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sábado, 3 de agosto de 2019

PERSONAJES DEL FUTBOL REALEJERO: JOSÉ ANTONIO MESA YANES


José Peraza Hernández

Don José Antonio Mesa Yanes nace el 15 de agosto de 1942 en la Calle El Sol, 56 de Realejo Alto. Fueron sus padres Florencio Mesa Pérez y María Candelaria Yanes Hernández. Sus primeras letras las adquirió en el recién inaugurado Colegio Nazaret del pueblo, donde se matriculó en 1945. Realizo su Primera Comunión en mayo de 1950 en la Parroquia de Santiago y su infancia transcurrió en el hogar de sus abuelos maternos; José Yanes, de profesión cestero y Antonia Hernández. A los diez años se matriculó en el Colegio de San Agustín de Realejo Bajo, compartiendo aula con un histórico del fútbol realejero: Antonio Hernández (platero). La lista de célebres alumnos que allí se dieron cita es amplia: Pedro Barranco, Antonio Estévez, Arístides Tapia (sastre), Domingo Luis (hijo del alcalde), Bazzochi, Ferrer, Esteban de León alcalde que fue de San Juan de la Rambla, Paco (digo-digo), Avelino Rodríguez, Pepito Siverio, José López, Pilar Marrero, María Ángeles Hernández y Paco Hernández (angelinos).[1]


La afición y práctica del fútbol la inicia en la década de los cuarenta, siendo muy niño aún; como toda su generación con pelotas confeccionadas de badana o bolsas de cemento. A este respecto nuestro protagonista nos rememora una anécdota ocurrida en el colegio mencionado: sus amigos, los rambleros hermanos Linares, tenían un balón de reglamento, éste fue el único esférico de esas características que había visto hasta entonces. Corría esa época en la que los terrenos de juego eran improvisados, como ejemplo el campo del barranco Godínez, en al actual Colegio Agustín Espinosa (un terreno de tierra y arenisca que ocasionó múltiples lesiones a los atletas) o en plena vía pública, como ocurría en la carretera de San Benito.

El 29 de septiembre de 1954 el entrevistado ingreso en el Seminario Diocesano de la Laguna, donde permaneció cuatro años. Esto no sería obstáculo para su actividad deportiva, pues allí compitió en equipos de fútbol aficionado. Al abandonar el centro religioso, practicó nuevamente el deporte rey en Realejo Alto de mano de históricos entrenadores realejeros como fueron Sedomir Rodríguez de la Sierra Hernández, Manuel Hernández (el rana) y Gaspar Grillo Fuentes. Durante las temporadas 1958-1959 y 1959-1960 jugo como titular lateral y central en el Juvenil Realejos y suplente y titular en la U. D. Realejos de Primera Categoría. Pero su carácter activo le impulsa a partir a Venezuela en busca de nuevos horizontes como profesional deportivo, siendo reclamado por su padre desde ese país. Mesa Yanes abandonó Realejo Alto el 25 de julio de 1960 (Lunes del Carmen), zarpando del muelle capitalino en el “Transatlántico Montserrat”. La mar oceánica no impidió que prosiguiera el entrenamiento a bordo, hasta su arribo al continente americano.

Este relato se enriquece con su nueva etapa en Venezuela; allí fichó por el San Bernardino Sport Club, equipo creado a comienzos de siglo en Caracas. En este club jugo tan solo tres meses, pues su prima no era suficiente para sobrevivir. Así, comenzó una intensa vida laboral, que osciló entre cajero de un restaurante, para regentar una empresa de transportes y vendedor de productos lácteos. Don José Antonio tiene un sobrenombre surgido de su estancia en el Seminario; en este punto explica la anécdota, según la cual se le apoda “el curita”, pues los jóvenes a los que entrenó en Caracas, siempre lo tomaron por tal; una confusión surgida por su estancia en el Seminario Diocesano, como se dijo. Establecido en la capital sudamericana, conoció el controvertido secuestro del jugador madridista, Alfredo Di Stefano. Ese hecho, como es sabido, sucedió en agosto de 1963 cuando el Real Madrid estaba concentrado en el Hotel Potomac de Caracas, durante la Pequeña Copa del Mundo celebrada en esa ciudad.

Durante ese año, en la capital, colaboró con la creación de equipos a los que insufló pasión, al tiempo que ocupó diversos cargos: de presidente a entrenador, defensa central, incluso lavaba en su domicilio las camisetas de los jugadores. En el análisis de la vida de los emigrantes destaca el factor de cohesión y la noción de identidad. A ese respecto cabe subrayar como los deportistas realejeros, encabezados por Arístides Tapia junto a otros aficionados y el entrevistado, fundaron la “Unión Deportiva Realejos en Venezuela”, reuniendo a los residentes de esa villa en Caracas. El apego a la patria chica les llevó a asumir el diseño del escudo original realejero. Los integrantes del equipo serían: 

Quiquo González (Maximina), Carmelo Pérez (distefano), Domingo Domínguez (chogrande), Manolo (Francisco), Pepe Pérez, el citado Arístides Tapia, Agustín (pichón), Manuel (pasiro), Gerardo (Cruz Verde), Añaterve Galán Pérez, Chilín, Pedrín, Cipriano Rodríguez, Pepito (fino), Pedro Cedrés, los hermanos Volquete y nuestro personaje, el cargo de masajista recayó en Manolín. En enero de 1964 jugaron su primer partido en la Tercera Categoría y en los dos años siguientes competieron en Segunda; ganando el torneo. Un obstáculo de la normativa del fútbol venezolana, frenaba su trayectoria; pues para ascender a Primera necesitaban crear filiales infantil y juvenil, estas se constituyeron y fueron entrenadas por el protagonista. El equipo compitió en los campos más importantes de Caracas: Estadio Olímpico Nacional Brígido Iriarte, Estadio Nacional de Fútbol de Venezuela y Velódromo Teo Capriles.


