José Melchor Hernández Castilla
El escritor y político Benito Pérez Armas (1871-1937) en su
novela “La vida, juego de naipes” (1990), comenta: “El Dr. Bethencourt Alfonso
es uno de los contados hombres ante quien yo me he rendido a la discreción.
Desde pequeño, siempre que aparecía en mi casa, con aquel su semblante de
gravedad, suavizado por una sonrisa bondadosa, con las floridas barbas luengas,
los ojos avizores tras los cristales de los espejuelos, le tributé reverente
admiración”.
Don Juan de Bethencourt
Alfonso nació en San Miguel de Abona en 1847, dentro de una familia
acomodada. Obtuvo el título de bachiller en el Instituto provincial de segunda
enseñanza de La Laguna, donde establecería amistad con la familia Pérez Galdós.
En 1872, se licenció en Medicina y Cirugía en La Universidad Central de Madrid,
y regresó a Santa Cruz de Tenerife para ejercer como médico cirujano. En 1874,
contrajo matrimonio con Carmen Herrera González, estableciéndose en la Plaza de
la Constitución nº 2, actual Plaza de la Candelaria, donde nacieron sus tres
hijos. Además, tenía una casa en Los Cristianos, donde pasaba temporadas en
verano.
Juan de Bethencourt Alfonso se especializó en enfermedades mentales, recogiendo historias de pacientes afectados de epilepsia. Desde 1879, aplicó y desarrolló la higiene y nuevas técnicas medio-sanitarias, así publicó en la Revista de Canarias un artículo denominado “La Higiene en Santa Cruz de Tenerife” y otro llamada “Observaciones. Una cuestión de Fisiología”: “Y ya que por nuestras desventuras duerme Canarias el pesado y no interrumpido sueño de la ignorancia (compañera de la falta de higiene), hasta el extremo de no tener derecho a figurar en los más humildes puestos entre los pueblos civilizados; ya que por desgracia no disfrutamos de las inmensas ventajas de la ilustración, procuremos no ignorar los medios de salir de nuestra situación vergonzosa y conquistar nuestra propia felicidad, trabajando por alcanzar la cultura indispensable al siglo XIX, copiando, por lo menos, con la rigurosa y sorprendente precisión con que copiamos las modas de París, a las naciones más civilizadas en sus prácticas higiénicas, y en sus disposiciones dirigidas al saneamiento y salubridad de los pueblos” (Juan Bethencourt Alfonso, 1879).
En 1879, fundaba la Academia Médico-Quirúrgica de Canarias,
transformada en 1886 en Real Academia de Medicina del Distrito de Santa Cruz.
Cambió su residencia 1893, estableciéndose en Arona con su familia, donde
combatió la epidemia de cólera. En 1897, trabajó en el Hospital Civil
Provincial de Nuestra Señora de los Desamparados de Santa Cruz de Tenerife. En
junio de 1889, era vocal propietario de la Junta Municipal de Sanidad de Santa
Cruz de Tenerife; y en 1904, médico municipal de Arona.
Era un hombre afable y servicial, querido por el pueblo,
que casi nunca le cobraba sus honorarios a la gente más humilde.
Juan Bethencourt Alfonso fue uno de los fundadores del
Instituto de Segunda Enseñanza de Santa Cruz de Tenerife en 1876, y del cual
fue profesor. En la apertura del curso de 1878-1880, dejó algunas reflexiones a
sus alumnos: “Es muy común en nuestro
país, por estar alejado y por no seguir el movimiento científico de esos grandes
centros, donde la actividad intelectual realiza, con asombro del mundo,
grandiosos y admirables descubrimientos, condenar, sin oír, toda idea nueva,
toda innovación, partiendo del supuesto de que son antirreligiosas. En conducta
de censurar, escudada en la ignorancia; de negar, sin procurar saber; de
prejuzgar, no estudiando, ha tenido el triste privilegio de matar todo progreso
científico en nuestra provincia, matando, a la vez, el fundamento de nuestra
propia felicidad. No sigáis, pues, tan pernicioso ejemplo”.
En 1877, dentro del Instituto de Segunda Enseñanza de Santa Cruz de Tenerife, se creó un Museo antropológico con el nombre de “Gabinete Científico”, que fue inaugurado en 1878, bajo la dirección de Juan de Bethencourt y Miguel Mafiotte La Roche como secretario, donde el estudio de la Antropología y Arqueología Prehistórica de Canarias era su principal objetivo.
Desde 1884, Juan de Bethencourt Alfonso se afanó en la
investigación histórica, arqueológica y antropológica de Canarias, mediante el
Museo llamado “Gabinete Científico”, realizando trabajos de campo en Tenerife,
La Gomera, El Hierro y Fuerteventura fundamentalmente. Así, se recogieron, más
de 500 cráneos, momias y distintos elementos aborígenes, como añepas y banots,
gracias a los fondos donados por el Sr. Lebrun y Juan de la Puerta
Canseco.
Fue pionero con el uso de la tradición oral para investigar
la historia, entre otros, entre pescadores, pastores y agricultores.
En su investigación del 22 de septiembre de 1885, en el
lugar de Busaque, encontró una serie de armas de la Batalla de Acentejo, las
cuales donó al “Gabinete Científico”: dos medios cascos o morriones, dos piezas
pequeñas de hierro, una placa de brigantina para la defensa del cuerpo o
espaldar de armadura, una llave de serpentina de arcabuz, media cantonera de
arcabuz, una sierra con su argolla y cadena de una ballesta, una daga y una
espada.
