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miércoles, 21 de abril de 2021

FALSOS INTELECTUALES, ARTISTAS, CULTOS, ¡APARTAD VUESTRAS SUCIAS MANOS DE LA CULTURA!

Lorenzo de Ara

En la cultura entran muchas veces los gorrinos.

Chapotean en el charco que para ellos es la cultura.

Y no tienen puta idea de cultura, pero si tienen mucha sabiduría en comportarse como gorrinos. Culturalmente. El trombo cultural en algunas ciudades de Tenerife (hablo en especial de una) viene de atrás. Pero en el presente se agudiza la gravedad de la situación.

Los porcinos de la cultura nunca han sentido un ápice de interés real por ella. Han visto, eso sí, y lo han olido desde muy pronto, que en el lodazal hay dinerito suficiente para comprar ropita de marca y sacar pecho ante un populacho que nunca responde a la llamada, pero que vota al partido de la cultura (jajajaja) porque los otros partidos en realidad son enemigos de ella y del pueblo. Faltaría más.

El deseo de mandar es tan fuerte en una ideología concreta que esta se olvida de gobernar y hasta de dar de cuerpo. Y cuando pone sus garras en la cultura queda de ella un ataúd extraviado.

Lo que más duele al escuchar a los paladines de la cultura local es que la transformaron en el arte de mentir.

Hicieron de la cultura una cueva, no para ladrones, pero sí para pícaros y estafadores. Porque estafar es dejar fuera a quienes saben de cultura.

La ideología coloniza la cultura y la mata.

La cultura para ganar elecciones. Como las redes sociales, las fotos, los carnavales, las reuniones de trabajo y el victimismo tras años de mandato.

La cultura local tiene a los aliados desleales al mando. Negro futuro.

La cultura (se ha dicho muchas veces de mi amado teatro) siempre está entre la cima y el abismo.

Cuando el rasgo principal del hacedor cultural es la eterna sonrisa y la simpatía grasienta, se concluye que las artes están secuestradas por el partido en el poder.

Cuando llega el día en que la cultura usa pestañas postizas, enseña las nalgas y sale a la calle a pavonearse con un escote hasta el ombligo, digan ustedes conmigo, sin cortarse un pelo: la cultura ha muerto. Porque la cultura es todo menos el ego y la cáscara de un huevo.

Defender la cultura y hacer cultura es posible incluso sin dinero. ¡Lo es!

Humildemente me atrevo a decir que durante muchos años defendí y trabajé para la cultura de mi ciudad y de otras ciudades. El teatro era mi pasión. Sé más de cultura (mi biblioteca lo grita) que los actuales influencers de la culturilla ideologizada.

Me duele el desprecio de los poderosos hacia tanta gente con valía. Gente joven y no tan joven que se lo curra y está en la permanente trinchera cultural.

Y detesto al cabroncete que ha vendido su alma al diablo para hacer jueguecitos con la lengua. O sea, el eterno blablablá.

En “No lo salves de la tristeza, soledad”, mi poeta Jaime Sabines explotó: “no lo cures de la ternura que lo enferma./Dale dolor, apriétalo en tus mano,/muérdele el corazón hasta que aprenda./No lo consueles, déjalo tirado/ sobre el lecho como un haz de hierba.”

Yo me rendí hace tiempo, y la cultura nunca me lo perdonará, pero a ustedes, en la trinchera fría, a ustedes que aguantáis el menosprecio, el ninguneo y la pedantería de los depredadores culturales, a ustedes me dirijo.

A los que hacen cine en esta tierra, teatro, literatura, fotografía, danza, música; sépanlo y no lo olviden. ¡Existe el contagio del gozo por la cultura!

Y la cultura está necesitada del afán que siempre da paso al amor y también a la libertad.

Ustedes son el futuro maravilloso de la cultura.

¡No él! ¡Nunca ellos!

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