Evaristo Fuentes Melián
En el zapping nuestro de cada
día, veo en TV algunas películas en ciertos aspectos interesantes por
inesperadas, que traen recuerdos transportables desde aquellos tiempos de la dictadura a la actualidad. En
la película ‘A tiro limpio’ (Pérez-Dolz, España, 1963) muere hasta el
apuntador. Pero la censura hizo de las suyas. El argumento original presenta
una banda de atracadores a punta de metralleta, alguno de los cuales procedía
de los maquis de la posguerra, así llamados los restos militarizados del bando
perdedor que siguió luchando en la montaña durante los años cuarenta. Esa
circunstancia de su procedencia, maquis,
es suprimida por la censura, además de desdibujar dejándola casi imperceptible
la tendencia homosexual del jefe de la
banda. En ‘A tiro limpio’ hay una frase dicha por el crítico que
presenta el filme en TV, que se me quedó grabada: En Madrid, los domingos por
la tarde, en aquellos años sesenta, el protagonismo principal lo constituían dos muy dispares
eventos, los partidos de futbol y las casas de citas, que también se
denominaban eufemísticamente “habitaciones de alquiler por horas” o, mejor aún,
“hoteles de relaciones sexuales furtivas”. Cabe pensar maliciosamente, si
algunas de las personas que utilizaron esa sutil manera de pasar la tarde del
domingo eran del género femenino, casadas por la iglesia en matrimonio diz que
imperecedero…
Esto de hacer el amor
clandestinamente no sucede, aunque por muy distinto motivo, en ‘Una jornada particular’, de Ettore Scola
(1977), con una fabulosa joven rebosante de belleza (ustedes me entienden)
Sophia Loren, una mujer de clase media/ baja que se llena de hijos con un
marido fascista y muy macho. Cuando viene Hitler de visita a la Italia mussoliniana, la
familia al completo va a presenciar el solemne discurso de bienvenida y el
suntuoso desfile correspondiente. Pero Sophia se ve obligada a quedarse sola
cuidando la casa. Hay un vecino homosexual, Marcello Mastronianni, que por este
motivo ha sido separado de su puesto de funcionario, y cuya mentada tendencia sexual impide hacer el amor con Sophia poniéndole la
cornamenta a su furibundo esposo.
Espectador
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