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viernes, 9 de agosto de 2019

"BUENOS Y MALOS"


Pedro Ángel González Delgado

En España, la izquierda tiene una carta de presentación que ha venido trabajando desde hace ya muchos años, que, además, los medios de comunicación inculcan, que desde las escuelas se instruye, y que ha calado en la sociedad. Y la izquierda lo sabe y lo aprovecha. Ese mensaje redundante no es otro que la falsa superioridad ética (más bien moral porque se asume como una religión) de la izquierda. Ellos son los “buenos”, y los demás, los “malos”. Se presentan ante la sociedad como aquéllos que tienen buenas intenciones, y los demonios de la derecha son, por supuesto, los “malos”, contra los que hay que combatir y, si es posible, eliminar. Podrán hacer cosas buenas pero no importa, son “malos” por el mero hecho de no ser de izquierdas. El Partido Socialista lo conoce, lo alimenta y lo explota, tanto en Madrid, como en las Islas Canarias, en Tenerife, o en el Puerto de la Cruz y, si los dejan, en las casas de cada uno de nosotros.

Y es que, aunque la historia del socialismo sea deleznable y la responsable de los mayores crímenes conocidos, ellos serán los “buenos”, porque los “malos” son los otros, los de la derecha, y aunque estos lo hayan podido hacer bien en algún momento y en algún lugar, son seres diabólicos a los que hay que suprimir de la vida pública, y el fin justifica los medios porque se lucha contra la infamia.

Los socialistas saben que esa ficticia supremacía moral hay que cebarla constantemente, no únicamente señalando al adversario como perverso, sino también con pequeñas causas que los hagan parecer humanitarios. Así, da igual que el gobierno anterior haya aprobado por primera vez en las memorias de la ciudad que se tenga un contrato de suministro eléctrico que, además de renovar todas las luminarias, reduce el consumo en un 60 % y, por tanto, las emisiones de CO2 que ello conlleva, o que se haya colocado al municipio a la vanguardia del reciclaje con el Plan 70/20, permitiendo, no sólo proteger al medio ambiente sino también hacer la ciudad más sostenible porque se ahorra muchísimo dinero mientras se recicla, u, otros ejemplos más de los muchos que se podrían señalar, que se haya comprado vehículos eléctricos o instalados placas fotovoltaicas que abastecen casi en su totalidad a las Casas Consistoriales. No importa. Lo hicieron los infames. A la izquierda le basta sacarse unas fotos recogiendo unas piedras en un lugar donde no existe ningún ecosistema a proteger, con la excusa que se hace de ejemplo para los lugares donde sí hay que protegerlos. Parecería más lógico hacerlo donde es necesario preservar el medio ambiente, pero aquí no impera el razonamiento lógico sino el mediático, y entre esto y el nombre del Área (ya no es Urbanismo y Medio Ambiente, sino Ciudad Sostenible y Planificación), ya la causa del ecologismo está ganada, pese a que sus acciones no sirvan para nada y las del anterior gobierno sí, y mucho. Lo vital es que la foto de las piedras los hace buenos y, por estrategia aplastante, los otros, los que sí hicieron por el medio ambiente, son los villanos con intenciones crueles y desalmadas.


Lo mismo sucede con la izada de la bandera arcoíris. Una causa más que los hace virtuosos y señala a los canallas, cuando estos, los de la derecha, siempre han defendido y defienden la libertad individual de cada uno, por encima del colectivo. Por eso chirría tanto ver a un supuesto compasivo de izquierdas con la camisa del sádico asesino Ernesto “Che” Guevara, aquél que sin complejos exclamó orgulloso en 1964 en la sede de las Naciones Unidas, “hemos fusilado, fusilamos, y seguiremos fusilando mientras sea necesario”. Un despiadado homicida que se caracterizó por su represión contra los homosexuales en Cuba, imitando a la Europa del Este comunista, y a quienes llamaba “pervertidos sexuales” y los consideraba contrarios a su ideal de “hombre nuevo” y, por tanto, esta “gente enferma” debía dejar paso al mencionado “hombre nuevo, políticamente sano y producto de la Cuba comunista”.  Ese es al que siguen los “buenos” y los demás, por descarte, somos los “fachas”. Así funciona la maquinaria propagandística socialista.

Quizá el paradigma de esta ley casi física y, a la vez, maniqueísta, por la que se concluye que unos son los “buenos” y otros los “malos” la tenemos en la empresa Parque Marítimo, SAU (PAMARSA). En la actualidad ya no pasa nada si los empleados cobran tarde porque el presidente de la empresa hoy en día es de los buenos. Ya no retumban las redes sociales con aquél recomendado nacionalista reconvertido a comunista, ni a aquella privilegiada otrora también regionalista y ahora socialista, vociferando e insultando en ellas y, cómo no, señalando quien es el enemigo. Hoy, un destacado dirigente sindical no presentará denuncia porque el jornal se pagó fuera de plazo. Y no lo hará no porque le hayan ofrecido un testigo para que pueda entrar por la puerta de atrás como empleado municipal (cesión ilegal de trabajadores), ni porque esté más tiempo con el móvil que con la brocha y no tenga que justificar con trabajo los emolumentos que percibe, ni tampoco porque le vayan a retirar la sanción que, por no trabajar, los “malos” le impusieron, ya que es de suponer que ni él lo pediría ni los otros se lo ofrecerían, sino que no denunciará lo que antes sí hacía porque no hay que atacar a los “buenos”.

No importa lo que hagan ni lo que digan, ni siquiera si mienten descaradamente, ya que lo verdaderamente primordial es que los otros son los “fachas”, y ello les permite salir al balcón del consistorio con el puño izquierdo alzado, símbolo del totalitarismo que fue adquirido por los anarquistas y comunistas, y olvidando lo que significa. No pasa nada, las fotos sonriendo los hace buenos y cercanos al pueblo y sus necesidades, pese a que a unos  los consideren casta y a otros indígenas, salvo los suyos, que esos constituyen la identidad portuense.

Por eso miedo da cuando se oye en el salón de Plenos del Ayuntamiento del Puerto de la Cruz decir a Marco - sin ese - González que él impondrá al pueblo lo que es la identidad portuense. Ya, de entrada, y sin ruborizarse, en dicho lugar noble nos ha explicado a todos que vestirse con el traje de pescador para ir al baile de magos de la ciudad durante las grandes fiestas de julio es ir disfrazado (sic). Si eso lo llega a decir alguno de los “malos”, es decir, de los que conforman el grupo municipal popular, las redes sociales hubieran ardido, mas, no pasa nada, lo ha dicho el líder de los “buenos”.  De todas formas, esta anécdota, si bien refleja el carácter de aquel que se esconde tras la máscara de la sonrisa, no deja de ser un mero suceso. Lo verdaderamente relevante es que se nos quiere imponer quienes somos pues ya no es que haya “buenos” y “malos”, sino que se creará una identidad y aquel que no sea exacto al perfil que nos impone, además de ser de los “malos”, no será portuense.

No obstante, a los “buenos” y a los “malos” hay que repetirles la reflexión de Eladia Blázquez: “merecer la vida no es callar y consentir tantas injusticias repetidas … Es una virtud, es dignidad y es la actitud de identidad más definida”.

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