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domingo, 25 de agosto de 2019

EFECTO DE LOS INCENDIOS EN NUESTROS MONTES


Javier Lima Estévez. Historiador

Mientras vivamos, toda la generación actual está escribiendo su testamento en el ambiente que le rodea, y todo lo que haga para aumentar o disminuir la riqueza de la región donde viva será lo que reciba la próxima generación, será el patrimonio, rico o pobre, según haya laborado la generación actual

Con estas palabras, el geólogo portuense Telesforo Bravo Expósito (1913-2002) llegaría a reflexionar respecto a la necesidad de actuar de forma consciente sobre el medio. En estos días de tristeza marcados por la cantidad de incendios presentes en Canarias y que, con especial intensidad han afectado a la isla de Gran Canaria, recordamos la lectura de una conferencia pronunciada por Telesforo en el Círculo Mercantil bajo el título “Aspectos geológicos y biológicos del futuro próximo de Tenerife” y cuyo resultado sería editado junto a otras dos ponencias en 1952 por Goya Ediciones. No dudaría en recordar la presencia de incendios que se han sucedido en episodios definidos por eventualidades y descuidos a lo largo de nuestra historia. Sobre ello destaca la fortaleza del pino canario, cuya gruesa capa de corcho llega a alcanzar los 15 cm de espesor, aunque anota que solo resiste la acción del fuego cuando alcanza una edad superior a los 30 años. A través de las comprobaciones ya realizadas en terrenos del cuaternario se llegaría a determinar la presencia de grandes depósitos de carbón vegetal procedentes de incendios. En la reducción de los bosques también llegaría a influir, tal y como señala Bravo Expósito, las lluvias de cenizas así como la práctica en el pasado del uso de la tea como material de construcción. A pesar de afirmar que la resistencia del pino al fuego es un elemento importante a tener presente lamenta, por otra parte, la circunstancia de que la laurisilva no posea tal propiedad. A la desoladora y triste imagen compuesta por troncos quemados tras un incendio se asociaría, además, el calor y las brasas que permanecen sobre el terreno. Todo ello llevaría a una destrucción de la vegetación herbácea, los líquenes y musgos, así como la capa de residuos vegetales y gran parte del humus, produciendo una verdadera esterilización de la flora bacteriana del suelo.

Aspectos asociados a los efectos posteriores del fuego sobre el suelo forman parte de su exposición a lo que añade que, por desgracia, la inclinación de nuestras tierras repercute en aumentar las consecuencias negativas en caso de incendio.

Son, en definitiva, apuntes que nos aproximan ante la reflexión de un ser comprometido con su medio y que, con sus numerosas investigaciones y enseñanzas, dejó un legado para comprender, respetar y valorar el medio en el que vivimos. 

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