José Peraza Hernández
Conocí a Agustín a través de un amigo.
Una vez puesto en contacto, quedamos para tomar un café, y para hablar sobre un
trabajo de elaboración de joyas.
A los pocos minutos, me di cuenta que
tenía delante a un verdadero maestro joyero, desde los pies hasta a las puntas
de sus uñas. La conversación fue larguita, y muy amena, donde nos dio tiempo de
tomar dos cafés y hablar largo y tendido. De esa conversación, quedamos en
hacer un artículo, por lo interesante de su vida.
Agustín proviene de una familia
trabajadora, del mundo de la joyería. Su
padre es don Agustín Jorge Martín Díaz, natural de Santa Cruz de Tenerife, y su
madre doña Nieves Rodríguez Santos, natural de esta Villa de La Orotava. De
este matrimonio nacieron de tres hijos, Agustín es el segundo, quien nació un 3
de mayo de 1974. Nacido en el municipio de Puerto La Cruz. Realiza sus estudios
en el Colegio “Infanta Elena”, de La Perdoma, de esta mencionada Villa de
Orotava.
Con el paso del tiempo, su familia se
trasladó a Santa Cruz de Tenerife. Su padre, trabajaba en una joyería, y
también hacía sus trabajitos en su casa para sacar la familia adelante, ya que
eran tiempo duros. Agustín me comentaba, que al ver a su padre trabajar todo
tipo de material, se situaba cerca de él para fijarse, y un día su padre le dio
un martillo, y le dijo que le diera golpes a una pieza que había que dejar
plana. El sonido le gustaba, y desde entonces su padre le fue mandando
distintos tipos de pequeños trabajos. Me comentaba Agustín, que esa labor era
como un vicio, del que quedó prendado. Además, su padre le iba explicando diversos
trucos del trabajo joyero, como tipos de medidas, las formas que había que
trabajar el material, entre otros aspectos.
Con el gusanillo en el cuerpo, se
apuntó a hacer varios cursos de joyería; labores que realizaba siempre de forma
sobresaliente. Tuvo la oportunidad de ser examinado como joyero por el gran
maestro Pedro Gómez Cuenca, madrileño, afincado en Tenerife, y conocido también
por llevar en el Carnaval de Tenerife el disfraz de Charlot durante 51 años.
Agustín me afirmaba que comenzó el
oficio como un entretenimiento, y que después se quedó trabajando muchísimos
años. Lo mejor que le ha pasado en la vida fue aprender, y estar al lado de su
gran maestro, escultor, que realizaba un amplio número de trabajos en el campo de
la joyería. El mismo estuvo a cargo de nueve joyerías, es decir encargado
general, siendo muy apreciado por los distintos empleados.
Cuando llegó el momento de formar una
familia, comenzó a trabajar por su cuenta, y llegó a tener tres joyerías, una en
Santa Cruz de Tenerife, otra en el Sur y otra en Puerto de la Cruz. Agustín
realizaba trabajos manuales con piezas con la técnica de la cera para realizar
los moldes, también realizabas prototipos o diseños nuevos sobre un material
plástico, utilizando herramientas manuales. En esta técnica, la arena y el
aglomerante formaban una cáscara dura de la que se escapa la cera, en estado
líquido debido a la alta temperatura, dejando una cavidad con su forma. El
joyero vierte a mano y desde un pequeño recipiente la aleación, que en el
mismo ha preparado fundiendo en una cazoleta de metal, al que añade plata y
cobre con objeto de obtener las tonalidades que busca, acordes con el diseño. Una
vez enfriado el metal y rota la cáscara de arena, aparece el cuerpo en bruto de
la sortija u otra pieza, que, posteriormente, se pulirán y brillarán a mano
para, seguidamente, incorporar otros elementos y brillantes o piedras
preciosas. Las mismas piezas se pueden conseguir por la llamada fundición a la
concha o jibia; presionando con ambas manos, el prototipo se incrusta en la
materia ósea de ambas partes, que tiene la propiedad de ceder a la presión, al
mismo tiempo que soportar una alta temperatura sin perder la figura formada,
tomando la forma del cuerpo que la comprime y quedando grabadas dos cabidas
iguales correspondientes, cada una, a la mitad del prototipo.
OTROS DE SU TRABAJOS
Grabado a mano (primero se dibuja a
lápiz y luego se graba con un buril, herramienta similar a la gubia, empleada
en carpintería para tallar la madera, pero mucho más pequeña y por supuesto de
un acero muchísimo más duro, tanto como para poder tallar metales como el oro y
similares)
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