Evaristo Fuentes Melián
Algunos de estos textos me
los envía un amigo:
En mi empinada calle
empedrada vivía una de las mujeres más espectaculares de mi vida. Subía por el
medio de la calzada, con su hermoso trasero contorsionado en un movimiento
circular, que provocaba en los adolescentes frecuentes ajetreos compulsivos…
Empinaba respingón su ‘body’, tambor y bamboleo, como si fuera al compás de una
banda de cornetas.
¡Para un momento, mujer!,
déjanos mirarte quieta, estatua de carne y hueso, mármol de piel sedosa.
Déjanos correr a tu vera, imaginar largas nuestras manos, y comprobar, no en
vano, que no es piedra tu escultura.
Mi calle de la infancia es
verdad sentida, que se ha convertido en recuerdo agradecido, en memoria
sentimental de una época vivida intensamente. Fue ilusión, imaginación... Ahora
es un cromo de colores en el álbum de mi vid
Y, para remate, estas dos
frases lapidarias e iconoclastas, leídas en la prensa:
Una. - “Tengo la amarga
tendencia a meter la cabeza bajo el ala y esperar a que escampe el espíritu
navideño”.
Y otra. - “Te deseo
Felices Fiestas… si logras sortear la parafernalia y estás sinceramente junto a
los que se reúnen estas noches contigo”.
Espectador (Por el Día de
Inocentes)
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