Manuel
Hernández González
La
expedición de Francisco de Miranda a Venezuela en 1806 era perfectamente
conocida desde Venezuela gracias al decisivo compromiso frente a ella del
comerciante portugués afincado por aquellos años en Caracas Francisco Caballero
Sarmiento, quien pudo acceder a ella gracias a un espía que había introducido
en su seno, para el que fletó un barco.
UN
EMPRESARIO EN LA ÉPOCA DEL COMERCIO DE NEUTRALES
Nacido en Lisboa el 2 de septiembre de 1757 y fallecido en Madrid
en 1819, Francisco Caballero Sarmiento
había sido un comerciante especializado en el tráfico entre Estados Unidos,
Canarias e Hispanoamérica que devino por los avatares bélicos a convertirse en
partidario de la continuidad del dominio español en América.
Emigró desde su Lisboa natal a
Filadelfia, donde casó con Catalina Craig, miembro de un significado linaje
mercantil de esa ciudad. En 1787 se instala en el Puerto de la Cruz (Tenerife)
para impulsar el comercio canario-norteamericano. Dedicado a la venta de vinos
y barrilla y a la importación de harinas, que llegó incluso a reexportar a
Cuba, se conservan en la actualidad en esa localidad su casa de comercio en la
calle Blanco y su hacienda en el edificio que más tarde fue casa cuartel de la
guardia civil y en la actualidad centro hospitalario.
Sus relaciones con los Marqueses de Casa
Irujo, embajador de España en Estados Unidos y Branciforte, cuñado de Godoy,
capitán general de las Islas y futuro Virrey de México, le permitieron obtener
privilegios durante el comercio de neutrales, actuando como una empresa
conectada a la Real Hacienda. Llegó a
concentrar en sus manos el 50% del tráfico venezolano, lo que despertó la
crítica de las elites caraqueñas, como se mostraría en la conjura de Matos y en
los decretos de libre comercio de su Junta Suprema. Esas actividades
especulativas con los diplomáticos españoles en los Estados Unidos, tanto Irujo
como Luis de Onís, fueron denunciadas por Valentín de Foronda. Con la
declaración de independencia de las Repúblicas Hispanoamericanas participó
activamente en empresas bélicas y comerciales con el gobierno español, entre
las que destacó el flete de La Ramona, con cañones y armas de guerra para
abastecer a las tropas realistas. Nombrado comisionado para la liquidación de
las deudas al Erario público por las expediciones neutrales, sus negociaciones
fueron tildadas por la Real Hacienda como fraudulentas, pero al quebrar, tras
su muerte en Madrid en 1819, fueron declaradas como incobrable
UN
PERSONAJE CLAVE EN LA PRIMERA DÉCADA DEL SIGLO XIX
Francisco
Caballero Sarmiento fue un personaje clave en las tramas políticas y
mercantiles de la Venezuela de principios del siglo XIX. Sus relaciones con la
elite norteamericana eran notables. Sus cuñados eran dos significativos
comerciantes de Filadelfia y Baltimore, respectivamente, John Craig y Robert
Oliver. Una hija del primero había contraído nupcias con Nicholas Biddle, el
director del segundo banco de los Estados Unidos y destacado político e
intelectual norteamericano, cuyo hijo se casó con una nieta de Sarmiento.
Asimismo su hija Juliana se casó con Eduardo Barry, heredero de la fortuna de
su tío del mismo nombre y apellido, introductor en régimen cuasi monopolístico de
los esclavos negros en Venezuela, y primo de David, el editor en Londres de las
célebres Noticias secretas de América de Jorge Juan y Ulloa. Convertido más
tarde en comerciante en la Caracas de la emancipación y en cónsul de la Gran
Colombia en Filadelfia, desarrolló una activa obra en lengua española de
difusión de la causa independentista, el republicanismo, el liberalismo y la
masonería.
