Lorenzo de Ara
Hay muchas voces sensatas en el ayuntamiento del Puerto de
la Cruz que dicen sin miedo, sin nerviosismo, y es importante que así sea, que
ha llegado el tiempo de presentar obras en ejecución. Y son voces que nacen
afortunadamente desde el mismo equipo de Gobierno que preside Lope Afonso.
¡Bravo! Es que no hay otra opción para poder elevar el ánimo de los portuenses.
No puede triunfar un proyecto político (porque sí hay
proyecto político, aunque la oposición se resista a aceptar la realidad), si
las palabras y las promesas se convierten en herramientas de trabajo. Con ese
utensilio no hay gobierno que aguante otro mandato.
Es verdad que la alternativa resulta deprimente. Sin
embargo, la sociedad está más que harta de las buenas intenciones. ¿Cómo
satisfacer al portuense?
Palas. Sí, sí, como lo están leyendo. Palas. Palas y más
palas. Todo lo que aguante un papel ya no sirve de nada. Todo lo que enseñe un
proyector no provoca la sorpresa en los ojos del vecino. Pero las palas, oh,
las palas.
¿Y qué me cuentan de los camiones llenos de material?
¿Escombros? ¡Benditos escombros!
Camiones, palas, obreros, grúas, ruido, atascos. La tierra
prometida.
Y un gran cartel con la información sobre la obra que
comienza. Presupuesto, periodo de ejecución, etc.
La alternativa deprimente será vencida con la pala. La
demagogia en las redes sociales será hecha cenizas con la pala. Los agoreros
serán silenciados con la pala. Los pajarracos que sobrevuelan la ciudad
buscando carroña para alimentarse y ganar un puñadito de votos, dejarán de
anidar cuando vean las palas.
Mi alcalde con un casco de obra. Carlos Alonso con un casco
de obra. Juan Carlos Marrero con un casco de obra. Fernando Clavijo con un
casco de obra.
Puerto de la Cruz en obras.
Cuando llegue ese día, la alternativa deprimente perderá
toda esperanza. De derrota en derrota y en la oposición porque me toca.
Palas, traigan palas.
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