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sábado, 26 de septiembre de 2015

CABALLERO SARMIENTO, EL PORTUGUÉS QUE INFLUYÓ EN EL FRACASO DE LA INVASIÓN MIRANDANDINA DE 1806 Y QUE RESIDIÓ POR MÁS DE UNA DÉCADA EN EL PUERTO DE LA CRUZ


Manuel Hernández González

La expedición de Francisco de Miranda a Venezuela en 1806 era perfectamente conocida desde Venezuela gracias al decisivo compromiso frente a ella del comerciante portugués afincado por aquellos años en Caracas Francisco Caballero Sarmiento, quien pudo acceder a ella gracias a un espía que había introducido en su seno, para el que fletó un barco.

UN EMPRESARIO EN LA ÉPOCA DEL COMERCIO DE NEUTRALES

Nacido en Lisboa el  2 de septiembre de 1757 y fallecido en Madrid en  1819, Francisco Caballero Sarmiento había sido un comerciante especializado en el tráfico entre Estados Unidos, Canarias e Hispanoamérica que devino por los avatares bélicos a convertirse en partidario de la continuidad del dominio español en América.

Emigró desde su Lisboa natal a Filadelfia, donde casó con Catalina Craig, miembro de un significado linaje mercantil de esa ciudad. En 1787 se instala en el Puerto de la Cruz (Tenerife) para impulsar el comercio canario-norteamericano. Dedicado a la venta de vinos y barrilla y a la importación de harinas, que llegó incluso a reexportar a Cuba, se conservan en la actualidad en esa localidad su casa de comercio en la calle Blanco y su hacienda en el edificio que más tarde fue casa cuartel de la guardia civil y en la actualidad centro hospitalario.

Sus relaciones con los Marqueses de Casa Irujo, embajador de España en Estados Unidos y Branciforte, cuñado de Godoy, capitán general de las Islas y futuro Virrey de México, le permitieron obtener privilegios durante el comercio de neutrales, actuando como una empresa conectada a la Real Hacienda. Llegó  a concentrar en sus manos el 50% del tráfico venezolano, lo que despertó la crítica de las elites caraqueñas, como se mostraría en la conjura de Matos y en los decretos de libre comercio de su Junta Suprema. Esas actividades especulativas con los diplomáticos españoles en los Estados Unidos, tanto Irujo como Luis de Onís, fueron denunciadas por Valentín de Foronda. Con la declaración de independencia de las Repúblicas Hispanoamericanas participó activamente en empresas bélicas y comerciales con el gobierno español, entre las que destacó el flete de La Ramona, con cañones y armas de guerra para abastecer a las tropas realistas. Nombrado comisionado para la liquidación de las deudas al Erario público por las expediciones neutrales, sus negociaciones fueron tildadas por la Real Hacienda como fraudulentas, pero al quebrar, tras su muerte en Madrid en 1819, fueron declaradas como incobrable

UN PERSONAJE CLAVE EN LA PRIMERA DÉCADA DEL SIGLO XIX   

Francisco Caballero Sarmiento fue un personaje clave en las tramas políticas y mercantiles de la Venezuela de principios del siglo XIX. Sus relaciones con la elite norteamericana eran notables. Sus cuñados eran dos significativos comerciantes de Filadelfia y Baltimore, respectivamente, John Craig y Robert Oliver. Una hija del primero había contraído nupcias con Nicholas Biddle, el director del segundo banco de los Estados Unidos y destacado político e intelectual norteamericano, cuyo hijo se casó con una nieta de Sarmiento. Asimismo su hija Juliana se casó con Eduardo Barry, heredero de la fortuna de su tío del mismo nombre y apellido, introductor en régimen cuasi monopolístico de los esclavos negros en Venezuela, y primo de David, el editor en Londres de las célebres Noticias secretas de América de Jorge Juan y Ulloa. Convertido más tarde en comerciante en la Caracas de la emancipación y en cónsul de la Gran Colombia en Filadelfia, desarrolló una activa obra en lengua española de difusión de la causa independentista, el republicanismo, el liberalismo y la masonería.

