Agustín Armas
Hernández
Mayo es el mes de las fiestas de la Cruz. Entre nosotros se
dice: “el mes de las Cruces”. Es conocido que pocas bodas se realicen en “el
mes de las flores”. ¿Superstición?
Quienes asistimos en el Puerto de la Cruz al I Congreso Internacional de
Parapsicología nos pudimos dar cuenta del auge que van tomando las
supersticiones, en parte debido a los mismos parapsicólogos y ocultistas.
Muchos objetores, especialmente un sacerdote muy conocido en el Valle, tuvimos
que debatirlas.
Sin embargo, quizás no todas estén infundadas, pues grandes
personajes, como el Emperador César Augusto, no se calzaba el pie izquierdo
antes que el derecho. Probablemente tengan razón los que dicen: “Si crees en
las supersticiones, entonces se te cumplen; pero si no crees en ellas entonces,
no”. Me parece que la mayoría de los casos así es.
Cuando Fernández de Lugo, con sus castellanos plantó el
Santo Madero, el 3 de Mayo de 1492, ese lugar se convirtió luego en el Puerto y
más tarde en la ciudad de Santa Cruz. Signo de esperanza para los pobres
Guanches, que según el profeta Isaías, “vivían en tinieblas y la sombra de la
muerte”.
Pues no bastaba invocar a Achamán y hacer cábalas en los
tiernos baifos, para conseguir la salvación. Es cierto que iban unidas la
espada y la cruz, pero ha sido también voluntad divina proteger a los
indefensos misioneros. Por algo permitió el Señor que los Apóstoles llevaran
dos espadas al huerto de Getsemaní. Según la tradición, una es la espada del
Papa que debe quedar envainada; y la otra la del Emperador, que debe estar con
frecuencia fuera de la vaina. Cuando aparezca próximamente el Gran Monarca de
las profecías, cambiaremos nuestra mentalidad actual.
Los valientes Castellanos, nuestros antepasados, plantaron
también la Cruz en el Valle de la Orotava, y ahí tenemos “la Cruz Santa” y
nuestro “Puerto de la Cruz”. Nos dicen los historiadores que, en principio, la
conquista de Canarias e Indias Occidentales, se debió más al deseo de salvar a
los paganos que el afán de conquista, también es de admirar el poder del Romano
Pontífice, quien (el español Alejandro VI) en 1493, dividió el mundo pagano
entre Castellanos y Portugueses.
En nuestra ciudad turística se restauró una Cruz muy
venerada, por iniciativa de los concejales. Es admirable el poder de la Cruz pues,
aunque nos sea amargo el cargarla, ella produce la salvación. Por otra parte,
quienes no se casan en Mayo no se libran de llevarla, ni pienso yo que sean más
desdichados quienes se emparejan en el bello mes de las flores.
En nuestra ciudad portuense, las capillas de la Cruz son una
de las más peculiares. Recordaré sólo las de Chorro Cuaco, Mequínez, Las
Lonjas, y la Cruz Verde. La Cruz del Pino es la que se restauró al final de la
calle Pérez Zamora. Después de todo, la religión es invencible, puesto que el
alma humana es inmortal. La fe está resurgiendo en China, en Rusia, en Polonia,
y resurgirá en nuestra patria, muy pronto, debida a las señales, claras, que
nos llegaran del Cielo. Y cambiarán muy pronto según anuncian algunos videntes y
Parapsicólogos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario