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sábado, 5 de septiembre de 2015

THOMAS DEBARY Y EL PUERTO DE LA CRUZ


Javier Lima Estévez
Graduado en Historia por la ULL

El pastor anglicano Thomas Debary visitó las Islas Canarias en la segunda mitad del siglo XIX, dejando una interesante descripción sobre las costumbres de la sociedad canaria del momento, destacando sus aportaciones para el conocimiento de la historia eclesiástica de Gran Bretaña durante el siglo XIX. La obra Viajeros ingleses en las Islas Canarias durante el siglo XIX, del investigador José Luis García Pérez, incluye diversos datos en torno a la vida del propio reverendo inglés, el cual, nos dejaría un libro bajo el título Notas de una residencia en las islas Canarias (publicada en 1851) siendo presentado en español a través de un interesante prólogo del profesor de Historia de América de la Universidad de La Laguna, Manuel Hernández González y edición de Juan Enrique Jiménez Fuentes. A partir de tal testimonio podemos conocer y extraer las impresiones que el Valle de La Orotava generó en la mentalidad de un pastor anglicano del siglo XIX. En ese sentido, no duda en manifestar la tristeza que le produjo La Orotava, acudiendo al núcleo portuense con el fin de “encontrar algo mejor”. Describe el amargo panorama que observó en el Puerto de la Cruz, anotando sus impresiones sobre la perspectiva de un pueblo cuya imagen parecía alejarse de aquel esplendor logrado décadas atrás. De esa forma, resalta que “la hierba crece en medio de muchas de sus calles; además, su hermoso clima estaba algo alterado por la frecuencia de la brisa o viento del nordeste, que seguramente sopla, más o menos, en todas las partes del mundo para recordar a los hombres que son mortales”. El reverendo se hospedaría en una casa propiedad de Martínez, registrando un curioso acto de agitación desarrollado por algunos progresistas en el lugar a partir de la Revolución Francesa de 1848 en la que se obligó al rey Luis Felipe I de Francia a abdicar, narrando su encuentro en el núcleo de La Paz con Mr. S y la preocupación e inquietudes del mismo a partir de tal movimiento, acudiendo junto a Mr. S a visitar “algunas cuevas guanches, que verdaderamente sólo eran apropiadas para el rey de las aves y no para servir como palacios de seres humanos, aunque muchas de ellas se dice que fueron –sin duda, elegidas por su inaccesibilidad-“, anotando diversos detalles de enorme importancia sobre otros puntos de la isla de Tenerife a mediados del siglo XIX y que permiten aproximarnos al conocimiento de la realidad social y económica del momento.

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