Salvador García Llanos
Las Vegas fue siempre un establecimiento distinguido, donde se forjaron numerosos profesionales portuenses. Y no solo los que trabajaban cara a los clientes. Fue hasta cuna de sindicalistas.
A la hora de recordar, hay que señalar aquella
terraza del hotel que fue escenario o plató televisivo en la primera década de
los sesenta del pasado siglo, aún en blanco y negro. En ella realizó Televisión
Española (TVE) un inolvidable programa, ‘Musical 14.05’, con el que
almorzábamos casi a diario. Presentado por el chileno Raúl Matas, con el paso
del tiempo, uno de los mejores dominadores del medio. Por ese espacio desfilaron
Los Rivero, Las Hermanas Benítez, José Guardiola, Tony Escudero y otras figuras
de la época. Y en aquella terraza se hicieron ambientaciones en torno a los
ritmos bailables de entonces, la Yenka, por ejemplo, con Jhonny and Charlie
(“Vengan chicos, vengan chicas a bailar…); y el Cuándo, cuya procedencia,
francesa o italiana, despertó alguna polémica. “Lo baila Mary Santpere, lo
baila Robert Jeantal y Charles Aznavour lo quiere como himno nacional…”, decía
una de las estrofas de cierta versión. A Jeantal, por cierto, se le conocía
como el Sinatra francés.
Las Vegas fue también un hotel de película. En
exterior día, y también en sus dependencias interiores, fueron rodadas varias
escenas de la película “Escala en Tenerife”, protagonizada por Ramón Arcusa y Manuel
de la Calva, el Dúo Dinámico. La cinta fue dirigida por León Klimovsky y en
ella aparecen unos cuantos trabajadores del establecimiento que se convirtieron
pues en actores por un rato. Los niños que entonces cursábamos bachiller
acudíamos a la salida de clase hasta la plaza de los Reyes Católicos para
seguir algunas escenas del rodaje.
Las Vegas, durante el esplendor turístico del
Puerto de la Cruz, fue de los hoteles vanguardistas en la organización de las
celebraciones de fin de año. El anuncio de la cena-cotillon, con orquesta en
directo, aparecía siempre destacado en los periódicos locales unos días antes
de la Nochevieja. La elegancia de los asistentes (esmoquin los hombres y traje
largo las mujeres) era una de las notas sobresalientes que numerosos
espectadores admiraban a su paso animado por la avenida de Colón.
Las Vegas tiene, desde luego, una rica historia
hotelera. Pese a las obras y las readaptaciones, siempre conservó ese aire
señorial que le hace superar clichés de la época desarrollista. Seguro que
acogió a destacados huéspedes. Y seguro que siempre será respetado como otra
referencia de la identidad de la oferta turística portuense.
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