Salvado García Llanos
La vacuna antiCOVID 19 es la gran esperanza. Pareciera que todos los planes o todas las intenciones de futuro quedan a expensas de sus resultados. Estamos en plena segunda oleada de contagios y fallecimientos, debatiendo la celebración de la Navidad cuando lo que hay que hacer es salvar vidas. La gran verdad es que la pandemia se ha convertido en un suceso mundial, uno de los hechos más significativos e impactantes de la historia moderna: más de un millón trescientos mil muertes en todo el mundo y millones de afectados por la enfermedad. Las consecuencias económicas han abierto consecuentemente una crisis en varios sectores económicos, financieros y mercados globales. El mundo espera por las vacunas con tal de reactivarse, recuperarse y volver a la etapa preCOVID. Pero mucho nos tememos que nada volverá a ser como antes.
Pero nos previenen de una tercera oleada, está en forma de desinformación vinculada, precisamente, a la aplicación de las vacunas. Lo hizo el presidente de la Federación de Asociaciones de la Prensa de España (FAPE), Nemesio Rodríguez, en el curso de la asamblea de la organización celebrada por primera vez, en sus noventa y ocho años de historia, en formato virtual. En su informe, advirtió que “la desinformación ya ha comenzado, pero es previsible que aumente de forma extraordinaria cuando los gobiernos pongan en marcha las campañas de vacunación”. Así que habrá que estar atentos después de que el español ya haya anunciado sus previsiones. El dictamen del presidente de la FAPE es claro: “La desinformación en el caso de la pandemia pone en riesgo la salud de los ciudadanos. Los periodistas y los medios podemos ayudar a la sociedad a paliar los daños difundiendo información veraz, verificada y contrastada con fuentes fiables”.
Cierto que
varias firmas farmacéuticas y biotecnológicas vienen compitiendo por crear una
vacuna viable. Aunque se suele tardar años en desarrollar una vacuna, estas
empresas no han escatimado gastos para acelerar el proceso, anunciando
resultados prometedores a una velocidad sin precedentes. Pero no menos cierto
es que habrá que luchar contra la desinformación, contra la especulación y los
bulos. A esta alturas, no es necesario decir que, en muchos casos, faltan
escrúpulos aunque se trate de salvar vidas humanas. La desinformación circula
tan rápida como muta el virus, se ha convertido en una de las amenazas para las
democracias pues se debilitan sus instituciones y sus valores, de ahí que el
presidente de la FAPE haya reclamado al ejecutivo de Pedro Sánchez que invierta
en alfabetización mediática desde la ESO para enseñar a los escolares a
distinguir lo falso de lo real, a tener un enfoque crítico de los medios y de
lo que reciben a través de los móviles y las redes, su principal fuente de información.
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