La directa
implicación de Sarmiento con la burocracia de la Corte hizo posible que
compatibilizase su cargo como funcionario de Hacienda y comisionado para la
liquidación de las deudas del Real Erario en el llamado comercio de neutrales
con sus negocios. Fruto de todo ello fue su régimen privilegiado en Venezuela
con concesiones de privilegios como los
de introducción de 100.000 barriles en ese país. Esa estrecha vinculación entre
negocios y política llevó al portugués a involucrarse directamente en el
fracaso de la invasión de Miranda de 1806, escogiendo para ello incluso a un
espía que había conocido en el Puerto de la Cruz (Tenerife), el veneciano José
Covachich. Éste había sido retenido en esa localidad portuaria por un impago,
por lo que se le había ordenado su detención y la prohibición expresa de no
salir de ese puerto.
CABALLERO
SARMIENTO Y LA INVASIÓN DE 1806
La invasión
mirandina puso sobre el tapete las disponibilidades económicas del portugués y la debilidad de los poderes
establecidos para hacer frente a la situación. El Marqués de Casa Irujo, que
operaba en estrecha conexión con Sarmiento, proporcionó al Capitán General
Guevara Vasconcelos una exacta noticia de sus movimientos. Para hacer frente a
tales amenazar, la máxima autoridad militar, como él mismo confesó,
“necesitando despachar un buque a la parte de la isla de Santo Domingo que
tiranizaba el negro Desalines, donde debía completarse el cargamento para
averiguar su fuerza, designios y apoyos con que contaba en este país y otras
noticias, constándome la generosidad y ardiente amor del capitán de milicias de
Canarias Don Francisco Caballero Sarmiento le llamé y, proponiéndosele si
podría aprontarme un barco para que saliese inmediatamente a dicha isla, sin
vacilar un instante me allanó en el momento una goleta muy velera que había en
La Guaira sin descargar, compró a este fin sin ninguna necesidad su cargamento
que, por ser de pertrechos navales, no era fácil darle salida en la estación
actual, lo descargó, enlastró y alistó con tal esmero que a las 24 horas dio
vela. En la oscuridad que ofrecía la elección de sujeto de confianza y reserva
que pasase a este buque a practicar las citadas observaciones me facilitó
también bajo una cuantiosa y voluntaria responsabilidad a un sujeto que llevó
este encargo a mi satisfacción y cuya actividad produjo muy notorias ventajas a
la tranquilidad pública”.
Asimismo Guevara
expuso que los gastos de toda esta expedición, que cifraba en 6.000 pesos,
corrieron a cargo de Sarmiento, que, “estimulado de la indigencia del Real
Erario, de su celo y distinguido amor a Su Majestad, le hizo generosa donación
de ellos”. Por Real Despacho dado a 11 de octubre de 1807 se le concedió al
portugués, curiosamente ciudadano de los Estados Unidos, donde votaba en las
elecciones, el grado de Coronel de Milicias. Lógicamente su solicitud iba
“dirigida a obtener privilegios para la introducción de efectos”, como
consecuencia de tales donativos y servicios. El espía que puso al mando de ese
buque era el referido Cobachich, que trabajaba a como empleado suyo y estaba
alojado en su propia casa. Cumplió a la perfección la misión informativa que se
le había encomendado. Por tales servicios se le dio el título de Comisario de
Guerra de los Reales Ejércitos. Había aprendido la lección de su jefe y
solicitó “algún privilegio de introducción libre de géneros en la misma
Provincia de Venezuela, donde ha contraído tan relevantes méritos y libre
extracción de una determinada cantidad de granos”. Hizo alusión que había
gastado una imaginaria cantidad de dinero en la expedición, que cifró en 29.350
pesos, por lo que se enfrentó con el portugués, poniendo por testigo al Marqués
de Casa Irujo. Mas, como éste último expuso, en una carta dirigida al
veneciano, “bien dice el refrán de que la codicia rompe el saco. Usted a fuerza
de ganar dinero, no sólo quiere deshonrarse, sino que pretende deshonrarme”. El
mismo Miranda tuvo constancia de la influencia de tales dádivas dadas por
Caballero. Al respecto comentaba el 3 de julio de 1809 que “un tal Sarmiento
(portugués) al Indio obediente de Curaçao, digno agente de asesinos y
envenenadores y otros e esta laya habían dado muchas recompensas en dinero y
honores por los servicios de espionaje que habían practicado cuando yo estuve
por la costa, y ellos temblaban de miedo; que el genovés Bachichi, que estuvo
en Jacquemel, y un... habían también
recibido estas infames recompensas”.
excelentes datos historicos
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