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jueves, 4 de mayo de 2017

HIPOCRESÍA

Lorenzo de Ara

¿Has tenido alguna vez la sensación (¿el miedo?) de que lo que te rodea es muy pobre? Pero no pobre en el sentido material, no, qué va, hablo de una pobreza diferente. Es que no quiero emplear la palabra mediocridad, pero la cosa va por ahí. ¿No has pensado muchas veces que la hipocresía puede llegar a matar? Ahora estoy en un momento de mi vida en que recurro más que nunca a la hipocresía a todas horas. También a la falsedad, la mentira, el tosco engaño. Ni siquiera creo que El Príncipe de Maquiavelo tenga algo que ver con lo estoy contando.

La pobreza extrema llega sin avisar. ¿No lo sabías? Pues ya lo sabes. Las personas que la experimentan tienen varias formas de apechugar con la realidad que está llena de nada. Son dos, creo. El suicidio es una de ellas. Para mí es pura cobardía. La otra es escribir en un cartel que se pasa hambre, que la familia pasa hambre, que no tienes trabajo, o que tienes trabajo pero que en él pagan una miseria y cosas así, y luego sentarte a ver pasar a la gente poniendo en el suelo un cacharrito para que pongan monedas (nunca billetes), pero ignorando (qué locura) que muchas de esas personas que pasan a tu lado también están en la misma pobreza, pero se duchan, se visten con ropa limpia, hacen teatro durante horas y más horas, para luego volver a la casa (ya no es un hogar) y derrumbarse en la mierda que las rodea. La persona del cacharrito no soy yo. Esta opción, la que ejercen personas anónimas pero sin crispación ni atisbo de locura, es la que está envuelta en hipocresía. La que muestra un caparazón de hombre duro, cabal, centrado, irreductible. La hipocresía que hace que rías, que empatices con el que te promete ayuda, pero en realidad pasa de ti, y en el fondo tú pasas de él, vamos, ¡que te importa un pito si muere o vive! La puta hipocresía que te obliga (porque tú la obligas) a responder con educación, con encanto, con simpatía, con blablablá, y más blablablá. Escribo sobre esa hipocresía. ¿La conoces? ¿La has palpado alguna vez? ¿Te has acostado con ella? ¿Has follado con ella?

Millones de españoles sí.

El Estado de Bienestar es cojonudo si funciona. Quienes trabajan para acabar con la justicia social no quieren oír hablar de él. Argumentan que los jóvenes preparados tienen toda la vida por delante para poder triunfar. Que ser becario y no cobrar, pero por el contrario recibir información y sabiduría es más que suficiente. Y los viejos que siguen en el mercado laboral con experiencia y la testosterona aún por las nubes, pues si ganan cuatro euros y el resto en negro para pagarse la guagua, la gasolina o las latas de sardina, atún y caballa, preferentemente, pues que tampoco tienen derecho a quejarse.

Oye, que pensándolo bien, la hipocresía, la mía, es una compañera de viaje que también estaba ahí cuando en la cartera había vida. Pero la vida no es solo dinero. El dinero no da la felicidad, aseveran los que lo tienen, o lo roban, o pasan la lengua por el escroto para ganarlo.

Pero lo que sí da el no tener dinero es mucha rabia, una pena infinita, sobre todo cuando hay familia, y los mediocres tienen que pagarte y otros mediocres reciben la sonrisita de tu parte, y haces que les escuchas, y haces como que el hedor a mendacidad no te molesta, etc.

Leer libros conduce al fracaso. Eso sí que lo tengo muy claro.

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