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sábado, 27 de mayo de 2017

UNA PRUEBA DE SENSIBILIDAD

Salvador García Llanos

Quienes hemos venido demandando mayor sensibilidad con el patrimonio cultural, histórico y arquitectónico en el Puerto de la Cruz, no podemos por menos que acoger con cierto entusiasmo la iniciativa de los alumnos de cuarto curso de Primaria del colegio Juan Cruz Ruiz de La Vera consistente en recoger firmas en el sitio web o plataforma digital change.org para rescatar de la desidia e impedir la ruina de la Casa Iriarte, construida a finales del siglo XVIIII y localizada en la calle San Juan -la trasera da a Agustín de Bethencourt- que acogió, mientras estuvo abierta, un museo naval de cierta consideración. En ella nacieron los hermanos Iriarte, algunos de los cuales sobresalieron, en los ámbitos político y literario, durante la Ilustración.

El inmueble está cerrado desde hace algunos años y, por tanto, los riesgos de deterioro, pérdidas y daños irreparables son evidentes. Cierto que es de propiedad privada y las acciones a emprender quedan bastante condicionadas pero la recogida de firmas de los alumnos del citado colegio es ya, al menos, una señal esperanzadora. Es más: dan un ejemplo, frente a las pruebas de abandono y desatención. La Casa Iriarte sería un lujo, un timbre de orgullo en cualquier otro municipio.

De ahí que se pondere esta iniciativa que ya ha encontrado reflejo en medios de comunicación locales. Habrá que aguardar el alcance, hasta dónde llega el número de firmas.  Faltan respuestas más persuasivas de las administraciones competentes. El pleno del Ayuntamiento aprobó en su día la creación de un consejo municipal que habría de estudiar medidas para la conservación y promoción del patrimonio portuense. Lo que escribimos en mayo del pasado año, con ese motivo, adquiere plena vigencia:

“El acuerdo es oportuno y necesario. Por tanto, ojalá no quede en mera expresión de voluntad, una de esas tantas que se produce a lo largo de un mandato, pero no luego no se materializa con resultados prácticos y tangibles. Oportuno, en cuanto que es el primer paso de una hipotética solución para frenar el deterioro de una parte del acervo patrimonial portuense y de una sensibilidad indispensable para evitar la pérdida de valores que, en el fondo, son representativos de la identidad urbanística del municipio. Necesario, porque de no atajar, en medio de un clima de progresiva indolencia, se extenderán las huellas de un paisaje urbano revelador de abandono imparable y de una inacción que solo conduce al desastre”.

Los alumnos del colegio Juan Cruz Ruiz han dado un paso para intentar evitar la ruina completa de la Casa Iriarte. Es solo un paso, pero el primero, salido desde un ámbito muy concreto de la población. Algo es algo. Y tal como decíamos entonces:

“Admitamos que no se trata de una cuestión fácil, que se despacha en breve lapso de tiempo o con unas actuaciones mínimamente planificadas y consensuadas. Aquí hay mucho de civismo, en primer lugar. De sensibilización, de pedagogía. Es una tarea prolongada, que requiere empeño y dedicación. Los actores sociales deben encontrar una voluntad nítida de la Administración. Esto es de todos, esto es el bien común. Por tanto, si se quiere una participación activa y sostenible, tiene que haber respuestas eficaces por parte de los poderes públicos. En ese aspecto, es mucho lo que hay que hacer en todos los campos: obras, monumentos, arquitectura, escultura, pintura, etnografía, conjunto artístico… Los planes de ordenación han de prever iniciativas concretas a la hora de delimitar. Por desgracia, la población portuense no ha sido muy sensible con estos temas. Es la hora de producir un cambio de conducta y de cultura”.

Tomen nota.

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