El hito histórico aconteció cuando la Unión Deportiva Realejos en Venezuela viajó a Tenerife el 15 de agosto de 1968, donde se enfrentó a su hermana la Unión Deportiva Realejos. La expectación fue tal, que la prensa de la provincia de Las Palmas publicó el aviso del encuentro: “se ha organizado un encuentro futbolístico para el domingo próximo a las 5 de la tarde, entre los dos contrincantes homónimos: Unión Deportiva Realejos y Unión Deportiva Realejos de Venezuela.”[2] José Antonio Mesa recuerda como el encuentro del domingo 18 fue espectacular; amenizó la Banda de Música de Manuel Molina “El Pachincha”, y no faltaron hermosas realejeras ataviadas a lo “vedette” que desde la plaza Viera y Clavijo desfilaron por las calles al ritmo de la música. Sin olvidar el aforo del realejero Estadio de Los Príncipes, que se desbordó. El saque de honor estuvo a cargo de sendas madrinas, recuerda Hernández Díaz en su texto; este autor aporta la alineación del equipo local, a saber: 

Sedomir (quien colabora en la elaboración de esta relación) como guardameta, López, Totón, Navarro, Cabrera, Donato, Félix, Luna, Adolfo, Santiago, Nato, Alfredo, Heraclio, Domingo, Armas, Socorro, Lale, Lucas y Nicio; entrenados por Sedomir (padre). Para el equipo de emigrantes venezolanos relaciona el siguiente once: Tigre, Quico, nuestro protagonista, Foncho, Chogrande, Nani, Lugo, Delpino, Mon, Puchades, Ferrer, Juan Carlos, Pedríto, Pedrín, José María y Chacho entrenados por Agustín (pichón). Tras el intercambio de regalos y recuerdos del evento, se disputó el partido que finalizó con el marcador de 4-2, con victoria del equipo local.[3]

Afortunadamente, disponemos del texto remitido por el reportero de la prensa deportiva que redactó en esta forma: “el domingo último se celebró en el campo de Los Príncipes el encuentro entre la U. D. Realejos y un equipo formado por isleños residentes en Venezuela, que lleva el mismo nombre. Los dos equipos hicieron su entrada en el campo portando las banderas de España y Venezuela interpretándose los himnos nacionales de los dos países. El saque de honor estuvo a cargo de las respectivas madrinas. El primer tiempo terminó con empate a un gol y la victoria correspondió a la U. D. Realejos por 4-2. El campo registró un lleno impresionante y los dos equipos fueron largamente aplaudidos.”[4] Durante las siguientes semanas, el equipo caraqueño de realejeros disputó encuentros contra otros equipos de Tenerife; U. D. Orotava, Canarias de Tejina, C. D. Puerto Cruz, C. D. Icodense y Guía de Isora (segunda Categoría).

Al regresar a Venezuela, Mesa Yanes comprobó que los equipos aficionados se habían disuelto y junto a sus compatriotas decide recomponerlos. Pero ese periodo será breve, pues en 1973 sufrió un atraco y fue herido con un tiro de revolver. Este suceso hizo reconsiderar su trayectoria y abandonó la actividad deportiva, (nuestro protagonista reconoce que la violencia de la sociedad venezolana era patente desde esos años y opina que la situación actual era previsible). Ahora comenzaría otra etapa en su vida; contrajo matrimonio del cual nacieron dos hijas.      

El protagonista reflexiona sobre sus metas en el deporte, logradas o dormidas en el olvido; la añorada; construir un campo de fútbol para la U. D. Realejos en Venezuela. El proyecto nunca se consumó, pero ilustra el ánimo de Mesa Yanes y sus compatriotas residentes en aquel país. En los años ochenta varios equipos de fútbol y grupos folclóricos realejeros visitaron Caracas, fomentando el contacto entre nativos y convecinos emigrados. Además, Mesa Yanes contribuyó a fundar la “Asociación Civil Villa de Los Realejos en Venezuela”, el 20 de julio de 1991; la que presidió. Su estancia en el país caribeño finalizó en 2010; una vez jubilado decide retorna a su “Realejo” natal.

Don José Antonio Mesa Yanes engrosa la relación de emigrantes que su pasión al deporte les permitió acrecentar lazos mutuos de solidaridad e identidad. Actualmente comparte con sus amigos y vecinos la pasión por el balompié y sus vivencias en la octava isla. Su innato dinamismo le llevo a asumir un último reto vital; la presidencia de la Sociedad Círculo Viera y Clavijo de Los Realejos, la cual ostenta. Este texto fue presentado por el autor al protagonista, el 26 de julio de 2019 en la sede de esa sociedad realejera, ante Arístides Tapia Lugo.


[1]Una primera aproximación al nuestro personaje, en su faceta de emigrante, fue abordada en HERNÁNDEZ DÍAZ, Álvaro, “El realejero-venezolano José Antonio Mesa Yanes”, La Prensa-El Día, 29.08.1993
[2]El Eco de Canarias, 15.08.1968, p. 22, Jable, Universidad de Las Palmas de Gran Canaria.
[3]Además de la crónica coetánea que se aporta a renglón seguido, en el 25º aniversario de este encuentro se homenajeó en HERNÁNDEZ DÍAZ, Álvaro, “Venezuela y Los Realejos unidos por el deporte”, La Prensa-El Día, 12.09.1993.  El entrevistado ha aportado ahora nuevos componentes a la alineación publicada por el autor.
[4]Jornada Deportiva, 20.08.1968, p. 7, Biblioteca de la Universidad de La Laguna.

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