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lunes, 5 de agosto de 2019

CIFRAS QUE ALIVIAN, PERO EL PROBLEMA SUBSISTE


Salvador García Llanos

Con la cautela habitual, como cada vez que hacemos el análisis de estadísticas del desempleo, tan dadas a la interpretación pese a las bonanzas, empeoramientos y tendencias, y porque la naturaleza del paro, no ya como problema estructural de la productividad económica, obliga a tomar conciencia por las repercusiones negativas que acarrea en el seno de las familias y de la sociedad misma, desglosamos los resultados de la última entrega de la Encuesta de Población Activa (EPA), relativos al segundo trimestre del presente año, en lo que al sector de la información y las comunicaciones se refiere, pues dejan entrever unas cifras que alivian, solo alivian, el desasosiego que caracteriza el ejercicio de la profesión periodística.

Arranquemos de los datos globales: el paro bajó en ese período en ciento veintitrés mil seiscientas personas, un 3.7 % menos que en el trimestre anterior. La tasa se sitúa, con siete décimas menos, en el 14 %, su nivel más bajo desde diciembre de 2008. La tasa de actividad alcanzó el 58,7 %, mejorando un punto porcentual entre los meses de abril a junio. El volumen total de desempleo en el país sigue asustando: afecta a tres millones doscientas treinta mil seiscientas personas.

Y detengámonos en el sector epigrafiado como información y comunicaciones. Hay un descenso -recuerden: segundo trimestre de 2019- de cinco mil cien personas en las listas de desempleo. Se repite la tendencia a la baja al pasar de treinta y tres mil ochocientas a veintiocho mil sentencias personas. Sobre el papel, es un dato positivo, pero no tanto si se compara con el del segundo trimestre de 2018, que se saldó entonces con veinticuatro mil novecientos periodistas parados. Quiere decirse que en un año hay tres mil ochocientos desempleados más. En números interanuales, pues, la cosa no pinta bien: siguen siendo negativos.

Conclusión: solo hemos asistido a una leve mejoría, a un alivio, porque se sigue destruyendo empleo, confirmación principal de la crisis que padecen los profesionales con los cierres de empresas, cabeceras o programas. Las opciones de empleo siguen siendo muy limitadas, como comprobarán quienes intentan incorporarse al mercado laboral, ya sean licenciados de nuevo cuño o profesionales que, por muy distintas razones, cesan en sus cometidos.

La carrera sigue teniendo un futuro muy incierto. Se estima que cada año se gradúa una media de dos mil licenciados en periodismo y muchos otros de comunicación audiovisual. Deben competir, por cierto, para los mismos puestos. De ellos, solo un 50 % consigue empleo. Ello nos da idea de las dificultades para el desempeño profesional una vez superados los estudios superiores. Un informe de la Universidad Nebrija, por cierto, señala que debido a una crisis que se prolonga y a la implantación de nuevas tecnologías, ahora se buscan “profesionales holísticos, que sepan hacer de todo”. En el caso de los periodistas, háganse una idea: elaborar la información, editar, emitir o locutar la noticia, todo ello teniendo en cuenta las naturales u obligadas exigencias de valoración y contraste de la información.

Lo dicho: cifras que alivian, pero el problema (y sus circunstancias) subsiste.

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