La directa implicación de Sarmiento con la burocracia de la Corte hizo posible que compatibilizase su cargo como funcionario de Hacienda y comisionado para la liquidación de las deudas del Real Erario en el llamado comercio de neutrales con sus negocios. Fruto de todo ello fue su régimen privilegiado en Venezuela con concesiones de privilegios  como los de introducción de 100.000 barriles en ese país. Esa estrecha vinculación entre negocios y política llevó al portugués a involucrarse directamente en el fracaso de la invasión de Miranda de 1806, escogiendo para ello incluso a un espía que había conocido en el Puerto de la Cruz (Tenerife), el veneciano José Covachich. Éste había sido retenido en esa localidad portuaria por un impago, por lo que se le había ordenado su detención y la prohibición expresa de no salir de ese puerto.

CABALLERO SARMIENTO Y LA INVASIÓN DE 1806

La invasión mirandina puso sobre el tapete las disponibilidades económicas del  portugués y la debilidad de los poderes establecidos para hacer frente a la situación. El Marqués de Casa Irujo, que operaba en estrecha conexión con Sarmiento, proporcionó al Capitán General Guevara Vasconcelos una exacta noticia de sus movimientos. Para hacer frente a tales amenazar, la máxima autoridad militar, como él mismo confesó, “necesitando despachar un buque a la parte de la isla de Santo Domingo que tiranizaba el negro Desalines, donde debía completarse el cargamento para averiguar su fuerza, designios y apoyos con que contaba en este país y otras noticias, constándome la generosidad y ardiente amor del capitán de milicias de Canarias Don Francisco Caballero Sarmiento le llamé y, proponiéndosele si podría aprontarme un barco para que saliese inmediatamente a dicha isla, sin vacilar un instante me allanó en el momento una goleta muy velera que había en La Guaira sin descargar, compró a este fin sin ninguna necesidad su cargamento que, por ser de pertrechos navales, no era fácil darle salida en la estación actual, lo descargó, enlastró y alistó con tal esmero que a las 24 horas dio vela. En la oscuridad que ofrecía la elección de sujeto de confianza y reserva que pasase a este buque a practicar las citadas observaciones me facilitó también bajo una cuantiosa y voluntaria responsabilidad a un sujeto que llevó este encargo a mi satisfacción y cuya actividad produjo muy notorias ventajas a la tranquilidad pública”.  


Asimismo Guevara expuso que los gastos de toda esta expedición, que cifraba en 6.000 pesos, corrieron a cargo de Sarmiento, que, “estimulado de la indigencia del Real Erario, de su celo y distinguido amor a Su Majestad, le hizo generosa donación de ellos”. Por Real Despacho dado a 11 de octubre de 1807 se le concedió al portugués, curiosamente ciudadano de los Estados Unidos, donde votaba en las elecciones, el grado de Coronel de Milicias. Lógicamente su solicitud iba “dirigida a obtener privilegios para la introducción de efectos”, como consecuencia de tales donativos y servicios. El espía que puso al mando de ese buque era el referido Cobachich, que trabajaba a como empleado suyo y estaba alojado en su propia casa. Cumplió a la perfección la misión informativa que se le había encomendado. Por tales servicios se le dio el título de Comisario de Guerra de los Reales Ejércitos. Había aprendido la lección de su jefe y solicitó “algún privilegio de introducción libre de géneros en la misma Provincia de Venezuela, donde ha contraído tan relevantes méritos y libre extracción de una determinada cantidad de granos”. Hizo alusión que había gastado una imaginaria cantidad de dinero en la expedición, que cifró en 29.350 pesos, por lo que se enfrentó con el portugués, poniendo por testigo al Marqués de Casa Irujo. Mas, como éste último expuso, en una carta dirigida al veneciano, “bien dice el refrán de que la codicia rompe el saco. Usted a fuerza de ganar dinero, no sólo quiere deshonrarse, sino que pretende deshonrarme”. El mismo Miranda tuvo constancia de la influencia de tales dádivas dadas por Caballero. Al respecto comentaba el 3 de julio de 1809 que “un tal Sarmiento (portugués) al Indio obediente de Curaçao, digno agente de asesinos y envenenadores y otros e esta laya habían dado muchas recompensas en dinero y honores por los servicios de espionaje que habían practicado cuando yo estuve por la costa, y ellos temblaban de miedo; que el genovés Bachichi, que estuvo en Jacquemel,  y un... habían también recibido estas infames recompensas”.    

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