Por otra parte, se le considera también como el fundador
del folklore canario. Publicó en 1885 el “Proyecto de Cuestionario del folklore
canario”, considerado el primer trabajo científico sobre la cultura de las
islas.
En 1887, dentro del “Gabinete Científico” se creó el “Museo
Antropológico y de Historia Natural”, que ya poseía 100 cráneos guanches y
varias momias bien conservadas. En 1899, “Gabinete Científico” desapareció, con
lo que se buscó otro lugar como Museo. Así, se instaló el Museo en el Museo
Municipal de Santa Cruz de Tenerife en 1902; siendo director en 1904, Juan
Bethencourt Alfonso, y recibiendo el nombre de “Museo Antropológico y de
Ciencias; y, en 1909, se pudo contemplar en el mismo: 20 vasijas guanches,
molinos de mano, cráneos de indígenas ofrecidos por el director, un proyectil y
7 fragmentos de balas inglesas caídos en 1797 en el recinto de Paso Alto y
regalados por el comandante militar don José March y García. Dicha colección se
traspasó al Museo Arqueológico insular en 1958.
En 1901-1902, confeccionó el trabajo “Costumbres populares
canarias de nacimiento, matrimonio y muerte”, donde se recogían las respuestas
de multitud de personas sobre las costumbres y medicina popular.
La mayor obra de Juan Bethencourt Alfonso, “Historia del
pueblo guanche”, con 2.000 folios escritos a mano, terminada en 1911, se
confeccionó con la ayuda de médicos e investigadores de todos los pueblos de
las islas. El Primer tomo de la Historia del Pueblo guanche, “Su origen,
caracteres etnológicos y lingüísticos”, se editó en 1991. El Segundo tomo,
“Etnografía y organización socio-política en 1994; y el tercer tomo, “Conquista
de las Islas Canarias, en 1997.
Juan Bethencourt Alfonso fallecía el 29 de agosto de 1913, en su casa de la Plaza de la Constitución nº 2, de Santa Cruz de Tenerife. El Periodista Leoncio Rodríguez redactó en la Portada de La Prensa, el siguiente artículo, con el título de “Muerte sentida”, con fecha 30 de agosto de 1913:
“Otra pérdida muy sensible y dolorosa, lamenta en estos
momentos el país. D. Juan Béthencourt y Alfonso, fallecido en la mañana de
ayer, era una de las personalidades más valiosas de Tenerife. Su vasta cultura,
su desmedida afición por el estudio de las antigüedades y las costumbres
canarias; el entusiasmo que sentía por las tradiciones y las glorias de la
tierra, diéronle fama general en el archipiélago e hiciéronle acreedor al
respeto, la simpatía y la veneración de todos. Retirado desde hace algún tiempo
de la política, en la que descolló por su espíritu batallador y su vehemencia y
acometividad para la lucha, ha desaparecido sin dejar esas irreductibles
malquerencias y esas grandes odiosidades que suelen acompañar a los políticos
hasta la tumba. D. Juan Béthencourt no deja enemigos en ninguna de las clases
sociales ni entre sus compañeros de profesión. Ha muerto rodeado de la
estimación de todos y con la aureola de un prestigio sólidamente conquistado.
Hemos perdido una gran figura de la intelectualidad isleña; nuestro mejor
cronista de antigüedades. La copiosa labor del señor Béthencourt ha sido
truncada por el fatal acontecimiento que todos lamentamos. Deja sin terminar
una obra lingüística, costumbres y psicología indígenas que es, según versiones
de todos los que han tenido ocasión de leerla, un notabilísimo libro, con tal
profusión de detalles, antecedentes e informes sobre la raza guanche, que
constituye uno de los estudios etnográficos más completos que se han hecho del
inolvidable pueblo aborigen. Esta obra era lo que más preocupaba y desvelaba al
ilustre finado en las postrimerías de su vida. Para ella había sido el fruto de
todos sus estudios, investigaciones y trabajos, y natural era que al ver aproximarse
sus últimos años, sintiese el desasosiego espiritual del que no logra coronar
su obra porque el destino se interpone en su camino para obligarle a abandonar
los senderos de la vida. El señor Béthencourt pudo terminar su obra, pero él
ansiaba saber más, estudiar más, recopilar más, para trasmitir a las nuevas
generaciones lo que acaso otros ya no pudieron saber ni averiguar, porque
ninguno tendrá de seguro la abnegación y la constancia que él tuvo para
recorrer palmo a palmo la isla, para ir de aldea en aldea inquiriendo datos y
recogiendo los últimos vestigios de la raza conquistada. Esa fue la labor del
Sr. Béthencourt; una labor que sólo un espíritu netamente isleño, profundamente
enamorado de su tierra, podía realizar sin desalientos, en medio de la frivolidad
y la indiferencia del ambiente. Hombres de este temple ya no quedan, ó quedan
muy pocos en el país. Con el Sr. Béthencourt perdemos un gran cerebro y una
gran voluntad; perdemos también un isleño de la más pura cepa; de aquella cepa
gloriosa, de imperecedera memoria, que dio a Tenerife historiadores y
polígrafos que enaltecieron y dignificaron el nombre de nuestra tierra. Al
asociarnos al duelo del país, nos unimos también al duelo de la distinguida
familia del finado, a la que hacemos presente el testimonio de nuestro más
íntimo y sincero pesar”.
Bibliografía:
Rodríguez Delgado, Octavio, 20-10-2015. “Don Juan
Bethencourt Alfonso (1847-1913). Ilustre Médico, Profesor, Antropólogo y
Periodista”. La Gaveta de Aguere. http://lagavetadeaguere.blogspot.com/2015/10/don-juan-bethencourt-alfonso-1847-1913.html
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