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martes, 16 de septiembre de 2014

LA MEMORIA DEL REGRESO DEL ZAPATERO A LA PLAZA DE LA CONSTITUCIÓN DE LA VILLA DE LA OROTAVA

José Peraza Hernández  
En la mañana del lunes 15 de septiembre, a las 11:00 horas, me lleve una gran sorpresa, cuando me encontraba sentado en la plaza de La Constitución de La Villa de La Orotava, esperando que se hiciera la hora para una cita, que tenía prevista en el Salón Noble del Excmo. Ayuntamiento de la Villa de La Orotava.
Me percate a lo lejos, lo que me hizo recordar aquellos de mi niñez. Hablo allá por los años 50, cuando existía como profesión Zapatero, los que se encontraban allí donde más gente había, como eran las plaza, cerca de la entrada a los casinos, Cafeterías etc.
Me acerque, y establecimos conversación, aunque note que fu deje no era español, lo note una persona amable, una persona dada, le pregunte si le podía sacar unas fotos, efectivamente sin problema. A raíz de aquí, le entramos en conversación, él contestaba como un libro abierto.
Le pregunte como se llamaba, decía, Ramón Hilario Acosta, nació un 24 de enero de 1953, nació Argentina, en un pueblo a las afueras.
Me decía que desde los 11 años siempre ha estado trabajando, su madre hacia fallecido, y él tenía que sacar a su padre a dente, ya que se encontraba en silla de ruedas.
Me cuenta Ramón que él ha trabajado de todos los oficios, en el campo, herrero de herraduras de caballos, de herrero de carruaje, en artesanía de cueros, trabajado en la parrilla, de todo tipo de carnes así como un largo etc.
Todo esto los dos sentados en uno de los bancos frente al Liceo Taoro, en dicha plaza de La Constitución en La Orotava. Donde tenía su cuartel general, con toda su artillería. El amigo Ramón lleca realizando esta labor aquí en este municipio hace dos (2) años. En la imagen podrán comprobar su caja habitual de los antiguos zapateros de toda la vida. Esta cajita está pintada de negro con lunares amarillos, lleva decorado a su alrededor unas herraduras. Y a los lados lleva dos (2) compuertas, las que se abren y cierran para introducir el material habitual para realizar su labor. Bueno, como decía, dentro de las misma herraduras están los jugado más famoso del esté momento.
Le preguntamos por su trabajo, contesta que le gusta le encanta y qué, como todo trabajo tiene su arte como amor al trabajo, ganarse la vida dignamente que el cliente se encuentre a gusto, del mi labor, lo que pretendo hacer brillante donde mis clientes que queden contentos para que vuelvan, y que ellos mismo se vean su rostro en sus zapatos del brillo como si se miraran en un espejo.
Todos los días, de lunes a domingo, instala su cuartel general, con algún traslado de alguno de los bancos de la dicha plaza de La Constitución, de esta bella villa orotavense.
Aquí le observo como una maleta de cuero, del observo tijeras, hilo, agujas y lleva en vuelto cuero de diversos colores. Preguntamos, don Ramón, para que lleva todo eso, a, y ese cuerno tan grande, me dice que no es un cuerno, entonces me puede explicar estimado, estoy sorprendido, es Ud. una manita jajaja. –Me dice, tiene Ud. Razón, hago de todo. Le explico, esto es un calabacín, que me lo han traído para que lo forre de cuero. Esto lo quiere este cliente para llenarlo de vino, para llevarlo a las romerías o fiestas etc. Pues está muy bello, un trabajo artesanal. Lo felicito estimado Ramón Hilario Acosta, esa esta labor que está realizando.
Como le va el negocio, bueno, voy sacando para para ir sobreviviendo. Le cuento que acabo de regresar de la isla de La Palma. Resulta que tuve un sueño. Donde me encontraba allí, y había trabajo. Cuando me desperté y estaba en la cama, y me dije, Ramón vete y prueba suerte. Y así lo hice. – Y cuál fue el resultado si lo puedo saber. –Nada igual que aquí. La cosa está muy mal en todos los lugares estimado.
Bueno, veo que ya la gente lo conoce por aquí, no paran de saludarle. Si la gente en muy amable, la gente me trata muy bien.
Me dice el amigo Ramón Hilario, que un día llego un mucho a este lugar, y le comentó que su abuelo, era betunero, quien trabajaba en esta misma plaza. Ya hacía varios años que falleció. Ramón le preguntó si conservaba caja y banquito etc. – Él joven le dijo que sí, si quería se la vendía. Llegaron a un acuerdo y se la compro.
Como podrán comprobar en esta imagen, lleva su uniforme, el de hoy, es el diario, dice que él tiene uno de gala, con su gorra. Hoy lo podemos ver con su chaquetilla de color azul, donde lleva una placa de metal, la que dice “Betunero de la Villa de La Orotava”.
Me muestra en interior de su caja, donde lleva la herramienta de trabajo como son tintes, cepillo, pomadas, betún y paños variados para sacar el brillo etc.
Nuestro amigo también, piensa en los demás, y me comenta que tiene pensado cobrarles un €uro a todos los jubilados del municipio, quien quisieran pasar por su cuartel general. Para una limpieza de su calzado. Mientras limpia el calzo a sus cliente, el cliente se sienta en el banco público, y él tiene su banquito de toda la vida a vente (20 centímetros del suelo. Donde me dice que mientras trabaja cuenta sus historias a sus clientes, como le canta sus canciones de su país etc. Es una persona muy abierta, como sencilla. Le pregunto si le queda algo más en el tintero. Y me dice que sí, que él siempre dice que “La personalidad del hombre está en las manos, para efectuar el trabajo de sus  zapatos,
Con estas líneas, me despido con mucho cariño, de nuestro penúltimo Betunero, hoy hemos conocido a estas manos cirujanas, de nuestro amigo Ramón Hilario Acosta.

Hasta otra próxima ocasión.

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