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sábado, 5 de septiembre de 2015

DE PROFESIÓN, AMIGUERO


Salvador García Llanos

-Abuela, ¿qué era abuelo?
La nieta de Eduardo Galeano sorprendió a la esposa  de éste, Helena Villagra, cuando impactada por la inmensa expresión de afecto popular despertada tras el fallecimiento del autor uruguayo, no acertaba a entender por qué lloraba toda aquella gente y por qué eran incesantes los besos, los abrazos, los lamentos y los susurros.
-Era… era… un amiguero-, improvisó y definió como pudo Helena mientras su nieta la miraba tiernamente (Amiguero: Dicho de una persona: que entabla amistades fácilmente, se consigna en el diccionario de la Real Academia de la Lengua (RAE).
El profesor José Javier Hernández García tomó prestado ese término para titular su conferencia, “Eduardo Galeano, de profesión amiguero”, dictada en el Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias (IEHC), para inaugurar un nuevo curso, precisamente el día que se cumplía el setenta y cinco aniversario de su nacimiento. Reveló el hecho, en medio de una inevitable emotividad, para dar significado al vocablo, muy común en varios países americanos.
Hernández rindió culto a la amistad con que Galeano y Helena le obsequiaron a través de una espontánea invitación a una cerveza en Madrid. Buen conocedor de su obra, fue revelando de forma amena episodios y vivencias que revelaban rasgos de su personalidad y de su escritura. Se apoyó el conferenciante en unas cuantas gráficas y reproducciones de textos que ilustraban la síntesis del pensamiento ideológico y literario de Galeano.
Una de ellas recogía la pintada aparecida en la pared de una finca en una localidad de La Palma: “Eduardo Galeano. Vivirás en la memoria de los nadies”. El grafitero desconocido inmortalizó la sensibilidad y la generosidad del escritor, tan comprometido con la causa general de los más desfavorecidos, por no emplear todos los adjetivos y derivados. “El poeta de los de abajo”, dijo José Javier Hernández quien aludió, por supuesto, a su pasión por el fútbol, el medio ambiente y la religiosidad (No contó -y permitan la licencia- que le encantaban los malvasías isleños. En cierta ocasión, le regaló un vino fuencalentero que, sabedor de la cita del autor inglés, denominó -para regocijo de los presentes- ‘shakesperiano’).
Galeano, en cierto modo, es una asignatura pendiente del IEHC. Había sido invitado (lo gestionó en su día el propio conferenciante) pero la enfermedad pudo más y no logró atenderla. Eso sí: en una de las fotos exhibidas, aparece con la el libro editado por el Instituto en ocasión de su cincuenta aniversario.
Y tampoco fue a El Hierro cuyo proceso sísmico de hace unos años siguió con auténtico interés. Hernández leyó unas líneas que el uruguayo escribió entonces, impregnadas de ánimo para los habitantes de aquella tierra que desconocía pero que amaba desde la distancia, entre otras cosas, por José Javier, quien aludió al “espíritu de La Restinga”, en el que se integraron otros amigos y seguidores, algunos allí presentes.
Unas líneas “antes de que la ventolera de la duda se las lleve”, en palabras del propio Galeano, con las que Hernández completó su conferencia. Menos mal que el amiguero seguirá un rumbo indeleble y la pintada de La Palma eternizará sus valores.

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