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sábado, 26 de septiembre de 2015

EL CALVARIO DE REALEJO BAJO


Jerónimo David Álvarez García

Es sabido que la ubicación de los calvarios en las afueras de las poblaciones corresponde a la idea de asemejar estas con la antigua ciudad de Jerusalén, su monte Gólgota y el camino de Cristo hacia el mismo. En Los Realejos destacan varios de estos lugares: en San Benito, la Cruz Santa e Icod el Alto, pero hoy nos ocuparemos del Calvario de San Vicente, que pertenece a la Parroquia de Ntra. Sra. de la Concepción y está situado cerca de la ermita de dicho santo.

Ese compendio de información sobre los Realejos, que es “Los Realejos, una síntesis histórica”, nos adentra en la historia de este recinto sacro, calificándolo de “interesante por sus dimensiones, estructura y armonía, es el correspondiente a la Parroquia de la Concepción, junto a la ermita de San Vicente (...). Fue mandado construir por el regidor don Juan de Gordejuela en el siglo XVII. Aún en la siguiente centuria ofrecía un espacio abierto, con un altar de mampostería donde se alzaban tres cruces. Al llegar el siglo XIX, se transforma en una capilla cuyos elementos arquitectónicos responden a un lenguaje clásico, poco frecuente en este tipo de edificaciones, lo que explica un claro interés de escapar de las soluciones tradicionales y populares”.


El Crucificado que se encuentra en su interior perteneció al Convento Franciscano de Santa Lucía, de este pueblo y su traslado fue autorizado por el provisor y vicario del Obispado don José Hilario Martinón en 1823 al párroco que fue de Ntra. Sra. de la Concepción de Realejo Bajo, don Pedro Próspero González Acevedo, para que allí se le diera culto.

Este Cristo articulado (restaurado recientemente), nos retrotrae a esas imágenes piadosas que en la Edad Media y luego tras el fin de la Guerra Civil, sirvieron para escenificar la Pasión y así adoctrinar y fomentar la piedad popular en las poblaciones legas o descreídas. Actualmente se ha recuperado el acto del descendimiento durante la Cuaresma y Semana Santa en esta parroquia.


También se ha adecentado este monumento con varios cipreses, que tras petición popular el ayuntamiento de la villa ha considerado oportuno sembrar. Especie arbórea, propia de estos lugares y camposantos que inspiran al visitante o creyente transcendencia, pues por su altura se eleva los ojos al firmamento.

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