En Israel se metieron en el túnel, sí, como los demás países, pero en Israel no se conformaron con llorar, con cruzarse de brazos. En Israel, bajo el liderazgo del gran presidente Netanyahu, el túnel enseña la boca de salida.
¡Viva Israel!
En España todo está en peligro. La campaña turística de verano, la creación de riqueza y empleo. Todo. Mientras en Israel, pueblo y gobierno han trabajado unidos, en la España sanchista solo conocemos el fiasco, la tomadura de pelo, la mentira, el discurso vacuo y la propaganda sistemática.
La política basura en España es una cepa más del coronavirus.
La catástrofe económica que experimenta España ha llegado para quedarse, por mucho que el gobierno mentiroso y felón de Sánchez y los comunistas que le arropan anuncien lo contrario. Todo está en manos de la UE. Pero que sepa la burocracia europea que el mentiroso enviará miles de papeles con el absoluto convencimiento de que no se leerán y así conseguirá 140 mil millones para un nuevo plan E basura.
¡Viva Israel!
Nueve millones de habitantes hay en Israel. España cuenta con 47 millones. Más de la mitad de la población de Israel ya han recibido las dos dosis.
El Gobierno de Netanyahu ha negociado con las farmacéuticas de manera extraordinaria. Debemos esperar un despegue económico formidable en Israel. Y el regreso a la normalidad tendrá, sin duda, el impacto positivo que la sociedad espera.
¿Qué acontece en España? Lo contrario. Incapacidad enfermiza. Pero no solo en España. La dramática situación española es la misma que vive Francia, Alemania, Italia y la práctica totalidad del club europeo.
En España contamos muertos y vemos para desgracia de nuestros hijos y nietos que la pobreza no para de aumentar.
Nueve millones de habitantes dan ejemplo al mundo. Viven en Israel.
El mal de España consiste en que no tenemos a Netanyahu, tenemos a Pedro Sánchez Pérez- Castejón, que miente y pasa olímpicamente de la tragedia, de los muertos, de la miseria, del hambre y del drama de las familias.
¡Viva Israel!
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