No
hay que estar demente para tirar los hijos al mar.
Esas
alas de criatura, pobrecitos,
barcos
que van y vuelven y van
y
extravían en círculos la espera
sin
saberse libres de cautividad.
Cualquier conquista bélica conlleva
destrucciones, hambre y muerte. Recientemente nos hemos visto colapsados con
las imágenes de ese niño de tres años ahogado en la orilla de una playa, que como
tantos miles de compatriotas, se lanzan a cualquier costa por intentar cruzar
el Mediterráneo en busca de un sueño, realmente, muy difícil de alcanzar en el
primer mundo.
Desde mucho antes de que el ser
humano se comportara como tal y caminara por sus propios pies creando este
paraíso terrenal que llamamos Tierra, existen las migraciones. La Biblia da fe
de ello, al igual que los antiguos griegos, los romanos, los fenicios… a base
de guerras conquistando nuevas tierras.
Detrás de cada migrante y de cada
familia rota, hay historias que no debemos pasar por alto. La primera prueba es
no morir ahogado en el mar, o asfixiado en el maletero de un coche, o de una
maleta, o caer a tierra cuando abre el tren de aterrizaje del avión. Luego
viene lo peor, no pueden correr la misma suerte cada uno en esas oleadas que
llegan a tierra firme. La situación no se arregla con repartirlos por cuotas
entre los países europeos de acogida. Estamos en pleno verano y ahora son
noticia; dentro de un mes, nadie los recuerda y el invierno es duro. Sin
vivienda, sin trabajo, sin comida y sin futuro.
Esas migraciones de total actualidad
en las noticias, son producidas por el exterminio del pueblo a manos de un
califato terrorista, descendiente de Al Qaeda, el cual surgió para hacer frente
a la invasión de Irak, en 2003, y posteriormente reclama la autoridad religiosa
sobre todos los musulmanes del mundo, a través de su severa interpretación del
Islam, con la Sharia
y su violencia brutal contra los chiitas y cristianos.
Este autoproclamado Estado Islámico
se viene imponiendo por la fuerza y el miedo. Ha ordenado la expulsión de todos
los cristianos [ y vienen realizado en
público decapitaciones masivas de cristianos que se niegan a convertirse al
Islam, incluyendo niños, y destruyendo templos y mezquitas.
Historias
de antes, de siempre
de
pequeños, de toda una vida.
Ahora
que ya no quedan refugios,
ni
insectos jugando a las escondidas.
De nuevo nos azota el eterno tema
de los nacionalismos. Su objetivo es unir todas las regiones habitadas por
musulmanes bajo su control en una amplia zona que abarca Irak, Siria, Jordania,
Israel, Palestina, Líbano, Chipre y parte del sur de Turquía; imponiendo por la
fuerza y el miedo su cultura y barriendo todo vestigio anterior que no sea la
suya. Y si además otras milicias que
controlan gran parte de la península egipcia del Sinaí, el este de Libia y
Pakistán han jurado lealtad a la
organización, podemos preocuparnos e intuir que posteriormente podrán seguir
ampliándose por Europa, Asia y África.
Y
ofrendamos nombres a los náufragos cotidianos
tan frágiles para que suenen sobre todas las
cosas
perdidos entre los pasos de nuestro tiempo
Tenemos una Europa altanera,
egoísta y desunida que hace caso omiso a los estados del sur, víctimas de estas
oleadas, que reclaman un llamado de orden a sus dirigentes, básicamente del
norte. También hay por medio de tanto desespero, mafias organizadas enriqueciéndose
a costa de la carne humana como mercancía.
Nadie
comprende el sacrificio de vivir
con
las trampas intactas
levantarse
donde los pinos
inventan
su mito y la música vieja.
No vale acoger en nuestras casas a
un niño o una familia completa del éxodo, cuando el problema sigue en su tierra
y ésta amplía fronteras. Hay que erradicar el problema de raíz.
De
amigos que se ocultan y se privan
y
alguna vez recuerdan
dónde
removimos luces sedientas.
Luego viene la incorporación de
toda esta gente y su aceptación por la sociedad que ni los mira, ni los ve, por
tener otro color de piel, otra idiosincrasia, otra lengua y sobre todo por
llevar el dolor de ser emigrantes.
Somos
el sonido de las aguas acumuladas
donde
entona una balada a lo lejos
las
maneras de estrechar otros cuerpos.
¿Y el dolor de ellos, quién lo
ampara?
Incorporo a este texto un poema que
aparece publicado en mi reciente libro Los puentes que dejamos al pasar, por
NACE, 2015, sobre el éxodo de cubanos y que puede aplicarse a cualquier
migración.
LA
BALADA DEL ESTRECHO
No hay que estar demente para tirar
los hijos al mar.
Esas alas de criatura, pobrecitos,
barcos que van y vuelven y van
y extravían en círculos la espera
sin saberse libres de cautividad.
Nadie comprende el sacrificio de
vivir
con las trampas intactas
y levantarse donde los pinos
inventan su mito y la música vieja.
De amigos que se ocultan y se
privan
y alguna vez recuerdan
dónde removimos luces sedientas.
Historias de antes, de siempre
de pequeños, de toda una vida.
Ahora que ya no quedan refugios,
ni insectos jugando a las
escondidas.
Levanto la mano derecha sin pedir
la palabra
para romper el dolor del hombre y
hacerlo mío.
Tal vez haya algo, pero nunca
sabremos
cómo será el fin del eterno cielo
sobre un pueblo, gramo de simiente,
ripio cansado de esperar.
Somos el sonido de las aguas
acumuladas
donde entona una balada a lo lejos
las maneras de estrechar otros
cuerpos.
Y ofrendamos nombres a los
náufragos cotidianos
tan frágiles para que suenen sobre
todas las cosas
perdidos entre los pasos de nuestro
tiempo
sin el ángel de la tregua.
El límite atemoriza por este
estrecho interminable
y enloquece algo la historia
hasta el fin de los exilios.
Datos de Juan Calero Rodríguez
Estudió Ingeniería Industrial,
Delineación Mecánica y Delineación Arquitectónica. En literatura ha
desarrollado los géneros de poesía y cuento. También ha desarrollado el dibujo
y la pintura.
Ha obtenido varios reconocimientos
en diversos concursos literarios a nivel provincial, nacional e internacional
en Cuba, Estados Unidos, España y Chile.
Ha publicado los poemarios:
-PALABRAS DEL BALSERO, 2007,
Editorial Alternativas, La Palma, España
-PASAJERO SIN OFICIO, 2010,
Editorial Alternativas, La Palma, España
-BAJO LOS PORTALES DEL NIÁGARA,
2013, Editorial Voces de Hoy, Estados
Unidos.
-LOS PUENTES QUE DEJAMOS AL PASAR,
2015, NACE, (Nueva Asociación de Escritores Canarios), Las Palmas de Gran Canaria,
España.
Para noviembre aparece su antología
POETAS CUBANOS EN CANARIAS, 2015, Ediciones La Gueldera, Gran Canaria.
Ha sido incluido en más de una
veintena de antologías y publicaciones compartidas en España, Estados Unidos,
Argentina y Chile.
Escribe para periódicos y revistas.
Ha formado parte de jurados
internacional y canarios.
Preside la Agrupación Cultural
ARTEnaciente en San Andrés y Sauces.
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