Salvador García Llanos
Termina el verano y aunque los usuarios sigan disfrutando de una
zona de baños tan especial como es San Telmo, lo cierto es que las obras de
reacondicionamiento y las de remodelación del paseo aún no han sido certificadas
ni por el Cabildo ni por el Ayuntamiento, señal de que aún están incompletas o
pendientes de rematar en algunas de sus unidades. Si ya el proyecto tuvo una
tramitación dificultosa, la ejecución no ha sido menos azarosa.
La puesta en marcha
de los servicios sanitarios o la apertura de una cafetería en la zona de
terraza, la retirada de una valla metálica en las cercanías del acceso al mar o
la mejora de las duchas instaladas son aspectos concretos de trabajos y
dotaciones aún por definir.
Hasta el alcalde del
Puerto de la Cruz, Lope Afonso, en el contexto de un reciente análisis público
de las basuras como una asignatura pendiente de tratar adecuadamente y resolver
consecuentemente, se refiere a la instalación de mobiliario urbano y a la insuficiencia
de papeleras para evitar el impacto negativo de su acumulación en los aledaños
del paseo. Admite Afonso que la instalación de las papeleras es una demanda de
los vecinos hecha con toda lógica.
Pues a ver si las
instituciones, Cabildo y Ayuntamiento, junto a la empresa adjudicataria de las
obras, no se enredan en la fase definitiva de las mismas. Es probable que la
empresa aguarde trámites pendientes de modificados del proyecto o unidades
sobrevenidas, pero tampoco es cuestión de demorar demasiado. En el análisis
anteriormente señalado, se indica que el Ayuntamiento ha condicionado la
recepción definitiva de las obras a la solución de los trabajos y dotaciones
pendientes. Por eso, la paciencia de la que se ha hecho gala hasta la fecha
debe traducirse en un arreón final para culminar esta actuación que no
satisface a todos pero que está ahí, con su espaciosa diafanidad y sus grises,
para constituir otra referencia de la geografía urbana portuense.
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